Rodobaldo Martínez Pérez ¡ahora!
rodo@enet.cu
La defensa de la Revolución en estos momentos pasa por un elemento clave llamado acierto, porque de la manera con que actuemos depende la materialización del proyectado ModeloCubano.
En las palabras de Raúl Castro “sin prisa, pero sin pausa”
descansa una proposición valiosa para la
realización: no aceleremos los pasos, porque la velocidad por llegar a la meta
puede introducir el virus de la equivocación y ese lujo no nos los podemos dar.
Valen la mesura y la
inteligencia en el obrar, de ningún modo el temor a una pifia, importan la
claridad en los caminos lejos de las improvisaciones y por senderos que nos den
confianza, porque los cómos son tan decisivos como los qué.
Se trata de actuar sin medias tintas y acabar de acometer
con el rigor que impone el momento, porque acabamos repitiendo y repitiendo lo
que debemos hacer, en vez de crear, y obviamos el valor del tiempo.
Debemos tener claro que de la forma con que operemos depende
la subsistencia de la Revolución. Planificamos el futuro cubano y apostamos al
si podemos.
Hay muchas cosas necesarias de erradicar como las
indisciplinas sociales requeridas primero de un proceso educativo de afianzar
valores. Mientras no suceda eso, el resultado será el mismo.
El respeto, en estos casos,
no es una opción de conducta
personal es un imprescindible, porque sin él no puede hablarse de actuaciones
correctas en las medidas y mucho menos de disciplinas.
Se requiere respeto desde el más elemental detalle de la
familia, que debe saber enseñar, a cada uno de sus miembros, donde está el límite
, hasta como evitar el más complejo
problema en la sociedad, que pasa, siempre, por el comportamiento cívico de
cada quien.
El plan general de
ordenamiento territorial y urbanismo como instrumento integrador de la sociedad, es un
proyecto de control generador de pautas de corrección que incluye el porqué no
se puede construir una vivienda en la duma de la playa o en la misma acera
hacer una escalera o colocar un poste.
Eso pasa por el respeto a la ley, porque incumplirla cae en
el bulto de las ilegalidades de todo tipo, los delitos y los otros males y
perjudican a la población.
Los propios ciudadanos son los primeros dañados y deben velar en sus barrios por la
prevención y enfrentamiento al delito o la corrupción de cualquier magnitud.
El enfrentamiento debe realizarse con inteligencia decisión,
constancia, meditación y, sobre la base,
de que a la postre beneficiará a todos, desde la casa, cuadra, comunidad, ciudad
y sociedad en sentido general, sin temor al qué dirán, porque nos asiste la
razón, como país civilizado, de
coexistir con el mayor orden posible y el pueblo funge como guardián.
Es un combate contra todo lo mal hecho para potenciar el
modelo socialista cubano, regido por los lineamientos del VI Congreso del
Partido Comunista y los objetivos de la
Primera Conferencia Nacional.
Hay que aprovechar la combatividad en cada barrio y tener como pilar esencial apelar a la vergüenza de cada
individuo, con nuevas formas que
garanticen la unidad y cooperación entre los vecinos y organizaciones de la
comunidad, sociales y laborales.
El dialogo, la
reflexión y el convencimiento deben estar a la orden del día para romper dogmas, malos hábitos
y tabúes con la participación decisiva de los principales
actores, como clave de todo proceso revolucionario y con la sabiduría y experiencia impuesta en cada acción.