Columnas

Thursday, August 16, 2018

Mi constitución


#CubaReformaConstitucional

Rodobaldo Martinez Perez
rodo@enet.cu
Precisamente en el aniversario  92 del natalicio de Fidel Castro y desde el mismo Birán,  este 13 de agosto, comienza en Cuba uno de los acontecumientos más decisorios de la nación: el análisis, por el pueblo, del Proyecto de Constitución,  hasta el próximo 15   de noviembre.
El hecho de consultar al pueblo en algo tan vital, como el documento rector constituyen  ejemplos de democracia, en un  ejercicio del poder soberano en la Cuba libre.
Tal  particularidad representa una gran responsabilidad de todos los ciudadanos en el estudio del proyecto y, en la participación en la consulta popular, así como en cada una de las propuestas a realizar.

La fecha escogida para el comienzo no fue pura casualidad, encierra un simbolismo extraordinario, porque algo tan importante para el presente y futuro del país tiene que tener la impronta del Comandante en Jefe, en aras de ganar en rectitud, acierto y fiel a su dictamen: “ La Revolución no puede  crear una Constitución, no puede crear instituciones, no puede crear principios que no se cumplan”.
La nueva Constitución reitera la característica de propiciar un mecanismo jurídico capaz de ayudar a mantener el gobierno humanitario y democrático que poseemos. Una ley de leyes moderna y, en consonancia con la realidad del territorio nacional, es nuestro propósito.
Hablamos de necesidad, porque la actualización es un requerimiento aparejado al progreso, y  las experiencias, en materia de derechos, en estos últimos 60 años.
También  refiere los cambios económicos y sociales protagonizados en el Archipiélago, sobre todo, en los dos últimos quinquenios, particularmente como consecuencia de la implementación de las resoluciones adoptadas en el VI y VII congresos y la Conferencia Nacional del Partido Comunista de Cuba.
El propio Raúl Castro  al mencionar las tareas más intensas por su contenido y gigantesca porque moverá al país completo defiende: “Es la ley fundamental sobre la cual se asienta el Estado y, por tanto, es el documento jurídico y político más importante de cualquier país, ya que define los fundamentos de la nación, la estructura de los poderes y su alcance, así como garantiza los derechos y deberes de los ciudadanos”.
La Carta Magna será la brújula que guie jurídica y políticamente la normatividad legal del país durante décadas.   Miguel Diaz-Canel, presidente de los  Consejos de Estado y de Ministro dijo que tendrán en cuenta “los principios de justicia social y humanistas que configuran nuestro sistema político”.
Algo vital es  considerar como “pilares inconmovibles la irrevocabilidad del sistema socialista” , defender la unidad del pueblo y el papel dirigente del Partido Comunista de Cuba como “vanguardia organizada y fuerza dirigente superior” de la sociedad y el Estado.
Estamos ante una democracia singular, pero esta debe de ejecutarse en medio de un asfixiante bloqueo comercial, económico, financiero,  impuesto por Estados Unidos a Cuba desde el 7 de febrero de 1962, ahora súper reforzado por la Administración de Trump.
Unos de los valores de este proceso es su carácter inclusivo, es decir, la oportunidad  que tienen todos los cubanos de no ser excluidos por nada.
 Los participantes pueden dar sus opiniones libremente, por algo, a la Constitución le dicen: la voz del pueblo y su éxito depende de la participación activa de las masas. Implica una alta responsabilidad debatir esas páginas esenciales, definitorias para  la Cuba de hoy, en una sociedad compleja, amenazada por la indecencia,  robo, carencia de moral, valores y corrupción.
Necesitamos, desde la conciencia de cada uno,  recordar a uno de los ideólogos de nuestra Revolución, Armando Hart Dávalo: O viviremos en derecho o viviremos de revés,  perpetuemos la importancia de la moral para garantizar el ejercicio de la ley.  
Las constituciones cubanas fueron: en la República en armas,  Guáimaro, en 1869,  Baraguá, en 1878, Jimaguayu, en  1895, la  Yaya, en 1897. En la república colonial la de 1901 y 1940, después del Triunfo la de Revolución: la  de  1976 y reformas en 1992 y 2002.
Hagamos, ahora,  de este estudio un hecho digno y útil para los cubanos de hoy y mañana, con el alto orgullo de poder proclamar: Mi Constitución.


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