Columnas

Wednesday, November 24, 2021

 

Fidel, como un periodista más

Rodobaldo Martínez Pérez

rodobaldo@ahora.cip.cu

“Me gusta el oficio,  de verdad… Ténganme por uno de ustedes” dijo Fidel en el VII Congreso, el más trascendental en la historia de la Unión de Periodistas de Cuba cuando, desde el mismo inicio,  cambia todo, desde el programa hasta la formalidad de las sesiones.

Los asistentes, unos 250 delegados e invitados, disfrutamos como nunca de sus carcajadas y absoluta familiaridad para con nosotros que, según algunos de sus más próximos colaboradores,  responsables y trabajadores de la sala tres del Palacio de Convenciones jamás habían visto al Comandante así, tan gozoso en un plenario.

Incluso capaz de usar disímiles jaranas, que algunos no entienden en ese momento y al otro día, cuando le comentaron de ciertos disgustos, antes de iniciar la sesión, solicita si alguien tenía dudas del día anterior, después de algunas opiniones, dijo: “Disculpen, es que me siento relajado y en familia con ustedes”.

En el VII Congreso de la UPEC y en su V Pleno ampliado desde 1999 hasta el 2003, fueron seis congresos en uno, escenarios privilegiados, con  confecciones  del mejor periodista cubano en el siglo pasado y principio de este: Fidel, quien,  en ese evento, dio el mayor respaldo a la prensa cubana y a su política informativa, registrados anteriormente.

Con total complicidad aprueba atenciones materiales para la prensa, tanto para algunos colegas, individualmente, como para los colectivos: computadoras, conexiones a Internet y vehículos, venta de ropas  y, en un susurro, sentencia: “por favor sean discretos, que son muchos los profesionales de la nación que los merecen y los necesitan y no contamos con recursos para todos”.

Y reflexiona: “Estoy soñando con unos periodistas que tengan todos los elementos para hacer su trabajo, con unos periodistas óptimos. Es un sueño que podemos lograr”.

Constituyen verdaderas lecciones de pedagogía, sabiduría y práctica para el ejercicio profesional, de quien, siempre, se auto titula miembro activo de nuestras filas. 

“Veo a la prensa jugando un papel importantísimo en la elevación de la moral y en la preservación de todos los valores sagrados de nuestro pueblo, en la denuncia, en el combate, en la lucha contra todas las cosas mal hechas (…) Quién puede educar más que la prensa”.

 “Ustedes tienen que seguir estudiando toda la vida. Hoy no es posible parar de estudiar, hoy no es posible parar de perfeccionarse!”. No pocas veces el eterno líder de la Revolución cubana, Fidel Castro Ruz, dedica tanto tiempo para el trabajo de la prensa, las necesarias reflexiones, el mensaje directo y sincero desde el punto de vista crítico y autocritico como siempre se expresa. La prensa cubana en internet la llama, ya en 1999, como: “la artillería pesada de la Revolución cubana”.

 “Los periodistas deben investigar, saber qué anda mal, qué hechos lesionan a la economía del país, qué corrompe a la gente, y no solo exponer, sino combatirlos a través de ese poderoso instrumento que son los medios de difusión masiva. (…)”

“Cada periodista debe ser un gladiador contra las cosas que, a su juicio, marchan incorrectamente. Y es también un luchador por que las cosas marchen bien, un creador de la nueva sociedad”.

“La historia la deben conocer todos los profesionales, pero los periodistas un poco más. No se puede ser periodista sin saber Historia de Cuba y universal”.

“Hay que convertir al país en una gran escuela de superación en Periodismo. No hay que tener miedo de que haya un poquito más de periodistas”.

“Creo que convendría tener más capacidad en el idioma y en los estudios de computación....Y no descuidar el idioma español, todos necesitamos un poco más de gramática española”.

Su iluminada afirmación de que al presente “correspondía una tenaz batalla de ideas, en la cual inteligencia y cultura eran invaluables armas”, son principios irrenunciables para los periodistas cubanos, siempre a favor de su Revolución.

Dos días,  totalmente encartonados, era el cálculo para este Congreso, pero Fidel lo descubre al intervenir una delegada y, de inmediato lo cambia todo, con una lapidaria frase, “hagan su Congreso, luego haré el mío” y se extiende a cinco largas jornadas, algunas casi hasta la llegada del Sol y al otro día era de los primeros en llegar. Luego  describe todo lo que hizo después de despedirse de nosotros.

Muchos de los delegados e invitados, como lastre del Período Especial, fuimos con pocas ropas y, en disímiles colegas, eran hasta prestadas, por eso  Fidel le extraña que al extender los días, en vez de alegrarse el murmullo fue casi generalizado.

Como goza con el refranero  espirituano, ya desaparecido, Tomás Álvarez de los Ríos, quien narra cuando su provincia gana la celebración del 26 de julio y él escribe en una pared: “Ahora si se cagó el buey, Sancti Spíritus en 26”, eso no gustó y mandan a borrarlo, luego se restituye cuando lo conoce Raúl y así lo narra a Fidel, quien en todos los momentos enseño un excelente humor. Por sus ocurrencias bautiza como “El Genio” al ya desaparecido Guillermo Cabrera, excelente periodista en varios medios de prensa,  al frente, por esos años, del Instituto Internacional de Periodismo José Martí.

Califica de “Ministro de Educación de la UPEC”, a Antonio Moltó y con risotadas escucha la intervención del colega Río Seco, de Prensa Latina.

La primera sesión del V Pleno, con todos los delegados e invitados al VII Congreso,  acaecen el 30 y 31 de octubre de 1999. El tema más discutido fue la superación de los periodistas, con la novedosa idea  de  círculos de interés de periodismo en  preuniversitarios del  país, a fin de motivar a sus integrantes para optar por ingresar a esta carrera. Propuso, además,  estudiar  la posibilidad de, antes de iniciar los estudios universitarios, estar un año en un medio de prensa, para ratificar la actitud por esta compleja profesión, que tanto tiene de oficio.

El Segundo sucede  los días  15, 16 y 17 de julio de 2000 con el lema “No hubo jamás mejor escuela que la propia batalla”, un pensamiento de Fidel. Al concluir convocan a participantes para avanzar desde Palacio al próximo hotel Palco. Fidel encabeza la marcha hasta una de las áreas abiertas de la instalación. Se sube  sobre una silla y sin protocolo ni formalismos, responde diversas preguntas en un ambiente entre colegas.

El tercero fue el 26 de mayo de 2001. Trata, en lo fundamental, los desafíos de nuestros medios y periodistas frente a la globalización neoliberal y formación e implementación de una eficaz política informativa para enfrentar a un contrincante poderoso en recursos, pero huérfano de ideas.

Mientras el cuarto acontece los días 9 y 10 de abril de 2002. Fidel  califica de alentador el dominio de las técnicas digitales en el sector.  El quinto y último el 24 de marzo de 2003. Fidel confiesa que “le venía bien reunirse con los periodistas, pues me hacen recordar, revivir y meditar. Yo salgo mejor informado que ustedes”.

Estas tantas horas son de total privilegio para quienes participamos, cuando se perdieron los límites con Fidel, como un periodista más y participa sin ningún apuro por la cercanía del amanecer.

En la madrugada del 25 de marzo del 2003 a punto de terminar pregunta a  Abraham Maciques, director del Palacio de Convenciones, cuál era el menú para el almuerzo de despedida, al decirle, no está de acuerdo y afirma: esta tropa de conspiradores, que hemos trabajado tanto, merecen un almuerzo mejor y le dicta cómo debía de ser: Brindis al llegar con un tabaco para cada uno, no importa que fumen o no, lo regalan, sin protocolo y se ocupa de cada detalle para que disfrutáramos acogedoramente y exclama: ¡Un día lo invitaré a una cena especial!.

Al final accede a la última petición de aquellos inolvidables encuentros para una foto con la delegación de cada provincia, solo dijo: bueno “una a una”.

Quedan, además,  las invitaciones de lujo para asistir al Museo Nacional de Bellas Artes y al concierto para la reinauguración del Conservatorio Amadeo Roldán.

 

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