Columnas

Friday, April 09, 2021

Conciencia y moral revolucionaria

Rodobaldo Martínez Pérez

rodobaldo@ahora.cip.cu

Como afirma el informe central del II Congreso del Partido Comunista de  Cuba: “Ideología es, ante todo, conciencia; conciencia es actitud de lucha, dignidad, principios y moral revolucionaria”.

El conclave sesiona entre los días 17 y 20  de diciembre de 1980, en el  Palacio de las Convenciones, en Ciudad de La Habana, e incluye, en sus amplios debates, un tema clave para todos los tiempos: defensa de la  ideología como base del Sistema Socialista.

 Los delegados al VIII Congreso, programado del 16 al 19 de abril próximo, concluyen los estudios de los documentos y Díaz-Canel, presidente del país, enfatiza: Sobre la labor del Partido, en particular la ideológica, en medio de la campaña de descrédito armada contra la Revolución toca asumir, con creatividad, el debate  para preparar a la militancia, explicarle a la población y, fundamentalmente, actuar con firmeza, defendiendo convicciones, dentro de nuestro Estado de derecho y sin violar ningún precepto constitucional.

El análisis de tal concepto define, además, continuidad de los congresos sobre la primera trinchera revolucionaria, porque la ideología es el eje fundamental de la obra revolucionaria, que se fortalece con nuestros valores, sin permitir ni debilidades, privilegios e inmoralidades.

  Fidel siempre alerta: “la exigencia no puede ser descuidada jamás en una revolución, sino florecen  tendencias perniciosas y, en toda su impronta, sobresale la prioridad sobre la conciencia revolucionaria para que jamás haya ausencia de rectitud en los principios.

 El trabajo político debe ser siempre óptimo, renovado, sin apartarse de la crítica y autocrítica más rigurosas, ni mucho menos adoptar criterios triunfalistas y, ni solo por un día, cruzarnos de brazos. No puede apartarse de la dirección colectiva, la democracia interna, el centralismo democrático, la disciplina más férrea en todos los momentos, con  austeridad,  espíritu de sacrificio, desinterés,  modestia,  honestidad,  actitud solidaria y  heroísmo que deben caracterizar, siempre, a todo militante comunista”.

Al definir a un comunista, el Comandante en Jefe dice: “debe ser un indoblegable luchador, convencido de la justicia insuperable de su causa, estudioso, trabajador, exigente, profundo y consagrado por entero a su pueblo. El espíritu fraternal y humano deben estar constantemente entre una de sus características fundamentales y, por encima de todo, la conciencia internacionalista, que no excluye el más profundo patriotismo, pero sabe tener presente que por encima del individuo está la Patria y por encima de la Patria está la humanidad”.

Sentencia: “El Partido existe solo por el pueblo y para el pueblo, en su más estrecha vinculación con las masas que lo hace muy fuerte y la decisión consecuente de aplicar los principios lo hace invencible. El revolucionario vive y muere por su pueblo”.

Califica como inconcebibles, para un comunista, el autoritarismo, demagogia, autosuficiencia,  vanidad,  irresponsabilidad., de ahí lo trascendental de saber reconocer nuestros propios errores o equivocaciones, para lo cual hace falta, muchas veces, más valor que para entregar la vida misma.

 En la Carta a Niemeyer, del 10 de octubre del 2007 define: “… sólo una mayor conciencia nos mantendrá firmes en nuestra voluntad de luchar por las ideas más justas y por la supervivencia de la especie humana.” En la misiva al VII Congreso de la UNEAC insiste: “La conciencia del ser humano no crea las condiciones objetivas. Es al revés. Solo entonces puede hablarse de revolución.”

Muy extraordinario es la formación ideológica de las masas, especialmente de la juventud y la niñez, en los principios del patriotismo y del internacionalismo proletario, con una labor sistemática, en la que ocupa un lugar decisivo el esfuerzo para, cada vez más, conocer la historia,  en todos sus matices.

 Ni por un instante debe descuidarse que nuestro Estado es de trabajadores que ejercen el poder revolucionariamente. El Partido, con sus militantes no pueden apartarse, jamás, de la más sólida, estrecha y profunda vinculación con su pueblo.

Es necesario comprender las circunstancias peculiares en que Cuba libra, desde hace más de 20 años – precisa el informe en ese momento-, su enfrentamiento al imperialismo en el terreno de las ideas. La presencia, a pocas millas de nuestras costas, del país capitalista más rico y agresivo del mundo, paraíso del individualismo, el juego, la droga, la prostitución y demás lacras enajenantes, nos obliga a aceptar, con valentía, un reto abierto y permanente.

Pregunta Fidel: “¿Es irreversible o no el socialismo en un país?” Y responde: “Es absolutamente irreversible si se aplican los principios. Nuestro pueblo lo  demuestra en las propias fauces del imperialismo yanqui sin atemorizar su poderío, ni nos deslumbra sus riquezas, no nos penetra su ideología, no nos desestabiliza sus acciones”.

 ¿Acaso no hemos cometido errores?, cuestiona y afirma: “Sí, los hemos cometido. ¿Acaso podemos decir que hemos sido consecuentes en la aplicación estricta de todos y cada uno de los principios, que somos, por tanto, comunistas ejemplares, sin máculas ni errores, aunque estos fuesen cometidos por inconsciencia, incapacidad o ignorancia? No, estamos lejos de ello, pero la honestidad a toda prueba, la lealtad a los principios y la consagración al pueblo de los revolucionarios cubanos, está fuera de todo cuestionamiento. La estrecha vinculación de nuestro Partido con las masas lo hace muy fuerte y, la decisión consecuente de aplicar los principios, lo hace invencible”.

En la práctica de la construcción del socialismo hay, sin embargo, mucho por crear, subraya, y muchos problemas por resolver, pero nuestras concepciones  demuestra ya ser muy superiores e infinitamente más humanas que las concepciones capitalistas. El curso de la historia, es irreversible. El capitalismo, con su egoísmo, sus crímenes y sus vicios pasará, como pasaron las sociedades esclavistas y las feudales. Si parcialmente un país puede retroceder, la humanidad no retrocederá jamás.

Cuba es y seguirá siendo socialista. Cuba es, y seguirá siendo, un país amigo  de todos los estados socialistas. Cuba es, y seguirá siendo, un país internacionalista. Los principios no son negociables. ¡Patria o Muerte! ¡Venceremos!, sentencia el Comandante en Jefe.

Como ahora, el imperio y sus aliados lanzan a una nueva cruzada para intentar demonizar a Cuba. Su poderosa maquinaria política y mediática  no escatima nada en su colosal operación de engaño, con el objetivo de desacreditar el proceso revolucionario, desestabilizar el país y provocar las condiciones para la destrucción de nuestro sistema social.

En su febril campaña usan a sus mercenarios al antojo. Para obtener bochornosos dividendos políticos, los lanzan  hasta a la muerte, invocan, cínicamente, los derechos humanos que ellos pisotean impunemente, tanto en su país como en diversas partes del mundo.

La Revolución Cubana actúa consecuentemente bajo principios éticos, políticos y morales siguiendo las enseñanzas de Fidel. El respeto al ser humano es la esencia de nuestro sistema y es una de las claves del apoyo popular, como se demuestra en el enfrentamiento a esta Pandemia.

No cederemos jamás al chantaje, de ningún país o conjunto de naciones por poderosas que sean, pase lo que pase. Tenemos derecho a defendernos. Si pretenden acorralarnos, sepan que sabremos parapetarnos, en primer lugar en la verdad y los principios. ¡Sobran los ejemplos en nuestra historia!

 Seguimos en pelea con nuestras ideas, en nuestras calles y en todos los escenarios internacionales, con más conciencia y moral revolucionaria.

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