Columnas

Friday, September 13, 2019

Revolución en el corazón


#RevoluciónenelCorazón
Rodobaldo Martínez Pérez
Tener a la Revolución en el corazón, pasa por la compresión del hecho. Nunca podríamos aquilatarla bien  o quererla si antes no entendemos el significado, para Cuba, del triunfo del Ejército Rebelde, comandado por Fidel Castro Ruz.
El día Primero de Enero de 1959 marcó un antes y un después para la Patria, comenzaron a conquistarse alegrías que resultaban sueños hasta entonces y, aunque no estamos delante de una obra perfecta, por primera vez, brota un sistema que pensaba en las mayorías, desde los más humildes.
En lo social, eliminamos la ignorancia con la grandiosa Campaña de Alfabetización, la tierra fue para quienes la trabajaban, gratuidad para todos en la salud pública y la educación, colocó al hombre en el centro de las soluciones más importantes y emancipó a la mujer, entre otros muchos logros.
Durante el complejo recorrido, de estos más de 61 años, los obstáculos son mayúsculos, pero gracias a  la Revolución, el país  avanza entre los primeros en el área mundial, principalmente en las ciencias, como el frente biotecnológico.

En los años 80,  Cuba sobresalió en la producción de interferones, un aspecto que nos situó entre los primeros países del mundo en este tipo de elaboración y así sucedió con las vacunas contra la meningitis meningocócica y la  hepatitis B.
Comenzó el  desarrollo de  Sistema Ultramicroanalítico (SUMA), del policosanol (PPG) y de la Estreptoquinasa recombinante. Entre 1991 y 1992 se creó el Polo Científico del Oeste de la capital, dedicado a la Biotecnología e Industria Farmacéutica. 

 El criminal bloqueo yanqui es combatido con esas acciones, como el medicamento heberprot-p,  para el pie diabético, ya en manos de muchas naciones en el mundo, menos en los Estados Unidos.
 Podían ser hasta risibles estos datos sobre el archipiélago, antes de 1959, para  pretender mostrar progreso, como  la primera nación de Ibero-América con un cementerio aislado de la iglesia en 1806 y, en 1829, con la  máquina y barco de vapor.
Pero, esa Cuba “moderna”, en un censo realizado por una asociación católica en el año 1957, dijo que el obrero agrícola cubano no disponía, como promedio, de 25 centavos diarios para comer, vestir y calzar.
El 60 por ciento de ellos vivían en bohíos de techo de guano y de piso de tierra, sin  letrina sanitaria, el 85 por ciento carecía de agua potable y el 44 por ciento sin asistir a la escuela.
El  consumo fundamental de esas familias era arroz, frijoles y viandas. Solamente un 4 por ciento comían carne, un 2 por ciento huevos y un 11 por ciento tomaban leche. Su alimentación tenía un déficit de más de mil calorías diarias, con ausencia de vitaminas y minerales fundamentales.
A la desnutrición, ignorancia e insalubridad habría que añadir las enfermedades como el parasitismo crónico. La encuesta, mencionada, probó que el 14 por ciento de los obreros agrícolas, padecía de tuberculosis y el 13 por ciento  de tifoidea.
A 61 años llegamos con altas y bajas, pero con una obra que siempre tiene en la mayor prioridad a  su pueblo y apuesta por una mejor vida, para todos.
Para pensar como país, como defiende Díaz- Canel, debemos, primeramente, despojarnos de conceptos y actitudes individualistas, dar la mayor entrega, cada uno, desde su puesto, desechar maneras de hacer obsoletas, con toda la confianza en los jóvenes.
El concepto de Revolución, dado por Fidel en el 2000, es una lección permanente para llevar la Revolución en el Corazón,
 

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