Columnas

Saturday, March 09, 2019

Don inevitable de la palabra



Rodobaldo Martínez Pérez
rodo@enet.cu
Desde el propio 1959 la prensa acompaña a la Revolución con el reto mayor de reflejar, en cada espacio, los intríngulis de una obra inédita en este contexto, el cambio radical, que representa abrazar otro sistema y  la exigencia de un discurso posible, sin estridencia y falsos triunfalismos.
Acompañar los sucesos de Enero es cada vez más difícil, porque vivimos momentos muy complejos tanto en el orden internacional, la peligrosa guerra de pensamiento, definida entre lo cierto y lo falso, así como la complicada realidad nacional.
Fidel lo previó: “Nosotros estamos seguros de que nuestra prensa y nuestro periodismo, al igual que la Revolución, tendrán, en el futuro, un gran porvenir y que el trabajo de nuestra prensa revolucionaria será, cada vez, más importante, más decisivo, en la medida en que nuestro pueblo será —como decíamos— cada vez más exigente”.

No digo nada nuevo si expreso que la verdad navega por mares tempestuosos y más ahora con el ascendente y retador mundo digital, la falta de ética crece camuflada, con daños en las culturas profesional e ideológica.
El acierto mayor de quienes escriben pasa, prioritariamente, por la inteligencia. El contenido es vital y debe ser fruto de la compresión de los hechos. Para defender las  políticas del modelo económico cubano, estrategias o líneas de acciones, que requieren dominarse, conocerse, debatirse para  poder emitir criterios y participar conscientemente en tomas de  decisiones.
Así lo dijo Martí: "La prensa no puede ser en estos tiempos de creación, mero vehículo de noticias, ni mera sierva de intereses, ni mero desahogo de la exuberante y hojosa imaginación”. Proposición, estudio, examen y consejo son esas altísimas misiones de ella.
Los medios de comunicación deben ilustrar la realidad vivida por el país, sino nuestro contexto va por un camino y la prensa por otro, con el adiós a la credibilidad, que solo crece con informaciones objetivas, oportunas desde todos sus ingredientes para satisfacer el afán de un pueblo tan culto como el nuestro.
La máxima dirección de la nación aboga por mejores relaciones entre fuentes, audiencias y prensa, porque cuando ellas no coinciden comienzan a acumularse insatisfacciones y las líneas escritas traen los sinsabores de la duda,  una de las mayores fatalidades para los Medios.
El llamado secretismo le hace un daño terrible al oficio de los trabajadores de la pluma, porque con la idea de no divulgar cosas que supuestamente perjudican al gobierno, algunos se atribuyen el derecho de prohibir la presencia de los periodistas.
Nuestra meta no es más que una: informar e informar de manera amplia, con muchos conocimientos, sapiencias y  de forma atractiva. Otro aspecto fundamental es la ocupación utilitaria de los espacios.
No se justifican esos trabajos periodísticos que llenan sitios y no aportan nada. Es desperdiciar la oportunidad de decir algo importante, poner a reflexionar a las personas y defender un criterio.
 Aquí incluimos esos titulares en prensa escrita simplones y vacios, no  basta con los inventos de juego de palabras, sino el contenido de lo dicho.
La prensa que Cuba necesita no es aquella, para completar líneas, es el uso efectivo de lo expresado y la posibilidad de hacer pensar. Puede crear matrices de opinión mediante las investigaciones y ayudar a la comprensión de una idea desde el don de la palabra.
Cuidado con el lenguaje, este debe ser atrayente, seductor o llamativo, como diría un texto periodístico, capaz de agarrar al lector por la solapa y sumergirlo en nuestra lectura.
Despertar el interés solo se consigue con una buena forma: la exquisitez al decir para continuar en la misión primordial de defender la Revolución al saber, con profesionalidad: orientar, informar y comunicar.
Antes la reconstrucción y el perfeccionamiento de la prensa cubana, en las circunstancias actuales tiene total vigencia Fidel Castro: “Yo veo en la prensa una fuerza de enorme importancia, decisiva. En esta lucha que estamos librando, en la cual nos estamos jugando todo, no solo nos estamos jugando nuestra obra, nos estamos jugando la obra de toda la generación que nos precedieron y estamos defendiendo la herencia de los que vendrán después de nosotros”.



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