Columnas

Sunday, August 05, 2012

El valor del acierto



Rodobaldo Martínez Pérez ¡ahora!
rodo@enet.cu

La defensa de la Revolución en estos momentos pasa por un elemento clave llamado acierto, porque de la manera con que actuemos depende la materialización del proyectado  ModeloCubano.

En las palabras de Raúl Castro “sin prisa, pero sin pausa” descansa una proposición  valiosa para la realización: no aceleremos los pasos, porque la velocidad por llegar a la meta puede introducir el virus de la equivocación y ese lujo no nos los podemos dar.
Valen  la mesura y la inteligencia en el obrar, de ningún modo el temor a una pifia, importan la claridad en los caminos lejos de las improvisaciones y por senderos que nos den confianza, porque los cómos son tan decisivos como los qué.
Se trata de actuar sin medias tintas y acabar de acometer con el rigor que impone el momento, porque acabamos repitiendo y repitiendo lo que debemos hacer, en vez de crear, y obviamos el valor del tiempo.
Debemos tener claro que de la forma con que operemos depende la subsistencia de la Revolución. Planificamos el futuro cubano y apostamos al si podemos.
Hay muchas cosas necesarias de erradicar como las indisciplinas sociales requeridas primero de un proceso educativo de afianzar valores. Mientras no suceda eso, el resultado será el mismo.
El respeto, en estos casos,  no es  una opción de conducta personal es un imprescindible, porque sin él no puede hablarse de actuaciones correctas en las medidas y mucho menos de disciplinas.
Se requiere respeto desde el más elemental detalle de la familia, que debe saber enseñar, a cada uno de sus miembros, donde está el límite , hasta  como evitar el más complejo problema en la sociedad, que pasa, siempre, por el comportamiento cívico de cada quien.
El plan general de ordenamiento territorial y urbanismo como  instrumento integrador de la sociedad, es un proyecto de control generador de pautas de corrección que incluye el porqué no se puede construir una vivienda en la duma de la playa o en la misma acera hacer una escalera o colocar un poste.
Eso pasa por el respeto a la ley, porque incumplirla cae en el bulto de las ilegalidades de todo tipo, los delitos y los otros males y perjudican a la población.
Los propios ciudadanos son los primeros  dañados y deben velar en sus barrios por la prevención y enfrentamiento al delito o la corrupción  de cualquier magnitud.
El enfrentamiento debe realizarse con inteligencia decisión, constancia, meditación y,  sobre la base, de que a la postre beneficiará a todos, desde la casa, cuadra, comunidad, ciudad y sociedad en sentido general, sin temor al qué dirán, porque nos asiste la razón, como país civilizado,  de coexistir con el mayor orden posible y  el pueblo funge como guardián.
Es un combate contra todo lo mal hecho para potenciar el modelo socialista cubano, regido por los lineamientos del VI Congreso del Partido Comunista y  los objetivos de la Primera Conferencia Nacional.
 Hay que aprovechar  la combatividad en cada barrio  y tener como pilar  esencial apelar a la vergüenza de cada individuo, con  nuevas formas que garanticen la unidad y cooperación entre los vecinos y organizaciones de la comunidad, sociales y laborales.
 El dialogo, la reflexión y el convencimiento deben estar a la orden del día  para romper dogmas, malos hábitos y tabúes  con la  participación decisiva de los principales actores, como clave de todo proceso revolucionario y  con  la sabiduría y   experiencia impuesta en  cada acción.