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Ante la difícil contingencia energética que vive el país, por el presente
endurecimiento del criminal cerco comercial, económico y financiero impuesto
por Estados Unidos a Cuba, desde el 7 de febrero de 1962,
no solo cabe la frase de Juan Almeida: “aquí
no se rinde nadie”, también el Sí se puede de que siempre caracterizó a Fidel.
Vivimos momentos duros, pero debemos aprender del optimismo y la fe en el
triunfo, tanto del Comandante en Jefe, como de Raúl.
Raúl, en 1994, dijo públicamente en
Holguín y en la Isla de la Juventud el Si se puede para salir adelante del
cruento periodo especial en tiempo de paz, a pesar de la distancia de la lucecita en el largo y aciago túnel por el
que transitaba el país, en ese entonces.
En el acto por el aniversario 41 del asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, con sede en la Isla de la Juventud, con la presencia de un grupo de periodistas de toda Cuba, que lo acompañábamos, Raúl afirmó: “Fidel nos enseño el Si se puede”
De Fidel aprendimos que si podíamos intentar la conquista del cuartel
Moncada; convertir aquel revés en victoria;
llegar a las costas del país en
el yate Granma; resistir al enemigo, al
hambre, la lluvia y el frío, y organizar un ejército revolucionario en la
Sierra Maestra, tras la debacle de Alegría de Pío;
Confió en abrir nuevos frentes guerrilleros en la provincia de Oriente,
derrotar, con 300 fusiles, la ofensiva de más de 10 mil soldados; repetir la epopeya de Maceo y Gómez
extendiendo, con las columnas del Che y Camilo, la lucha desde el oriente hasta
el occidente de la isla y derrocar, con
el respaldo de todo el pueblo, la tiranía batistiana apoyada por el
imperialismo norteamericano.
El Máximo Líder nos enseñó que sí se podía derrotar, en 72 horas, la invasión mercenaria de Playa Girón y proseguir, al mismo tiempo, la campaña para erradicar el analfabetismo y, en un año más, proclamar el carácter socialista de la Revolución, a 90 millas del imperio,
El Máximo Líder nos enseñó que sí se podía derrotar, en 72 horas, la invasión mercenaria de Playa Girón y proseguir, al mismo tiempo, la campaña para erradicar el analfabetismo y, en un año más, proclamar el carácter socialista de la Revolución, a 90 millas del imperio,
A mantener, con firmeza, los principios irrenunciables de nuestra soberanía,
sin temer al chantaje nuclear, de los Estados Unidos, en los días de la Crisis
de Octubre de 1962.
Derrotar a los racistas sudafricanos, salvando la integridad territorial de Angola. Convertir a Cuba en una potencia médica, insertarnos en el comercio internacional de fármacos, desarrollar el turismo, construir pedraplenes en el mar para hacer de Cuba un archipiélago cada vez más atractivo, obteniendo, de nuestras bellezas naturales, un ingreso creciente de divisas.
Resistir, sobrevivir y desarrollarnos, sin renunciar a los principios ni a las conquistas del socialismo, siempre fue su lección, la capacidad de sobreponernos a las más duras condiciones sin desfallecer la voluntad de vencer.
Derrotar a los racistas sudafricanos, salvando la integridad territorial de Angola. Convertir a Cuba en una potencia médica, insertarnos en el comercio internacional de fármacos, desarrollar el turismo, construir pedraplenes en el mar para hacer de Cuba un archipiélago cada vez más atractivo, obteniendo, de nuestras bellezas naturales, un ingreso creciente de divisas.
Resistir, sobrevivir y desarrollarnos, sin renunciar a los principios ni a las conquistas del socialismo, siempre fue su lección, la capacidad de sobreponernos a las más duras condiciones sin desfallecer la voluntad de vencer.
Aparte de
Fidel, nos alecciona el Si se puede dicho por Raúl y, convertido por los
cubanos, en una página de certeza de que aún en los más duros momentos pueden
alcanzarse objetivos, a partir del uso de potencialidades internas.
Ese hecho
ocurrió en Holguín el 18 de julio de 1994. El teatro Celia Sánchez Manduley, en
la sede provincial del Partido, fue el escenario de desarrollo de una de las
reuniones más trascendentales ocurridas en ese espacio, donde Raúl se encontró
con los principales dirigentes de las provincias orientales y Camagüey, para definir una estrategia nacional de
resistencia ante la difícil situación
por la que atravesaba el país.
Por su
vigencia reproduzco las principales ideas, no tanto por la aguda crisis de
entonces, sino porque a la frase de Raúl: Si se puede, debe recurrirse, cada
vez, que pensemos en imposibilidades en los nuevos retos de hoy.
En ese
encuentro de unas12 horas habló de
alejar la apología del trabajo, de la peligrosa autocomplacencia y la
preferencia a equivocarse ante la inacción. Se necesita acometimiento, porque
hay problemas que no dependen del bloqueo, ni del desmerengamiento del los
países socialistas de Europa.
La
unanimidad es un peligro, por eso debemos acostumbrarnos a la divergencia de
criterios, discrepar en el tiempo, forma y lugar y decir la verdad mirando a los ojos, sin
importar la jerarquía.
El factor
estratégico de la unidad del pueblo, los cuadros ineficientes que no se sacan
oportunamente, evitar el autoengaño, fomentar la audacia y contrarrestar la subversión
yanqui, no permitir que el enemigo nos arranque la espada, ni dejarla caer nosotros mismos por ineficacia.
Otra
sentencia acompañó los debates de ese día: “Los frijoles valen más que los
cañones”, cuya traducción acentuaba la primera categoría a la necesidad de
explotar al máximo las posibilidades en la búsqueda de comida para el pueblo.
Fruto de ese
encuentro, el periódico ¡ahora! sacó en el título de su portada la rotunda
afirmación de Raúl: ¡Al combate, carajo!, sentencia que debe distinguirnos en
cada acometer de hoy.
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