Columnas

Wednesday, February 05, 2020

Trabajar es concluyente

El trabajo es lo primero

 Rodobaldo Martínez Pérez
rodobaldo@ahora.cip.cu
La eficiencia en la economía cubana, por la que tanto aboga la máxima dirección del país, es lograble en la medida que  eliminen todas sus trabas.
Esas negaciones repetidas, años tras años, constituyen los peores contenes a la voluntad de avanzar, por ejemplo, las cuentas por  cobrar y pagar, que algunas entidades no cumplen, aparecen entre las ineficacias lacerantes para el sistema empresarial cubano, que al finalizar, cada período, vuelven a repetirse en un nocivo ciclo vicioso.
Otro ejemplo negativo los pagos pendientes, si un productor no recibe, a tiempo, sus dividendos, a pesar de haber entregado sus productos, perjudican a su familia y  desestimulan las fuerzas productivas, sin incorporar los maltratados contratos, tan violados a lo largo de nuestra historia o las pérdidas de entidades, sin razonamientos profesionales.

Ocurre igual con el no cobro. Durante  un período ejecutan el plan, hay ahorro, inversiones, más gasto de recursos. La mercancía la venden, pero no llega la entrega del dinero, equivalente a trabajar por gusto y desorden notables en la economía.
La realidad muestra que para crecer en los rendimientos, debemos aprender a trabajar, desde la eficiencia, con el principio de involucrarnos realmente en la verdadera defensa de la Revolución,  en momentos tan cruciales por el acoso del mayor  imperio del mundo contra nuestra nación con el brutal recrudecimiento del bloqueo, como nunca antes.
Necesitamos lograr, con sapiencia, que funcione ese banco de problemas por centros y buscar soluciones inteligentes y absolutamente definitivas, que significa arrancarle un pedacito, para siempre, a cada dificultad, para que el llamado a la eficiencia funcione como una respuesta positiva que precisamos.
Son, también, requerimientos la defensa de la producción nacional, el estímulo a la inversión extranjera, el impulso al desarrollo local y el encadenamiento de los diversos sectores, con el protagonismo de la empresa estatal, con la aplicación extrema de la cultura del detalle, que significa hacerlo todo bien, sin chapucerías.
Todo lo que pueda producirse nacionalmente, con calidad y eficacia, debe materializarse, porque así reducimos la dependencia de las importaciones.
El gasto, aproximadamente, asciende a unos dos mil millones de dólares, al año, en la compra de alimentos en el exterior, aunque buena parte de estos puede producirse aquí.
Ya en 1986, Fidel advertía: “No está dicho en ningún programa, ni está dicho en ninguna parte, ni nadie lo dijo nunca en ninguna parte, que se pudiera desarrollar un país, hacer avanzar a un país y enriquecer a un país sin el trabajo”.
La verdad es una: Para que Cuba no sea el único territorio del mundo, donde se vive sin trabajar, hace falta una  transformación radical en todos los factores nocivos que, por las diversas vías, posibilitan a  personas, en plenas facultades, no aportar a la sociedad y, cuando van para el extranjero, trabajan hasta el total cansancio, con pocas libertades personales.
Es verdad que estas personas no sienten la necesidad de atarearse para satisfacer sus necesidades, porque, además, por diversas vías, incluyendo ilegalidades, logran el dinero, entonces ¿qué presión puede haber para sacar el sudor de  la frente y sentir estímulo por  el trabajo honesto?
 Cuba debe fortalecer la vinculación entre la agricultura y la industria alimentaria y lograr un balance entre las producciones estatales y privadas para contribuir a un mejor acceso del pueblo a los alimentos.
Los cubanos están decididos a resistir, avanzar y vencer, teniendo en cuenta el recrudecimiento del bloqueo económico, comercial y financiero de EE.UU. contra nuestro país.
Inteligencia no debe faltar en cada idea.

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