Columnas

Thursday, June 03, 2021

El mejor regalo: más Revolución

Rodobaldo Martínez Pérez

rodobaldo@ahora.cip.cu

 Raúl es la conciencia de la Revolución,  guardián incansable de cada detalle que pueda dañarla, de cómo robustecerla en todos los instantes, para evitarle el más mínimo peligro, con la mayor pureza de amor, para hacerla irreversible.

Es un ser humano excepcional, un cubano común y corriente, con el privilegio de tener a Fidel como su hermano, mejor amigo, maestro, Jefe y acompañarlo siempre, sin importar riegos, sacrificios,  ni dudarlo un segundo, con la máxima lealtad.

Amante de su familia, enamorado para toda la vida de Vilma, de sus hijos, nietos y bisnietos, núcleo que lo enorgullece por la formación integral, desde la pasión del amor y el respeto.

Leal con sus amigos, sobre la base de la ética y los principios. No admite  adulones,  mentiras, ni a quienes  cometen errores por oportunismo o mal intencionado. 

 A quien más le exige es a él mismo, con un tribunal totalmente severo: su propia conciencia, con un análisis diario de todos sus comportamientos y  ni el café le quita el sueño, solo los problemas de su pueblo.

Es un absoluto optimista, siempre dispuesto a luchar. Es comunista porque “me hizo Fidel”. Y su convicción es que al comunista debe caracterizarlo siempre el análisis objetivo de la realidad que enfrenta y la forma más correcta de llevar adelante su proyecto, aún en medio de las situaciones más difíciles.

A principio de la década de 1990, en el  Siglo pasado, dijo en Holguín que solo se sentiría orgulloso de ser holguinero “cuando las viejitas fueran a los mercados y no pudieran con las jabas llenas de alimentos”.

En el 1991, desde las elevaciones de la Mesura, en Pinares de Mayarí, enseña planos y mapas, para  dibujar  lo que sería, luego, el trasvase de agua Este-Oeste, caprichosa obra que ni la naturaleza se atrevió a hacer.

Califica de  lomas  calvas, por la falta de vegetación, a las elevaciones de la ciudad de Los Parques y es severo con la desforestación de la circunvalación,  otras vías y zonas en la provincia.

Desde esos primeros años, de la década del 90, reprocha el triunfalismo en nuestra prensa, sin la crítica objetiva, necesaria y oportuna y, cada vez que coincidíamos, tenía que informar si había avance, pero nada, y sentencia: “Me dijiste lo mismo que la vez anterior” y lo vuelve a recordar ahora en el informe al  VIII Congreso del Partido.

En julio de 1994, cuando tantos sueños caen en un peligroso hueco, dijo: Si se puede y, con la estirpe mambí, llama a  su Cuba: ¡Al Combate, carajo!

Si se puede, tal vez una frase rápida,  era para convocar a todo un país a no dejar caer la espada de la Revolución, a salir a derrotar el  desafío de cada día, sin echarle más culpa ni al bloqueo, nía al período especial, cuando la Nación pierde el 85 por ciento de su comercio exterior y,  apátridas en el imperio, preparan maletas para volver.

Siempre atento a tener el oído bien pegado a la tierra, para escuchar mejor a su pueblo, en momentos en que hay que hacerlo todo para subsistir a cualquier precio, cambiar el estilo de trabajo, porque de pronto todas las circunstancias fueron diferentes.

Defiende que los frijoles valen más que los cañones y califica la producción de alimentos como el principal problema político, militar e ideológico del país. Alerta a saber adelantarse a  los problemas ideológicos, sin triunfalismo ni consignas vacías.

En 1999,  al leer  una reseña de la reunión del Buró provincial que escribí  en ¡ahora!, me critica el destaque que le di a los estímulos morales por encima de los materiales. Es un error pensar así, comenta, porque independientemente de una excelente combinación de ambos, los materiales tienen sus resortes en determinados acontecimientos.

En un recorrido por la playa Pesquero, en el norte de la provincia de Holguín, nos dijo a la colega Beatriz Rodríguez y a mí: “Vamos a llenar esto de hoteles para el turismo” Luego comenta, en varios lugares, que “esos periodistas me miraron totalmente incrédulos” por tamaña decisión.

Un dirigente es un educador, afirma, debe saber cómo enseñar, provocar la discrepancia entre los subalternos, con valentía defender sus criterios, no rodearse de quienes siempre quieren pensar como el jefe y ser muy sensible con los problemas de los demás.

 Tener constantes iniciativas creadoras, incansable espíritu de lucha, innovador, audaz y no satisfacerse con lo hecho, siempre queda mucho por concebir, además, de realizar las promociones en los momentos oportunos y dominar cuando ya termina la misión, para irse en alta, no en baja.

Confía mucho en la juventud cubana, defiende que nuestro Partido debe ser cada vez  más democrático, eficiente y aclara: “La discrepancia no es oposición”.

Exclama: “Por la férrea audacia de Fidel es que estamos aquí, con una inconformidad permanente, sin complacerse jamás y absolutamente honesto”.

Durante mis años como director de ¡ahora! en más de 40 momentos tuve el privilegio de acompañar a Raúl, como una escuela en cada instante, porque aprovecha para, constantemente, enseñar y dar contundentes lecciones.

Y muy singulares fueron sus invitaciones personales en 1992, durante un mes, a recorrer el Escambray, con sede en Tope de  Collantes, con la periodista de Tele Cristal,  Magalys Pupo y tres colegas más de la provincia de Granma.

En abril de 1993 nos entrega la Réplica del Machete de Máximo Gómez, al semanario ¡ahora!,  en ceremonia efectuada en La Cabaña,  Ciudad de la Habana, donde manifiesta satisfacción porque sea el periódico de su Patria Chica, el primero en el país en recibirlo.

En 1994, conjuntamente con el colega Aroldo García Fombellida, fuimos a las actividades centrales por el Día del Miliciano, en Guantánamo y a varias sesiones del Consejo Militar del Ejército Oriental.

 Un grupo periodistas del país, - de Holguín Mildred Legrá, Germán Veloz y yo,  participamos, en 1994,  en un recorrido por el Occidente Cubano y  asistimos a la Asamblea Nacional del Poder Popular.

En su despacho, en el MINFAR, el 5 agosto del referido año,  nos explica los hechos de contrarrevolución que acontecen en áreas del Malecón habanero y sitios aledaños.

Fuimos testigos de los desagradables sucesos, cuando Fidel puso fin con su presencia: “para saber la cuota de piedras que me toca” y el pueblo, sin tirar un tiro, aplasta los acontecimientos instigados y trabajado por el enemigo.

El mejor regalo, para sus 90 cumpleaños, es cada vez más Revolución.


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