Columnas

Tuesday, September 25, 2012

La migración “en el bombo”. ¿Lo digo literalmente?




 Por Rodolfo Romero Reyes
Del viaje al Turquino regresamos Camilo y yo en avión por lo que las peripecias de este viaje de vuelta a La Habana nada tuvieron que ver con lo que pasamos para llegar a Santiago de Cuba. Solo puedo decir que pudimos dormir sin sobresaltos, sin lluvia y sin frío.
Cuando salimos de la terminal de vuelos nacionales tuvimos que pasar obligatoriamente por delante de las vallas que están ubicadas en la intersección de las calles que siguen para Boyeros y las que conducen a las distintas terminales del aeropuerto “José Martí”. Para los que no los han visto, les cuento que estos letreros son inmensamente grandes y tienen los mensajes que queremos trasmitir a los visitantes que llegan a nuestro país.
Para mi sorpresa, habían quitado la más vieja de estas vallas. Era aquella que aseguraba que “EL 70 POR CIENTO DE LOS CUBANOS habíamos nacido BAJO EL BLOQUEO DE LOS ESTADOS UNIDOS”. Esa es una de las verdades más grandes e irrefutables: todos los que nacimos a mediados de los 80 para acá, y escuchamos los cuentos de nuestros padres, sabemos lo duro que es ser hijos del llamado “periodo especial”, momento en que el bloqueo se ha sentido más que nunca. Y es que nacer bajo el bloqueo, es una realidad que a veces se nos despinta, y como la valla misma va perdiendo su impacto; aunque todos los días los problemas que tenemos que resolver por su causa sean tan terribles como las paradas de ómnibus al mediodía.
Ahí mismo, tan cerca del aeropuerto con sus aviones, con la connotación que los viajes tienen para todos los cubanos, me puse a pensar que es también por culpa de los Estados Unidos (y fíjense que no es muela) que ese 70 por ciento de cubanos vemos la emigración de una manera distinta a como la vive el resto del mundo. Todo el mundo emigra desde que el mundo es mundo, sin embargo en Cuba la cosa se ve diferente.
Los cubanos, gracias a la beligerancia de Estados Unidos hacia Cuba, tenemos otro status, otros “privilegios” como emigrantes. Yo me imagino que muchos latinoamericanos, sobre todo los mexicanos, sentirán por nosotros cierta envidia. ¿Por qué los gringos favorecen a los panas cubanos?, se preguntarán muchos de ellos. Porque esa es la emigración que prefieren en el Norte: cubana, y preferiblemente ilegal.
Dice mi amigo Rafa, quien siempre está detrás de las estadísticas y chismes políticos, que desde antes del 59 las visas que se daban para Estados Unidos también eran muy pocas. Solo clasificaban los pocos trabajadores que quisieran hacer allá los trabajos que los propios estadounidenses no querían. Los trámites se demoraban cantidad y al que se le ocurriera irse de forma ilegal ilegal se exponía a la expulsión inmediata o a la prisión.
Sin embargo, cuando triunfa la Revolución, los Estados Unidos acogieron a todos los batistianos, esbirros, estafadores, asesinos y ladrones que salieron corriendo de aquí. Desde entonces la visa dejó de ser un documento indispensable para acceder al territorio norteamericano. Ser cubano y llegar de manera ilegal eran suficientes cartas credenciales. Y sí de paso hablabas un poquito mal de Fidel, te daban propina.
Fue gracias a este acto divino de bautismo del Tío Sam, hacedor de milagros, que dejamos de ser emigrantes para ser “exiliados políticos”, a diferencia del resto de los latinoamericanos que seguían siendo extranjeros, sujetos a las leyes migratorias norteamericanas.
Después decidieron que el tema migratorio sería uno de los platos fuertes para sacar de circulación a la Revolución, de ahí que fuera tan importante “ayudar” a los “refugiados” que procedían del entonces campo socialista.

Por eso se creó el Programa de Refugiados Cubanos, se estimuló la salida de Cuba de más 14 mil niños hacia los Estados Unidos durante la Operación Peter Pan, y finalmente, en 1962, se eliminaron los vuelos y salidas legales hacia ese país. Los cubanos de aquí y sus familiares de allá, los mismos padres engañados que enviaron a sus niños se quedaron entonces sin saber qué hacer.
Entonces no quedaba otra: las salidas ilegales.
Quizás por eso en Cuba inventamos la tan polémica política migratoria, que imagino se habrá hecho más rígida después de la Ley de Ajuste Cubano en 1966.
Los yanquis entonces buscaron apoyo en los medios de prensa. ¿Resultado? Las crisis migratorias de Boca de Camarioca en 1965, la del Mariel en 1980, la de los inicios de los noventa, el robo y secuestro de aviones y embarcaciones muchas veces con lamentables pérdidas de vidas humanas, y hasta los vecinos míos que intentaron irse el pasado fin de semana, a pesar del mal tiempo anunciado por Rubiera.
No nos quieren quitar el bloqueo, a pesar de que ha demostrado su ineficacia como purgante para la Revolución. Lo mantienen porque son miles de millones de pesos los que hemos perdido año tras año, y como dice Pánfilo (el de Chequera), hay una pila de gente allá, que gracias al bloqueo, “vive del cuento”.
Estoy convencido de que nunca quisimos ese “tratamiento especial” que Estados Unidos no ha dado en diversas materias, específicamente en el tema migratorio.
Para mucha gente la emigración, es ayuda y es apoyo. No los mercenarios que hablan mal de Castro, o los Oteros que se van a ganarse limosnas a cambio de mentiras, sino los familiares y amigos que trabajan honradamente, y mandan sus remesas de mes en mes, o el tío de mi amiga pinareña, que se muere por verla otra vez. Por estos meses, el tema de la emigración está “en el bombo”, así que quizás escribiré dos o tres post.
Tomado del blog: Letra joven

Monday, September 24, 2012

La emigración cubana y su manipulación política por Estados Unidos



Las migraciones han sido parte del actuar humano prácticamente desde los inicios de la especie. Pero en el mundo globalizado y profundamente injusto de hoy, el creciente flujo migratorio internacional –alentado por las hondas desigualdades económicas y sociales, la inestabilidad política, los conflictos armados, los desastres naturales y otras causas¬–, se ha convertido en uno de los más serios problemas de la humanidad.

Miles de personas mueren todos los años intentando emigrar en precarias condiciones a través de fronteras terrestres y los mares. Otros miles, que llegan a las naciones más ricas del Norte buscando mejores condiciones de vida, son sometidos a abusivas y prolongadas detenciones y expulsados hacia sus países sin contemplaciones. Crecen las medidas restrictivas y xenófobas contra los inmigrantes en EEUU y Europa.
En este complejo y duro panorama hay una clara excepción: el tratamiento que el Gobierno de EE.UU le da a la emigración cubana con evidentes fines políticos, como parte de sus planes agresivos contra la Revolución.
Antes de 1959 eran contadas las visas que la Embajada de los Estados Unidos concedía a los ciudadanos cubanos para emigrar a ese país; lo que constituía una aspiración de millones de personas en el mundo, atraídos por el estándar de vida en la nación que emergió de la Segunda Guerra Mundial como la más rica y poderosa del planeta. Unos pocos humildes trabajadores dispuestos a asumir las duras labores que el estadounidense se rehusaba a hacer y componentes de la burguesía y de algunos sectores medios del país, eran los afortunados en esa ruleta migratoria.
Los trámites legales para que un cubano emigrara a Estados Unidos entre 1945 y 1959 eran prolongados y rigurosos. Al que ingresaba ilegalmente le esperaba sin remedio la expulsión o la prisión. Eran tan perseguidos por la “migra” como lo son ahora muchos emigrados latinoamericanos. Ahí esta el testimonio de Camilo Cienfuegos en sus cartas a la familia durante el tiempo que debió permanecer en territorio norteamericano, en la década del 50, ante la persecución de la dictadura batistiana.
Todo cambió con el Triunfo de la Revolución en 1959. Desde el primer día de la victoria de nuestro pueblo, Estados Unidos se convirtió en seguro refugio para los esbirros, torturadores, asesinos, malversadores y ladrones de la derrocada tiranía de Fulgencio Batista. El ingreso sin obstáculo al suelo estadounidense de cualquier persona que saliera ilegalmente de Cuba pasó a ser la norma. La visa dejó de ser un trámite necesario para ser recibido. La categoría de emigrante desapareció para los cubanos que salían del país, que pasaron sin excepción al tratamiento de exiliados, gracias a la política implantada por Washington.
El gobierno norteamericano, consciente de que en Cuba había una verdadera Revolución, se planteó una estrategia de hostilidad permanente hacia nuestra Patria sustentada en un feroz bloqueo económico y comercial y que tenía también al tema migratorio como uno de sus componentes esenciales para la desestabilización. Cuba pasó a formar parte de la política implementada por la Casa Blanca en los años 50 para beneficiar con el estatus de “refugiado” a los migrantes del entonces campo socialista.
Nació así el Programa de Refugiados Cubanos, a inicios de los 60, y se ejecutó la inescrupulosa Operación Peter Pan mediante la cual fueron virtualmente secuestrados hacia EE.UU más de 14 mil niños, arrancados a sus padres atemorizados por la propalación de la falsa e infame noticia de que sería suprimida la Patria Potestad en Cuba.
Tras la derrota sufrida en Playa Girón, el escalamiento de la guerra sucia contra Cuba y las tensiones de la Crisis de Octubre, el Gobierno norteamericano suprimió abruptamente, a fines de 1962, los vuelos normales y salidas legales desde nuestro país a esa nación, cortando de facto los vínculos de miles de cubanos con sus familiares en EE.UU, entre ellos la de los padres que habían enviado a sus hijos durante la Operación Peter Pan. Solo quedó el camino de las salidas ilegales.
En febrero de 1963, la administración Kennedy dio un poderoso estímulo a esas salidas al anunciar que los cubanos que llegaran a EE.UU directamente desde nuestro país serían recibidos como refugiados; mientras, quienes lo hicieran desde terceros países serían considerados extranjeros y quedarían sujetos a las restricciones migratorias norteamericanas.
Se buscaba el show político y mediático. El intento de pintar una Revolución que naufragaba. El propósito de mostrar una sociedad supuestamente quebrada y fracasada que obligaba a sus ciudadanos a lanzarse desesperadamente a la aventura migratoria.
El Congreso estadounidense dio un espaldarazo final a la perversa política al aprobar la llamada Ley de Ajuste Cubano, firmada por el presidente Johnson el 2 de noviembre de 1966. Con ella se concedía el derecho inmediato al permiso de residencia a cualquier emigrante ilegal cubano que llegara a territorio norteamericano, y al año se le otorgaba automáticamente la residencia permanente.
Esa aviesa legislación –aplicada desde entonces invariablemente y actualizada varias veces para promover aún más la emigración ilegal–, unida a la intencionada denegación de cuantiosas solicitudes de visas para la emigración legal, al endurecimiento del bloqueo y a las miles de horas de incesante propaganda subversiva y de guerra política y sicológica desde EE.UU llamando a la indisciplina social, al delito y a las salidas ilegales del país, han provocado sucesivas y graves crisis migratorias como las de Boca de Camarioca (1965) , el Mariel (1980) y la de 1994.

Impunidad, violencia y robo de cerebros

La impunidad total y los estímulos con que se ha recibido en EE.UU a todas las personas salidas ilegalmente de Cuba en estas cinco décadas, han dado lugar al robo y secuestro de embarcaciones, la piratería aérea, la violencia, el empleo de armas y hasta a asesinatos. Autores de crímenes atroces como Leonel Macías, el asesino del guardamarina Roberto Aguilar Reyes, viven hoy en la Florida al amparo de esta política.
A sectores de esa estimulada emigración ha acudido el gobierno estadounidense, la extrema derecha, los servicios especiales y la mafia cubano americano para ejecutar sus planes agresivos y terroristas contra nuestra Patria.
Esa mafia y sus representantes en el Congreso han utilizado a su antojo el tema migratorio en su agenda anticubana. Estimulan por un lado la emigración a través de declaraciones y acciones precisas como el programa Éxodo manejado por la Fundación Nacional Cubano Americana en la década de los 90, y por el otro, presionan al Gobierno norteamericano a actuar en el supuesto interés de la Seguridad Nacional de EE.UU si se produjera una nueva crisis migratoria. Sueñan con provocar un conflicto armado entre Estados Unidos y Cuba.
En todos estos años, las autoridades norteamericanas y los sectores anticubanos han alentado y priorizado la salida del país de médicos, enfermeros, profesores, ingenieros y otros profesionales universitarios o técnicos de nivel medio, en un descarado robo de cerebros. Miles de millones de dólares le han costado a la nación la pérdida de ese personal calificado formado gratuitamente en nuestras universidades y escuelas politécnicas.
No satisfechos con extraerlos del país, los persiguen por diversas partes del mundo. Vigente está el programa ideado por la administración Bush para captar médicos y otros especialistas de salud cubanos que prestan importantes servicios en decenas de países.
Permanente es también el asedio a nuestros deportistas, reconocidos en los escenarios mundiales y forjados gracias al sudor de nuestro pueblo y la capacidad de nuestro sistema de formación deportiva.
El objetivo es apropiarse desvergonzadamente del talento de la nación, e intentar desmoralizar, obstruir nuestro desarrollo, generar desaliento.
Pese a los acuerdos migratorios logrados entre Cuba y EE.UU, el gobierno norteamericano continúa aplicando para nuestra nación los esquemas de la Guerra Fría y el anticomunismo que caracterizaron la política inmigratoria de ese país en décadas pasadas.
Una y otra vez han violado esos acuerdos en diferentes administraciones, mantienen en vigencia la Ley de Ajuste Cubano que estimula la emigración ilegal y ha provocado numerosas muertes en el estrecho de la Florida, y sostienen las campañas de aliento a esa emigración y la manipulación mediática sobre este sensible tema.
Mientras más de 429 mil indocumentados fueron detenidos y más de 397 mil inmigrantes fueron expulsados de Estados Unidos en el 2011, según reconoció hace unos días el Departamento de Seguridad Interior, los inmigrantes cubanos continúan recibiendo un tratamiento privilegiado a tono con los intereses subversivos de la política norteamericana hacia nuestro país.
Cuba ha cumplido rigurosa y estrictamente sus compromisos en los acuerdos migratorios, sostiene la necesidad de garantizar una emigración legal, ordenada y segura hacia la nación norteña, mantiene una relación respetuosa con el creciente y mayoritario sector de la emigración cubana en Estados Unidos y otras partes del mundo que profesa amor a su Patria, promueve los vínculos familiares, condena el bloqueo y otras políticas agresivas contra su pueblo y defiende el derecho de nuestra nación a vivir y desarrollarse en paz, y ha dado pasos en todos estos años para hacer más fluida esa relación entre la Nación y su emigración.

Monday, September 17, 2012

Del almuerzo a la huelga




 Juan Fernández López Sábado, 15 de Septiembre de 2012 12:42
Aunque algún día pudiéramos saber cuál fue el menú del suculento almuerzo brindado por el actual jefe de la Sección de Intereses de los Estados Unidos en La Habana a Martha Beatriz Roque Cabello y otro acompañante de la nueva camada de mercenarios que fueron invitados amablemente por el diplomático estadounidense, difícilmente se llegue a saber cuáles fueron las instrucciones precisas que les impartieron los amos.

Una vieja anexionista y un pichón de mercenario asistieron obedientes a la convocatoria de John Patrick Caufield y cinco días después llega la noticia de la supuesta huelga de hambre de Martha Beatriz, en boca de El Nuevo Herald, en Miami, y de varios cibermercenarios asalariados de la SINA en La Habana, quienes trataron de internacionalizar la noticia, manipularla, distorsionarla y amplificarla.

La ansiedad de la SINA por sofocar las cosas en Cuba, el entusiasmo terrorista del Directorio Democrático Cubano de la Florida, alentador de motines en Iglesias, desórdenes callejeros y bombitas selectivas, encuentran terreno fértil en el apetito financiero de una de las más añejas en la plantilla anexa de la Sección de Intereses, que en sus esporádicas apariciones como asesora, distribuidora o fotógrafa de las “Damas de Blanco”, no ocultaba su preocupación por la pérdida de visibilidad mediática y protagonismo, a sabiendas de que la SINA –según las revelaciones de Wikileaks- había descartado a su generación, y apostaba por caras más jóvenes y aparentemente más baratas.

El poco dinero que llega a pasar las 90 millas, el que se le escapa a la mafia y al lobby anexionista congresional, cada día le llegaba menos a la organizadora de eventos, marchas y cuanto show fuera estimulado por los aportes oficiales del gobierno de EE.UU. para la contrarrevolución.

Las instrucciones, las ofertas y los planes discutidos el 5 de septiembre, aunque secretos para ese día, están ante nuestros ojos. ¿Estará en huelga real? ¿La dejarán morir? ¿Será parte del plan? ¿Se pusieron de acuerdo el gobierno norteamericano y los terroristas de Miami, o es pura coincidencia?  ¿Qué hacían un primer y segundo secretarios de la SINA en la vivienda de la “huelguista”: inspeccionaban, alentaban, supervisaban, financiaban, abastecían…?

¿Amnistía Internacional sabrá que un diplomático norteamericano ofreció un almuerzo preparatorio para la huelga? ¿Habrá comido suficiente para resistir? ¿Le habrán dado alimentos de astronautas? ¿Los tendrá en el cuarto? ¿Qué le llevaron los diplomáticos y qué le mandan con otros de países aliados? ¿Los olores a comida que escapan por las ventanas de la casa de Martha Beatriz…, será para los visitantes o para los huelguistas?

Por estos días me venía a la mente aquella frase de Martha Beatriz respecto a su competidor “el Coco Fariñas”, de quien llegó a decir esta mujer: “si se va a morir, que se muera”. Igual que ella, piensa también quien la mandó del almuerzo a la huelga.

Los tiempos tormentosos de campaña electoral en Estados Unidos y las acciones anticubanas que se generan, se prestan para acciones de todo tipo. Pero, esta ¿será unipersonal?

La "huelguista de hambre"



La huelga de Martha Beatriz y los síntomas de la resurrección      (+ video)

Por M. H. Lagarde

La telenovela sobre el deteriorado estado de salud de la "huelguista de hambre" Martha Beatriz Roque que algunos medios de prensa han estado ofreciéndole a sus lectores adolece, como suele ser regla en las campañas mediáticas contra Cuba, de serios problemas de credibilidad.
Cambios en Cuba entrevistó en exclusiva a la Doctora en Medicina General Integral y directora del Policlínico Luis Pasteur Anabel Cárdenas quien, junto a la también doctora Odette Garrido Amable se presentaron en horas de la tarde del pasado jueves 13 -a pedidos de los “huelguistas”- en la casa de la “disidente” Martha Beatriz Roque para ofrecerle asistencia médica a una de sus seguidoras.
Según cuenta la doctora Garrido, aunque los presuntos huelguistas se esforzaban por tomar agua constantemente en su presencia, ninguno de los seis “huelguistas” que permanecían en casa de Martha Beatriz ofrecía síntoma alguno de deterioro de sus síntomas vitales.
En el caso específico de Martha Beatriz, aunque en un inicio se presentó ante los médicos mostrando cierta debilidad al andar, luego se le pudo ver conversando animadamente con la docena de sus partidarios allí presentes y levantándose y acostándose sin pesar alguno en su cama, algo absolutamente inconcebible en el caso de una enferma de diabetes que, desde hace tres días, según ha declarado a las agencias de prensa, no ha ingerido alimento alguno.
Ambas doctoras del Policlínico ubicado en el municipio habanero de Diez de Octubre, coinciden en que si un enfermo de diabetes deja de comer en las primeras veinte y cuatro horas presentaría síntomas de debilidad, sudoración, calambres y hasta perdida de la conciencia, etc; cuadro médico que en ningún momento presenciaron en la líder de la llamada huelga.
Vale recordar que en una huelga anterior realizada por la “disidente” Martha Beatriz, su estado fue tan “extremo” que llegó a recibir, según publicó el periódico de Miami, El Nuevo Herald, la extremaunción de un sacerdote.
No sería de extrañar por tanto que esta vez, como entonces, Martha Beatriz nos alegre pronto con otra de sus resurrecciones.

Friday, September 07, 2012

La añorada contaminación de la crítica revolucionaria. Algunas reflexiones


Enrique Ubieta Gómez

En mi artículo “El falso mapa de Ted Henken”, publicado en este blog el 9 de junio de 2011, advertía que existe una manifiesta intención de establecer puentes de acceso público o de visibilidad para la contrarrevolución cubana, que esta no puede conseguir por sí misma, al carecer de liderazgos auténticos en la sociedad. Uno de los medios es la contaminación del espacio crítico revolucionario. Anular la diferenciación entre la derecha, asociada a diferentes formas de implementación del capitalismo (en nuestros días, las diferencias de políticas económicas entre los Blair y los Cameron en Gran Bretaña, o entre los Zapatero y los Rajoy en España, son invisibles para los propios electores de esos países, que castigan a unos y a otros en las elecciones, sin otra opción posible, según estén estos en el gobierno, cuando comprueban que se repiten los resultados) y la izquierda. Términos ambiguos, ya lo he dicho, sobre todo porque la derecha ha construido su propia izquierda, que se nos vende como democrática, pero que es funcional al sistema, a veces más funcional que la presunta derecha; y porque la izquierda revolucionaria todavía no acaba de superar la parálisis teórica en torno a sus errores y desvíos históricos.
La contaminación del espacio crítico parte de la aceptación de que el imaginario social cubano es de izquierda revolucionaria. Por eso:
–El primer objetivo y el de más alcance, es quebrar la identidad histórica entre Gobierno y Revolución (presuntamente, el Gobierno cubano construye hoy en secreto un nuevo capitalismo). Se aprovecha, de forma oportunista, la ausencia pública del máximo inspirador del proyecto revolucionario histórico, el compañero Fidel. Y se construye el “estigma” artificial de “oficialista”, en oposición al de “independiente”, para calificar a quienes defienden el proyecto revolucionario. La alianza de una supuesta izquierda –que declara estar más a la izquierda que los gobernantes cubanos– y una muy clara derecha en la subversión del Estado revolucionario, para construir un Estado… ¿democrático burgués?, con el aplauso y los fondos de todos los imperialismos, resulta una evidencia esclarecedora.

–El segundo objetivo es la contaminación de ese imaginario con presupuestos de una izquierda no revolucionaria, restauradora del capitalismo, que utilice a conveniencia la terminología revolucionaria y eluda las definiciones para pasar inadvertida; que aliente el combate contra el Gobierno cubano “por no ser suficientemente revolucionario”, y que simultáneamente teja una urdimbre conceptual que “supere” la visión revolucionaria. Ese “nuevo” pensamiento pretende abolir el dilema “socialismo-capitalismo” y sustituirlo por uno falso: “democracia-totalitarismo”. ¿Habrá que explicar, a estas alturas, que la democracia real es anticapitalista, y que el capitalismo es por naturaleza totalitario?  En el mundo caótico en el que vivimos no puede concebirse una izquierda que no sea anticapitalista.
–El tercer objetivo sería entonces romper el nexo histórico entre rebeldía juvenil y Revolución. Contaminar el espacio de la crítica revolucionaria, es decir, incorporar en él a la crítica contrarrevolucionaria. Hacer que la Crítica pierda sus apellidos, para legitimar a los actores invisibles de la contrarrevolución. Se estimula un concepto anti-heroico de la rebeldía sustentado en el cansancio, en la renuncia a ser diferentes, en la aceptación acrítica del consumismo, en el individualismo burgués. La rebeldía asociada al cuerpo, a la moda, a la irreverencia, que intenta oponer a jóvenes y viejos. Que lo rebelde se convierta en la negación de lo rebelde: la crítica despiadada a la Revolución desde el hastío y la exigencia individual(ista) de “una vida mejor”. Se manifiesta como negación, no como superación.
Frente a este juego, a veces perdemos tiempo señalando el sentido mercenario de los actores. ¿Perdemos tiempo? No puede obviarse ese “detalle” –que en todos los países del mundo conlleva largas penas de cárcel–, pero el enemigo intenta convertirlo en una discusión bizantina, retórica, que solo tiene demostración en casos aislados. Algunos involucrados en la recepción del dinero sostienen con cinismo que es lícito recibir “esa ayuda”. Eliécer Ávila, por ejemplo, que es presentado como “un joven cubano”, lo dice: “La única manera que usted logra [hacer política] es obteniendo algún tipo de financiamiento. Y es cierto que a veces, en la búsqueda de uno estar vivo políticamente, es cierto que hay personas que pueden aceptar algún tipo de ayuda que en un futuro pueda comprometerlos”. Hay diversos frentes de batalla, pero el más importante es el de las ideas. Mi enemigo es todo aquel que intente restaurar el capitalismo en Cuba, reciba dinero o no de una potencia extranjera. Porque aún si lo hace desde la honestidad de sus creencias, lo sepa o no, con ello sirve al imperialismo; y el triunfo de sus intereses en Cuba es, quiéranlo o no esos defensores de la fe del Capital, la derrota de la soberanía nacional y del proyecto martiano de República, que se sustenta en la justicia social.
El agente revolucionario Raúl Antonio Capote, infiltrado en la CIA, fue instruido por esta para crear un proyecto cultural similar al de Estado de SATS. Proyectos análogos fueron utilizados con anterioridad –lo que está documentado en informes desclasificados de la CIA–, en países de Europa el Este. Capote fue “quemado” como agente revolucionario, y apareció Rodiles. Probablemente Rodiles, que invita a sus actividades a funcionarios de la Oficina de Intereses de los Estados Unidos en Cuba (como se conoce, estos funcionarios son en su mayoría agentes de inteligencia de ese país), sea agente o colaborador de la CIA. Digo probablemente, no puedo probarlo porque no es mi trabajo, sigo un razonamiento lógico; pero si no lo fuera, les hace su trabajo. “Su” centro no es un espacio de estudio o de debates académicos abiertamente identificado con el liberalismo, es decir, con el capitalismo, no busca la verdad científica sino el poder político, su misión es subversiva. La pregunta es: ¿es legítima la existencia en Cuba de un centro político que alienta la subversión desde criterios francamente liberales, con el apoyo abierto del imperialismo estadounidense?
En el libro Cuba, ¿revolución o reforma? preguntaba: “¿Aceptamos que existe una guerra política que pretende el cambio de sistema en Cuba, es decir, la restauración del capitalismo? ¿Aceptamos que esa guerra es alentada, promovida, incluso financiada desde el exterior, por intereses no cubanos, con independencia de que existan cubanos que la respalden?, ¿que más allá de la posible existencia de “asaltantes de fe” (personas convencidas del ideal capitalista), lo que prima en el asalto y determina el sentido de esa guerra de reconquista, son los intereses de poderosas esferas de poder (expropietarios nacionales, trasnacionales y gobiernos imperialistas)?” Más adelante reproducía una esclarecedora reflexión del archireaccionario activista español Juan Carlos Castillón, publicada en Penúltimos días: “Pocos luchan mejor por sus países de adopción que los inmigrantes [...] Posada Carriles ha sido soldado estadounidense en tiempo de guerra y eso le da derecho a estar en Estados Unidos. (…) Porque aunque nos hayamos olvidado de ella y la hayamos relegado a ese cajón en que se guardan los recuerdos molestos, la Guerra Fría fue una guerra real. Una guerra en la que participaron numerosos exiliados en contra de los estados que dirigían sus naciones.”
¿Terminó la “guerra fría”? La actual puede enarbolar los más disímiles nombres, pero pretende lo mismo: imponer relaciones mercantiles que se subordinen al gran capital financiero y descarriar o derrocar cualquier intento por encontrar caminos alternativos. Es una guerra no declarada, y sin embargo pública: el Congreso estadounidense aprueba todos los años millonarias sumas para la subversión en Cuba y mueve otras de manera menos visible, disfrazadas de premios, proyectos y becas, para apoyar a activistas “independientes” y para comprar a intelectuales y periodistas, como sucedió durante el juicio a los Cinco antiterroristas en Miami. La batalla de ideas, la guerra cultural, se hace más intensa y más sutil. La contaminación de los espacios es uno de ellos.
Hablemos claro: la “democracia” capitalista que se nos vende no contempla a los comunistas en el poder; la democracia revolucionaria que defendemos, no contempla a los capitalistas en el poder. Así de sencillo. Por eso resulta incomprensible desde la buena fe, que algunas personas que se definen en la super izquierda defiendan –desde categorías francamente burguesas–, el “derecho” político de los propugnadores, pagados o no, del capitalismo neocolonial. El abrazo nacional no puede producirse en la orilla capitalista. La aceptación de lo diverso parte de reconocer que el socialismo (no socialdemócrata, hablo del anticapitalista) es la plataforma nacional. La necesaria unidad de la nación no presupone la homogeneidad del pensamiento, ni la unanimidad de criterios, debe estimular el debate y la crítica revolucionarias, siempre en oposición a las de la contrarrevolución; pero la unidad de la nación la proporciona el proyecto colectivo de justicia social, anticapitalista, que garantiza y es garantizado por la soberanía nacional.