Rodobaldo Martínez Pérez
rodo@enet.cu
Desde el propio 1959 la prensa acompaña a la
Revolución con el reto mayor de reflejar, en cada espacio, los intríngulis de
una obra inédita en este contexto, el cambio radical, que representa abrazar
otro sistema y la exigencia de un
discurso posible, sin estridencia y falsos triunfalismos.
Acompañar los sucesos de Enero es cada vez más
difícil, porque vivimos momentos muy complejos tanto en el orden internacional,
la peligrosa guerra de pensamiento, definida entre lo cierto y lo falso, así
como la complicada realidad nacional.
Fidel lo previó: “Nosotros estamos seguros de que
nuestra prensa y nuestro periodismo, al igual que la Revolución, tendrán, en el
futuro, un gran porvenir y que el trabajo de nuestra prensa revolucionaria será,
cada vez, más importante, más decisivo, en la medida en que nuestro pueblo será
—como decíamos— cada vez más exigente”.
No digo nada nuevo si expreso que la verdad navega
por mares tempestuosos y más ahora con el ascendente y retador mundo digital,
la falta de ética crece camuflada, con daños en las culturas profesional e
ideológica.
El acierto mayor de quienes escriben pasa, prioritariamente, por la
inteligencia. El contenido es vital y debe ser fruto de la compresión de los
hechos. Para defender las políticas del
modelo económico cubano, estrategias o líneas de acciones, que requieren
dominarse, conocerse, debatirse para poder
emitir criterios y participar conscientemente en tomas de decisiones.
Así lo dijo Martí: "La prensa no puede ser en
estos tiempos de creación, mero vehículo de noticias, ni mera sierva de
intereses, ni mero desahogo de la exuberante y hojosa imaginación”. Proposición,
estudio, examen y consejo son esas altísimas misiones de ella.
Los medios de comunicación deben ilustrar la realidad vivida
por el país, sino nuestro contexto va por un camino y la prensa por otro, con
el adiós a la credibilidad, que solo crece con informaciones objetivas,
oportunas desde todos sus ingredientes para satisfacer el afán de un pueblo tan
culto como el nuestro.
La máxima dirección de la nación aboga por mejores
relaciones entre fuentes, audiencias y prensa, porque cuando ellas no coinciden
comienzan a acumularse insatisfacciones y las líneas escritas traen los
sinsabores de la duda, una de las
mayores fatalidades para los Medios.
El llamado secretismo le hace un daño terrible al
oficio de los trabajadores de la pluma, porque con la idea de no divulgar cosas
que supuestamente perjudican al gobierno, algunos se atribuyen el derecho de
prohibir la presencia de los periodistas.
Nuestra meta no es más que una: informar e informar de
manera amplia, con muchos conocimientos, sapiencias y de forma atractiva. Otro aspecto fundamental
es la ocupación utilitaria de los espacios.
No se justifican esos trabajos periodísticos que
llenan sitios y no aportan nada. Es desperdiciar la oportunidad de decir algo
importante, poner a reflexionar a las personas y defender un criterio.
Aquí incluimos
esos titulares en prensa escrita simplones y vacios, no basta con los inventos de juego de palabras,
sino el contenido de lo dicho.
La prensa que Cuba necesita no es aquella, para
completar líneas, es el uso efectivo de lo expresado y la posibilidad de hacer
pensar. Puede crear matrices de opinión mediante las investigaciones y ayudar a
la comprensión de una idea desde el don de la palabra.
Cuidado con el lenguaje, este debe ser atrayente,
seductor o llamativo, como diría un texto periodístico, capaz de agarrar al
lector por la solapa y sumergirlo en nuestra lectura.
Despertar el interés solo se consigue con una buena
forma: la exquisitez al decir para continuar en la misión primordial de
defender la Revolución al saber, con profesionalidad: orientar,
informar y comunicar.
Antes la reconstrucción y el perfeccionamiento de la
prensa cubana, en las circunstancias actuales tiene total vigencia Fidel
Castro: “Yo veo en la prensa una fuerza de enorme importancia, decisiva. En
esta lucha que estamos librando, en la cual nos estamos jugando todo, no solo
nos estamos jugando nuestra obra, nos estamos jugando la obra de toda la
generación que nos precedieron y estamos defendiendo la herencia de los que
vendrán después de nosotros”.
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