Rodobaldo Martínez Pérez
rodo@enet.cu
Si hay un reto importante, para los medios tradicionales
masivos de comunicación en Cuba, por su determinación
en cuanto a credibilidad, es acercar su agenda pública al contexto nacional,
con el reflejo más exacto de la
cotidianidad, en cualquiera de sus expresiones.
Y si hay distancia entre la realidad mediática y el día
a día en el Archipiélago llega la falta de confianza en el periodismo actual y,
eso, es muy dañino en términos de certeza, porque debemos estar, meridianamente
claros, sobre las competencias y roles actuales cuando las publicaciones no
pueden ir por un lado y lo acontecido por otro
cualquier disonancia conduce a errores para el importante ámbito de la
credibilidad.


A todo esto acoplamos las tecnologías de avanzada, con sus características
lógicas sociales: la telefonía móvil, páginas personales, la plataforma 3G que, casi todo, queda registrado en las redes,
en fotos, videos, textos o mensajes en el ciberespacio, para un empoderamiento
ciudadano, en función del sentir participativo.
Solo pueden conquistarse las audiencias con el
reflejo de la total objetividad en los
sucesos y eso requiere tanto de la preparación de directivos de los medios, como el resto del colectivos, muy
lejos de cualquier vestigio de cesura o la peligrosa autocensura además del trascendental
interés público de las fuentes,
Es vital gestionar contenidos interesantes para las
audiencias, como garantía de despertar:
interés, conocimientos, actualidad noticiosa e incrementar la información desde lo más
original y atractivo, acorde con el avance de la sociedad de la información, en
este mundo cada vez más globalizado, para bien o para mal.
No puede hablarse de manejo de los periodistas por
las fuentes, si estos están pertrechados de conocimientos, valentía,
reflexionan sobre lo comunicado y sacan sus propias conclusiones, desde la más
absoluta investigación.
Algo distinto no ocurre en las redes sociales, solo
que la guerra ideológica allí librada confronta la verdad contra la mentira y,
quienes la realizan pueden ser profesionales de la prensa o no, por tanto, la
falta de capacitación, de esos quienes participan, influye en la interpretación
del acaecimiento, pueden convertir algo serio en un chancleteo.
Ya no somos los dueños exclusivos de la noticia,
pero si podemos lograr contenidos diferentes, convincentes, contar las
historias de vida y hacer nuestro lenguaje más seductor en esa Cuba no perfecta
de hoy.
Un ejemplo evidente de esa confrontación entre la
falacia y lo verídico ocurre en Venezuela, donde, con mucha intención, utilizan los Medios como armas de ataque a las
fuerzas chavistas.
Se trata de jugar con los sentimientos, para lograr
que la gente asimile esa mentira como verdad, arme su propio criterio y sobre esa base lo difunda. No es,
precisamente, la ética ni el decoro, las virtudes acompañantes de tales
“periodistas”.
Asistimos a un escenario complejo, en el cual reina
la corrupción de algunos Medios, destacados en difundir falsedades sin ningún
recato, por tanto, la prensa cubana debe sobresalir por lo veraz y consolidar
la confiabilidad.
En ese sentido, Díaz-Canel, expresó
que al hablarse de contenido es necesario reconocer la existencia de un
escenario mundial que constantemente está tratando de imponer la seudocultura y
su estandarización.
Dijo: “Si nosotros mismos empezamos a ver como
obsoleto lo nuestro, empezamos a renegar de nuestra identidad, daremos paso a toda esa colonización.”.
Al respecto aseguró:
“Tenemos que seguir perfeccionando el trabajo que nos permita desarrollar un
sistema comunicacional con integralidad… que no debe existir un enfrentamiento
entre lo multimedial y los medios tradicionales. Lo primordial es hacer las
cosas bien.”
Hablamos
de la calidad en esta labor. No se justifican esos trabajos periodísticos que llenan sitios y no
aportan nada. Es desperdiciar la oportunidad de decir algo importante, poner a
reflexionar a las personas y defender un criterio desde las actuales políticas
para consolidar nuestra ideológica.
La prensa que
Cuba necesita no es aquella, para completar líneas, es el uso efectivo de lo expresado
y la posibilidad de hacer pensar, de crear matrices de opinión mediante las
investigaciones y ayudar a la comprensión de una idea, para entender mejor como
necesitamos responder a los tiempos actuales desde nuestra identidad nacional.
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