Columnas

Thursday, June 09, 2022

 Nuestra América

Hilda Pupo Salazar

hilda@ahora.cip.cu

Esa escuálida incapacidad de los Estados Unidos para entender  al resto de los países de La América, la denuncia José Martí, en su trascendental ensayo publicado en 1891 y hoy irradia en la IX Cumbre de Los Angeles.

Miguel Díaz-Canel Bermúdez, primer  Secretario del Partido y Presidente de la República de Cuba,  al hablar,  ante la sociedad civil excluida de la IX Cumbre de las Américas, lo reitera al volver al Apóstol: “Cuando un pueblo fuerte quiere dar batalla a otro, compele a la alianza y al servicio a los que necesitan de él.  Lo primero que hace un pueblo para llegar a dominar a otro, es separarlo de los demás pueblos”.

Nuestra América, ensayo de José Martí Pérez, se conoce por primera vez en La Revista Ilustrada de Nueva York, el primero de enero de 1891 y 29 días después, en El Partido Liberal, de México.

 En solo doce párrafos define, con total transparencia, los problemas fundamentales de la América nuestra, llama a la unión de los pueblos contra la amenaza de los Estados Unidos, a la defensa de la soberanía e independencia de España, desde una transformación para recuperar su autoctonía, como para injertar al mundo en ella y poder asegurar así su independencia y desarrollo verdaderos. 

“Cree el aldeano vanidoso que el mundo entero es su aldea”, así inicia Martí el ensayo. Es una alerta a las posturas radicales que se vienen dando en esos momentos…“lo que quede de aldea en América ha de despertar…”

Termina con el vaticinio de que no son tiempos de acomodarse y que en la lucha que viene, una vez todas liberadas las repúblicas de América Latina del colonialismo europeo, las armas fundamentales serán las ideas.

 Lucha de ideas o batalla de ideas, que son “las armas del juicio”, las que vencen a las otras y sentencia: “Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedras”, además de referirse al importante plano de las ideas, hace alusión a la cultura y  el saber vale más que la fuerza.

Desde el mismo primer párrafo uno de los aspectos medulares del ensayo: el problema de la cultura. La “cultura” entendida en sentido general, no solo como creación o producción artística. El término cultura atraviesa otras dos categorías esenciales: “identidad” y “espacio”. La primera describe a lo que somos, mientras la segunda representa el área física de nuestra América, a diferencia de la América anglosajona, la que no es nuestra.

Defiende la unidad como la piedra angular sobre la que debe sustentarse el proyecto latinoamericano.

Insiste en crear conciencia entre las naciones latinoamericanas y llama a sentirse orgullo de sus orígenes, enfrentarse a aquellos que se avergüenzan de sus raíces, con total defensa de la identidad nacional y la toma de partido por las clases populares, calificadas por Martí como el hombre natural.

El ensayo hoy es considerado, por  estudiosos del Maestro, no solo como una de las obras fundamentales de su ideario, sino también, pieza de particular destaque en la historia de las ideas latinoamericanas, en todos los tiempos, aunque,  desde un primer momento  Martí no pretende examinar todos y cada uno de sus tópicos.

Martí no cree nunca en la denominada  incapacidad racial, cultural e histórica de esos países para dejar atrás el modo de existencia fijada por el colonialismo, sino en la repetida y errada decisión de asumir, acríticamente, en las repúblicas criollas las formas de organización política y social provenientes de Europa occidental y Estados Unidos.

“No hay batalla entre la civilización y la barbarie, sino entre la falsa erudición y la naturaleza”, sentencia al describir ese permanente desajuste entre los moldes y la sociedad que se pretendía concordar a ellos: “el libro importado ha sido vencido por el hombre natural; este hombre natural ha vencido a letrado artificial; el mestizo autóctono ha vencido al criollo exótico”…

Escribe el ensayo después de asistir a la Conferencia Monetaria, un convite interesado del pujante Estados Unidos a las jóvenes repúblicas de Nuestra América en aquel entonces.

Acreditado por el Gobierno de Uruguay, país del que era cónsul general en Nueva York desde 1887, Martí, al parecer, casi fue excluido por inexplicables demoras y excusas mentirosas del Departamento de Estado.  

Aquella Conferencia fracasa y alerta sobre los peligros a los que se exponía Nuestra América de aceptar la unión monetaria.

Hoy con la IX Cumbre, espectáculo de Los Estados Unidos,  sin las Américas, a 130 años las advertencias de Martí son  más sólidas sobre la  incapacidad de los Estados Unidos para entender a sus vecinos del Sur  y  se fortalece el llamado a esa América mestiza  a integrarse en una sola nación para defender su soberanía.

Ese  mensaje de José Martí es más vigente en la lucha de los pueblos contra el vecino del norte.

 

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