Rodobaldo Martínez Pérez
rodo@enet.com
No es de extrañar que ante el triunfo mayoritario del Sí, para aprobar la
última Constitución cubana, validada, por el pueblo, el domingo 24 de febrero, los discrepantes de la
Revolución empezaran a desacreditarla y, acudir a las más inverosímiles
mentiras, para calificarla de “fraude” y “show”.
Ante los resultados del referendo, lo cual significa apoyo al proceso actual
en el país, defensa de las conquistas desde hace 60 años, salvaguarda de la
soberanía y probada democracia, las respuestas de los grupos opuestos y sus
amos del Norte eran hasta esperadas, porque así escondían su frustración de
pensar el rechazo de las mayores cifras a la Obra de Enero.
La calumnia fue un sentimiento natural ante “el no sucedió como ellos
esperaban” y es hasta risible las historias inventadas para justificarlas. Díaz- Canel refutó, en su cuenta de Twitter,
las declaraciones irrespetuosas del
gobierno de Estados Unidos, sobre la aprobación de nuestra Carta Magna. Así
dijo: “EE.UU. carece de moral para cuestionar referendo en Cuba”.
Los yanquis habrán podido averiguar
todas las lecturas de este final del proceso constitucional contrario a
sus aspiraciones de decir que la mayoría de los cubanos están en contra del Socialismo.
Entre
quienes se inmiscuyeron, sin ningún derecho, estuvo la Organización de Estados
Americanos (OEA), tal como está acostumbrada en asuntos del Continente. El
colmo del cinismo fue la celebración, el pasado 12, en la sede de ese organismo
regional de una conferencia de expertos sobre el nuevo proyecto de Constitución
en el Archipiélago.
En dicha
reunión, el secretario general de la OEA,
habló de una “dictadura” en Cuba y al carácter no democrático del proceso
constitucional”. El presidente estadounidense, Donald Trump, expresó, en Miami,
su deseo de cambiar el sistema político en Cuba.
En este caso
particular, irrazonable por demás, para
complacer actitudes ideologizadas de Washington, la OEA asume el papel de evaluadora
de actividades legales y legislativas que son competencia política interna de
los Estados, con el marcado propósito de desacreditar a los gobiernos contrarios a sus intereses.
Falta de respeto en mayúscula, igual a que
usted dejara entrar al vecino a su casa y lo dejara disponer.
Nos acusan de falta de democracia, pero la
discusión del referendo, en Cuba, contó con la participación de más de ocho
millones 940 mil ciudadanos, los cuales
hicieron más de un millón de intervenciones, mientras en el proyecto de
Constitución se modificó el 60 por ciento de sus 229 artículos.
Otro de los
que añadieron su opinión injerencista fue el asesor de Seguridad de la actual
administración norteamericana, John Bolton, quien la trató de descalificar
mucho antes de conocer los resultados.
Según escribió Bolton: “El referendo
constitucional de hoy es otro engaño del régimen cubano para encubrir su
represión y tiranía” y “Estados Unidos respalda los llamados del pueblo cubano
por la libertad y la democracia”.
El tal Bolton volvió a confundirse nuevamente
con las informaciones de quienes, aquí podrían,
con un gran por ciento de abstención, dañar el #YoVotoSi, por tanto, el resultado de que, cinco millones de
cubanos ya habían acudido a las urnas al filo de las once de la mañana le pudo
ocasionar esa rabia mediática.
Y esa preocupación de Bolton y compañía es
porque con ese Sí refrendamos la continuidad de la Revolución Cubana y el Socialismo. Porque
como expresan otros colegas: “En
su concepto de democracia no caben ni el
progreso social, ni la solidaridad, ni la integración latinoamericana, si no es
bajo la égida del histórico dueño del patio trasero latinoamericano”.
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