Con la sumarísima frase:
“Aceptamos Giros. Arturo”, enviada por Juan Gualberto Gómez a Nueva
York, al acceder a la propuesta, de la emigración, para iniciar la Guerra
Necesario por la independencia definitiva que, con el Grito de Yara, el lunes
24 de febrero de 1895, los cubanos vuelven al machete, pero ahora dotados de
una concepción integral, con el principio fundamental de la unidad.
Después de varios años de organización Martí logra la titánica encomienda de juntar a los veteranos mambises de las guerras del 1868 y la denominada Chiquita con los “pinos nuevos”.
Así escribe, en 1893, a Maceo: “Las manos las he tenido ocupadas desde entonces en una labor bestial y sin descanso,- en atender, de una tierra en otra, a lo grande y a lo pequeño,- en ir levantando, hombre por hombre, todo este edificio…”.
Martí dedica totalmente sus fuerzas para la preparación de la llamada Guerra Necesaria y domina, con total exactitud, los factores que dieron al traste con las contiendas anteriores, como la división interna de las fuerzas, las indisciplinas de las tropas y, en su magistral organización, no quería volver a tropezar con esas funestas piedras.
Los diversos viajes, a diferentes ciudades americanas, conjuntamente con sus constantes discursos constituyen, otras variantes escogidas, para la extensión de sus meticulosos planes.
Desde 1890 hasta 1895 explica, minuciosamente, sus ideas a patriotas de más de 60 lugares, de los objetivos de la Revolución y para recaudar fondos económicos muy necesarios.
Por eso subraya a Maceo: “Esto es lo que estoy escribiendo entre un mitin y otro. Vengo de tres días de esfuerzo angustioso en Tampa, para ponerle un poco de harina al pan…” Más adelante le reitera: “No espere, pues, de mí, - harto lo sabe usted-, precipitación alguna…”.
Tuvo el inconveniente de no poder desarrollar la labor cara a cara en su amada Cuba, pero está convencido de la necesidad de poner al tanto a las decisivas fuerzas internas.
A José Dolores Poyo Estenoz, periodista, escritor, poeta, lector de tabaquería y amigo cercano escribe: “Pero el domingo sigo viaje, a ordenar con dos entrevistas la propaganda en La Habana…” Cada misiva revela la conexión de pensamiento, vocación latinoamericana, internacionalista e intachable conducta personal.
El 14 marzo de 1892 nace el periódico Patria y el 10 de abril, del propio año, el Partido Revolucionario Cubano para sumarse a los esfuerzos de, mediante la batalla de ideas, aglutinar fuerzas para la conflagración, advertir la importancia de su porqué, desde las mismas raíces, para hacer comprender su intensa actividad ideológica y organizativa.
Convencido de que los participantes deben persuadirse de la utilidad del acaecimiento y la seguridad de que ahora, a diferencia de las dos anteriores contiendas, tiene más posibilidades del triunfo definitivo de España.
La epopeya de 1895 la caracteriza diferentes etapas para su consecución, pero nunca se abandona, incluso después de su comienzo, las fases de divulgación y análisis de sus propósitos.
Quienes fueron a combatir lo hacen conscientes de su lugar y aporte. La guerra fue con machetes y artillería, pero, también, obra de pensamiento.
Al Maestro se impone recurrir en busca de argumentos sustentos teóricos sobre el tema, al que considera ley suprema, raíz de la dignidad humana y elemento vital para considerar una acción seria.
Cuando hay que comenzar de cero, porque se pierde todo; levantarse y echar a andar, aún con desmotivaciones, Martí en enero de 1895, da ejemplarizante lección de saberse sobreponer a las adversidades, cuando al tenerlo todo listo de un zarpazo ver esa paciente obra destruida en minutos, por el fracaso de la Fernandina, nombre de ese puerto, en la Florida, desde donde saldría la malograda expedición.
Otros, en tan difíciles circunstancias, abandonan, ante tan inesperado contundente golpe al perder los recursos bélicos para comenzar la guerra, pero la Isla aguarda por la Orden de Alzamiento.
Varias cartas, por esos días, reflejan su estado de ánimo. A Máximo Gómez dice: “Sofoco la indignación; pero me ahoga. La cobardía, y acaso la maldad, de López de Queralta, escogido por Serafín Sánchez, para guiar la expedición, entregó nuestro plan entero: nuestros tres barcos rápidos, salidos a la vez, para llegar casi a un mismo tiempo, con armas para 400 hombres… Pero hemos salvado más: la disciplina y el respeto de la Isla, asombrada de este esfuerzo”.
“Se padecer y renovar. La cobardía, o más, de un hombre inepto, se me clavó de arrancada en la obra grande. Renaceremos. Nos rodean y ayudan mayor respeto y mayor fe que nunca, fueron las palabras para José Dolores Poyo.
A Juan Gualberto Gómez, designado delegado del Partido Revolucionario en Cuba y responsable directo de conducir y organizar los movimientos iníciales comunica: “…sustituiré el lamento inútil con la declaración de que renuevo inmediatamente por distinto rumbo la labor que la cobardía de un hombre ha asesinado”.
En carta a Maceo afirma: “No puedo ponerle en palabras, con esta ansia del espíritu, mi esperanza de batallar cerca de Ud. por la patria justa y entera que amamos.-
Martí trasciende como el más ferviente comunicador de su obra y lo pudo decir en el Manifiesto de Montecristi, el 25 de marzo de 1895, firmado en la localidad del mismo nombre, en la República Dominicana, por él como Delegado del Partido Revolucionario Cubano y jefe supremo de la insurrección y Máximo Gómez, como General en Jefe de las fuerzas independentistas, que fundamenta las ideas esenciales para derrotar al colonialismo español.
La realidad de hoy reafirma un 24 de febrero, otra vez por la Patria, con el mismo patriotismo martiano.
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