Columnas

Saturday, June 04, 2022

Fidel, mi héroe

Rodobaldo Martínez Pérez

rodobaldo@ahora.cip.cu

Soy comunista porque me enseñó Fidel, mi maestro, mi mejor amigo, mi jefe. El comunista debe caracterizarlo, siempre, el análisis objetivo de la verdad y la forma más correcta de llevar adelante su proyecto, aún en medio de las situaciones más difíciles.

 Así es Raúl Modesto Castro Ruz, quien llega, este 3 de junio, a sus 91 años, con el eterno privilegio de tener a Fidel como hermano, sentimiento de amor  recíproco entre ambos, expuesto en disímiles momentos, desde la misma niñez y a través de la Revolución.

Siempre fue mi héroe desde la infancia, mi más cercano compañero, pese a la diferencia de edad.

Aquel niño travieso, a decir de Fidel, “entonces un poco malcriado”, al que “tenía que regañarlo” y “en la casa siempre peleando con él…”, no hacía más que buscar la atención de su héroe.

“Yo, cuando iba de vacaciones, escuchaba sólo críticas de nuestros padres, les digo: Denme la responsabilidad, yo me ocupo de él y entonces empecé. Él estaba por la libre allí. Más tarde, le di a leer algunos libros, le interesaron, le desperté el interés por el estudio y entonces concebí la idea de que él había perdido equis tiempo, que pudiera hacer estudios universitarios y había una vía, que era a través de la llamada carrera administrativa”.

Una vez en La Habana, Raúl siguió siempre a Fidel. Juntos tejieron los sueños de una Revolución “con todos y para el bien de todos”.

Al que vio crecer; quien lo fastidiaba en el colegio La Salle, en Santiago de Cuba y aquel que lo persiguió hasta La Habana; esta vez lo siguió sin cuestionamientos al Moncada. Sintió como nunca antes, la responsabilidad de hermano mayor. Así se lo confesó a Ignacio Ramonet, en su memorable entrevista 100 Horas con Fidel.

“A Raúl, recién reclutado, lo envío con el grupo que debe cumplir una misión relativamente más peligrosa, importante, pero tampoco a mi juicio demasiado complicada. Sentía sobre mi conciencia todo el peso de la responsabilidad ante mis padres de incluirlo, a su edad, en aquella audaz y temeraria acción”.

Juntos siguieron, luego, en prisión. En carta enviada a sus padres, Fidel escribía en singular y en plural, trastocando personas y números gramaticales. Probablemente, porque consideraba que eran dos y uno a la vez, como fue luego en todos los momentos hasta hoy.

Al hablar del tiempo en la prisión junto a Fidel, jocosamente Raúl decía que no le fue tan mal, porque tuvo uno de los cocineros más famosos del mundo: Fidel Castro Ruz.

"En la celda estaba la pequeña cama de él y pusieron otra para mí. La comida del presidio […] era malísima, nos permitían una pequeña hornilla eléctrica. Con lo que nos mandaba la familia y con la comida del presidio, todos los días me arreglaba el almuerzo. Él lo hacía para que yo me alimentara, porque era muy delgado y por la inactividad nunca tenía apetito, por tal motivo él me cocinaba.

Raúl en ese constante amor por la familia escribe: “Mis queridos padres: Espero me perdonen la tardanza en escribirles, no piensen que es por olvido o falta de cariño; he pensado mucho en ustedes y sólo me preocupa que estén bien y que no sufran sin razón por nosotros (…) No se molesten por nosotros, no hagan gastos ni derrochen energías. Se nos trata bien, no necesitamos nada. En lo adelante les escribiré con frecuencia para que sepan de nosotros y no sufran”.

Varias veces, al tener el privilegio de conversar con Ramón Castro, papá como le decía Raulillo, así prefería llamarlo su padre  Don Ángel,  exclamaba: “Ese muchachito era travieso, se fajaba con Fidel y yo tenía que salir a defenderlo”.

Cuando vino de La Habana el viejo lo puso al frente del bar, algunos acostumbraban a irse sin pagar, pero con Raúl se acabó ese mal hábito, porque salía a fajarse con el más pintado.

Continúa Mongo cuando venían de vacaciones, tenía que organizarles juegos de pelotas y boxeo para Fidel, pero ante el primer problema ya Raúl estaba enredado con alguien, imaginen mi situación, eran mis hermanos, con  mis trabajadores de la finca y “yo en el medio”.

En el cuarto que compartieron los tres varones desde los días del trió de “bandidos” del Colegio La Salle y las noches de lucha a almohadazos, Mongo resolvía apagando la luz.

Al conocer sobre el desembarco del Granma, confió tanto en volver a ver a sus hermanos que compró un pavo y lo guardó por dos años en su nevera, hasta comérselos juntos para celebrar el regreso a casa.

Durante la lucha insurreccional en las montañas, Mongo suministró una imprenta, combustible, técnica, medicamentos y otros insumos  al Segundo frente guerrillero, que fundó Raúl y llevaba a su madre, Lina, para que lo viera.

En todos los momentos Fidel declaró su confianza plena en Raúl, para sustituirlo en caso de su muerte. “Y para tomar las medidas de precaución, porque aquí hay que estar prevenidos contra todo, le voy a proponer a la Dirección del Movimiento 26 de Julio, que designe al compañero Raúl Castro, Segundo Jefe del Movimiento 26 de Julio. 

 Lo hago, no porque sea mi hermano —que todo el mundo sabe cuánto odiamos el nepotismo— sino porque, honradamente, lo considero con cualidades suficientes para sustituirme en el caso de que yo tenga que morir en esta lucha; porque, además, es un compañero de muy firmes convicciones revolucionarias, que ha demostrado su capacidad en esta lucha, que fue de los que dirigió el ataque al Moncada, de los que estuvo dos años en la cárcel, de los que organizó el Segundo Frente “Frank País”, y de los que han dado relevantes pruebas de capacidad como organizador y como líder”.

(…) “Y al plantear aquí la necesidad de que el pueblo esté alerta y esté prevenido contra cualquier agresión en la persona de uno de sus dirigentes, al plantear aquí esa necesidad, lo hago con una honrada convicción, de hombre que le preocupa no solo el presente sino también el futuro de la patria, de hombre que le preocupa la patria no solo mientras viva sino también cuando muera. 

 Y al plantear aquí que considero que el compañero Raúl Castro podría sustituirme en este caso, no es que yo decida unilateralmente, sino yo quiero consultar con el pueblo si está de acuerdo (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”).”

Un momento muy especial, de su discurso en la clausura del Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba, el 22 de diciembre de 1975, dijo que sentía orgullo de Raúl como revolucionario y sobre todo, como hermano.

“En el caso del compañero Raúl, en realidad es para mí un privilegio que, además de un extraordinario cuadro revolucionario, sea un hermano. Esos méritos los ganó en la lucha y desde los primeros tiempos. La relación familiar sirvió para que lo enrolara en el proceso revolucionario, lo invitara al Moncada”.

(…) Había que cuidar a los líderes extraordinariamente, porque estaban jugando un rol decisivo. Fueron aquellos tiempos críticos. Y yo hube de plantear; bueno, si me matan a mí, queda Raúl, y no van a liquidar la Revolución”.

El Comandante reiteraría su confianza en Raúl, una y otra vez, como el 10 de octubre de 1997, en el discurso pronunciado en la Clausura del V Congreso del Partido Comunista de Cuba:

“La vida nos ha deparado muchas satisfacciones y muchas emociones, mucha suerte, y digo realmente que ha sido una suerte para nuestro Partido, nuestra Revolución y para mí que hayamos podido disponer de un compañero como Raúl, de cuyos méritos no tengo que hablar, de cuya experiencia, capacidad y aportes a la Revolución no es necesario hablar. Es conocido por su actividad infatigable, su trabajo constante y metódico en las fuerzas armadas, en el Partido. Es una suerte que tengamos eso”.

(…) A algunos compañeros que hablaban de cosas de seguridad, yo les decía: “Cuiden a Raúl más que a mí, porque a Raúl le queda más juventud, más energías que a mí” y añadía: “Si fuera el imperialismo no andaría tratando de liquidar a Fidel, sino andaría tratando de liquidar a Raúl”, porque yo le llevo unos cuantos años a Raúl. Espero que ustedes puedan contar con él mucho más tiempo”.

Así es Raúl enemigo de las consignas vacías y triunfalistas, de los adulones, esos quienes dicen siempre sí al jefe, sin complacerse jamás con lo realizado, amante de la familia, los amigos, la lealtad y la absoluta confianza en los principios, provocar la discrepancia, con valentía defender sus criterios, a cualquier costo,  sensibilidad para con los problemas de los demás, ser absolutamente honestos en todos los momentos, adelantarse a los hechos,  hay que cambiar, porque cambian las circunstancias y en todos los momentos la mayor vinculación con el pueblo.

Porque Fidel es Fidel, y Raúl es Raúl, ambos fueron los primeros en decírselo el uno al otro.

 

 

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