Rodobaldo Martínez Pérez
rodo@enet.cu
El desarrollo exitoso de la XVII Cumbre del MNOAL, en
Isla Margarita, Venezuela, representó un duro golpe, para quienes intentaron
que se suspendiera o fracasara, como forma de hacer prevalecer los intereses espurios
de la clase retrógrada, opuesta a la voz mayoritaria de los pueblos.
No solo el país sureño demostró su capacidad de
organizar eventos como este, pese a la virulenta oposición, sino que ofreció un
espacio para que las fuerzas defensoras de la paz, la unión, la no injerencia
en los asuntos internos de los países, el desarme y la integración se manifestaran
en contra de los que esclavizan y desean un modelo político favorecedor de su
clase pudiente.
Con dicha reunión, Venezuela asumió hasta el 2019 la
presidencia del Movimiento, solo precedida por Colombia y Cuba en el área latinoamericana
anteriormente y se comprometió a que su
nación será una ideal tribuna para promover la solidaridad mundial, las
independencias nacionales y la rehabilitación del MNOAL acorde a los desafíos
actuales.
Por tanto, la
declaración final, no podía estar ajena a: consolidar el nuevo orden
internacional, sobre la libre determinación de los pueblos, el desarme y la no
proliferación de armas nucleares, los derechos humanos y su garantía, las
sanciones unilaterales y la lucha contra el terrorismo.
Están también la situación del Medio Oriente y Palestina, la refundación de
la Organización de Naciones Unidas (ONU), la selección y el nombramiento del
secretario general de la ONU, las operaciones para el mantenimiento de la paz,
las metas del desarrollo sostenible y el programa 2030, la promoción de la
educación y el desarrollo tecnológico.Además del cambio climático, la nueva gobernanza mundial, la cooperación Sur-Sur, la solidaridad internacional, el tema de los refugiados y migrantes, la juventud, la mujer, la paz y la seguridad, con un nuevo orden internacional de la información.
El texto plantea el impulso de nuevas alianzas, como son el grupo de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) y avanzar en planes de trabajo consonantes con la Agenda 2030 de la ONU, que tiene entre sus ejes centrales la paz y la erradicación de la pobreza.
Como dijo Nicolás Maduro en las conclusiones: La
Declaración de Margarita recoge una actualización importante que "va a
mover al mundo", porque "más allá de la hegemonía de los medios de
comunicación, más allá del espíritu guerrerista de Estados Unidos y la agenda
de recolonización, del nuevo Plan Cóndor, tenemos un plan de lucha renovado
para la paz".
Lo que acaba de ocurrir recuerda lo sucedido en la
Conferencia de Washington en 1899, cuando Martí alertó a los pueblos del
continente sobre los propósitos yanquis y la necesidad de unirse como único
freno ante la avalancha del Norte. Raúl Castro, en la Cumbre del NOAL, también, calificó a la unidad, como
algo indispensable si queremos supervivir en este mundo complejo.
El presidente cubano la llamó alternativa ante los
enormes peligros y desafíos en defensa de intereses comunes y la justifica en
que obrar como un potente bloque en la salvaguarda de los derechos del Sur,
como un contén al malvado propósito de desaparecernos.
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