Columnas

Friday, August 18, 2023

Escuela y el maestro en Cuba

Por Rodobaldo Martínez Pérez

rodobaldo@ahora.cip.cu

La escuela y el maestro que necesitan la Cuba del presente y el futuro, para el éxito de nuestra Revolución, tienen que ser un modelo moral, en que todos eduquen.

 Sin ninguna duda los educadores requieren ser ejemplos siempre, constantes motivadores y combatir la más ínfima desviación que se aparte de los valores de la sociedad que queremos, el estudiante, muchas veces, aprende más de lo que ve hacer.

Como siempre Fidel recuerda la brújula: “El educador debe ser un activista de la política revolucionaria de nuestro Partido, un defensor de nuestra ideología, de nuestra moral, de nuestras convicciones políticas. Debe ser, por tanto, un ejemplo de revolucionario, comenzando por el requisito de ser un buen profesor, un trabajador disciplinado, un profesional con espíritu de superación, un luchador incansable contra todo lo mal hecho y un abanderado de la exigencia…”

Nos urge rescatar a ese maestro ciudadano ejemplar, que todos imiten, respeten y admiren con amor, transformador de la realidad, que enriquezca la cultura, la historia enfrente con sus alumnos desafíos y enseñe a resolver problemas de la cotidianidad.

Un excelente ejemplo, entre tantos de la fecunda tradición pedagógica cubana, lo es José de la Luz y Caballero, para quien  el deber del maestro era inculcarles a los alumnos que pensaran por sí mismos. Considera como concepción pedagógica que el punto de partida del conocimiento era la experiencia y la observación. Sus ideas y enseñanzas se nutrieron de los valores patrios, los que estuvieron presentes para combatir por las causas de la justicia y el honor a lo largo de nuestra historia.

Y todo lo anterior se hilvana con la línea de Miguel Díaz-Canel, presidente de la República, cuando, recientemente, refrenda  la importancia de preparar bien “a los profesores con ese concepto de ciudadanía en las condiciones nuestras, para que la transmisión de saberes en pos de una formación humanista tenga éxito, asunto totalmente estratégico para la Revolución.

Es la base para comprender la realidad de hoy desde el materialismo dialéctico e histórico, que permitirán dominar, en su integralidad, muchos porqués que se acumulan entre las actuales generaciones que conviven en la Nación.

 Temas o conceptos que requieren debates desde las mismas aulas como las reales consecuencias del criminal bloqueo, independientemente de los obstáculos internos, el porqué necesitamos cultivar la conciencia revolucionaria, el ejercicio de la democracia, de la crítica y autocrítica, de la participación colectiva para la toma de decisiones y de fortalecer la concepción como popular poder.

Con el fortalecimiento de la pedagogía social se percibirá mejor nuestros contextos cotidianas, de qué es el Socialismo y Cuba solo está en ese camino, cuál es el desempeño del Gobierno en la actualidad, la importancia del municipio,  porque tenemos apagones, mantenemos la libreta de abastecimiento,  de la vulnerabilidad de un barrio, por qué son las alianzas, el trabajo intersectorial e interdisciplinario.

Entender  que cuando se habla de resolver problemas desde la ciencia, la tecnología y la innovación,  se  cultiva esa actitud desde la más temprana edad, en saber desarrollar el natural espíritu indagatorio.

 Esa formación integral de los alumnos, como dirección del avance humano, demanda, hoy más que nunca, enlazar elementos de carácter afectivo, intelectual y ejecutor,  porque no se puede hablar de cultura general total sin una cultura de la ciencia en la formación de un maestro más completo, ajustado a los nuevos tiempos.

Definitivamente la Escuela debe terminar de trascender como el centro más vital de la comunidad, una teoría bien desplegada, que no se consolida en la práctica, tan urgente para las perspectivas  de consolidar las relaciones humanas entre el profesor, estudiante, familia, sociedad tan esenciales para la pedagogía social,  educación popular y el trabajo comunitario, desde el método científico para una integral labor pedagógica.

Cuán necesarios volver al Aforismo de Luz y Caballero: “Instruir puede cualquiera, educar sólo quien sea un evangelio vivo; Quien no sea maestro de sí mismo, no será maestro de nada; Todo en mí fue, y en mi patria será; Háganse respetables los maestros y serán respetados;  Tengamos la educación y tendremos Cuba”.

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