Puñal en los sentimientos
Rodobaldo Martínez Pérez
rodobaldo@ahora.cip.cu
Al mencionar el Tratado de Relaciones de 1934, Raúl dijo, en el ya histórico informe al VIII Congreso del Partido: Es un tema que, según compruebo, dominan pocos.
Menciona el Tratado que los Estados Unidos impusieron al dócil gobierno nacional, presidido por el entonces coronel Carlos Mendieta, para apoderarse, definitivamente, en Caimanera, de una parte de Guantánamo.
El infame documento, este 29 de mayo, cumple 87 años de su maligna firma en Washington, que permite a los Estados Unidos el arrendamiento, de esa parte del territorio nacional, para su uso como estaciones navales y de embarques.
Es la funesta patraña de la bahía de Guantánamo, robada ya por los yanquis, desde muy temprano y, ahora con este Tratado de 1934, anula el Permanente del 22 de mayo de 1903, pero ratifica la continuidad de la Enmienda Platt, con moderno ropaje, para esa época.
Así logran la jurisdicción y control total sobre la zona y, a cambio, reconocen, hipócritamente, el derecho de paso a Cuba y sus socios comerciales a través de la bahía, absolutamente en territorio nacional.
El Tratado de 1934 camufla el engaño de un retiro de las tropas estadounidenses que permanecen en Cuba, desde la Guerra hispano-estadounidense, cuando impidieron la victoria del heroico Ejército Mambí sobre Españo y, desde entonces, prefieren la bahía de Guantánamo, al estacionar sus tropas ahí para el posterior ataque a Santiago.
Ya en la década del 30, en Cuba, hay un ambiente de conflictos, por anteriores protestas antiinjerencistas y antiplattistas, incluso con un Gobierno de 100 días, el único que nunca reconoce el Imperio, que hacen madurar, cada vez más, un sentimiento antiimperialista y, con el nuevo Tratado, fijan, aún más, las cadenas de la dominación.
La administración del demócrata, Franklin Delano Roosevelt, quien en1933 llega a la Casa Blanca, no tiene necesidad de desembarcar los marines para subyugar el Archipiélago, cuando ya la execrable Enmienda Platt, con sus postulados, pierden como recurso de opresión imprescindible y, su abrogación, más que posible, resulta útil a la imagen de “Buen Vecino,” que Washington quería vender al resto de los países latinoamericanos y caribeños.
Desde 1959, la devolución del territorio de la Base permanece en la age
nda nacional y siempre, en todas las tribunas, la defensa es a una solución pacífica y negociada del tema y jamás, este punto tan sensible, asoma como un obstáculo para el avance de un proceso de negociaciones con los Estados Unidos, pero está claro que es imposible pensar en una normalización de las relaciones mientras esa anomalía siga ahí.
Desde el ilegal territorio, en diversos momentos, agreden a Cuba, a otros países de la región y, el presidente Bush, lo convierte en una prisión ilegítima norteamericana, similar al de Abu Ghraib, con arbitrarias detenciones, las más atroces torturas, que violan, flagrantemente, todos los derechos humanos e internacionales.
Aquí permanecen los cheques de pago por el “arriendo” de la base desde 1960 y, como expresa Raúl: para exhibirlos el día que devuelta la tierra ocupada, en un museo que muestre esas profundas heridas de los sentimientos patrios.
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