Columnas

Wednesday, August 29, 2018

La dignidad de nuestros derechos



Rodobaldo Martínez Pérez
rodo@enet.cu
Carlitos es un pequeño de cinco años, quien nació con una malformación congénita, con tres operaciones a su corta edad. Su madre agradecida dice: “si yo tuviera que pagarle financieramente al Gobierno tantos servicios, mi hijo ya no viviera”.
Otra es la historia de Gisela, joven de 26 años, embarazada por primera vez,  quien planifica el tiempo reglamentado pre y post natal, para atender a su niño. Así sucede con las mujeres cuentapropistas, hoy protegidas igual que las trabajadoras en centros estatales.
Los cubanos disfrutamos de  tantos derechos que a veces lo asumimos como algo natural, no sujeto al Estado Socialista. Son muchos años las fiestas para  el inicio del curso escolar, que  nadie imagina un contexto diferente, una conquista que requiere,  del pecunio personal en muchos lugares de este mundo.

Algunos olvidan el significado para sus vidas de las gratuidades en la Salud Pública y Educación, dos sectores altamente priorizados,  cuyo evidente ejemplo de su prevalencia es dedicarles en el Presupuesto nacional la mayoría de los porcentajes.
Pregúntenle a la familia la sensación de tranquilidad  sentido en la instrucción y la salud de sus hijos, porque lo tienen garantizados. Se imaginan si  para mandarlos a la escuela o lo tuvieran enfermos equivaliera a un costo monetario y un hospital lo rechazara por no tener dinero.
 En Cuba, pese a las limitaciones y el criminal bloqueo que  los daños, en  casi seis décadas, son  de 933 mil 678 millones de dólares, se mantienen esas conquistas por su humanismo intrínseco, es decir, tener una sociedad donde el ser humano es lo principal.
 Quienes visitan otros países pueden contar lo que representa necesitar atención médica y no poderla tener, cuando los bolsillos no responden. Ese es uno de los aspectos que más golpea a nuestros médicos en misiones.  
 Cuba es un Estado socialista de derecho, democrático, independiente y soberano, organizado con todos y para el bien de todos, como expresa, claramente, el artículo uno el Proyecto de Constitución,  que debate el pueblo constituyente de Cuba, al  distinguir su humanismo, es decir,  valorar al ser humano y la condición en relación directa con la generosidad,  compasión y  preocupación por el prójimo.
Subrayo el humanismo por ser el rasgo primordial que nos caracteriza y es lo defendido en el Proyecto de Constitución como continuación de la Revolución. Solo el socialismo es capaz de pensar en las personas, porque el otro sistema, con el egoísmo y su “sálvense quien pueda” lo rige el individualismo y eso nadie lo niega, aún cuando sea fiel defensor.
Hasta el 15 de noviembre, próximo,  está programado el debate que enriquecerá el Proyecto Constitucional, con el extraordinario valor de cada opinión, siempre pensando en el bienestar de las grandes mayorías.

 EL 24 de febrero de 1976, en acto solemne, proclaman la Constitución Socialista de Cuba,  resulta conocido que la dirección de la Revolución, encabezada por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz,   asegura establecer las formas definitivas del régimen estatal, comprendiendo que el asunto no radicaba en la existencia formal de órganos de poder, sino en crear instituciones meditadas y duraderas que respondieran a las necesidades del país.
 Vale, entonces, recordar al Comandante en  Jefe, cuando expresa: “Una de las cosas que nos preocupa y que debe ser de una preocupación perenne, es que [...] la Constitución que nosotros hagamos se cumpla rigurosamente. No podemos tener o aprobar uno solo de esos preceptos que no se aplique rigurosamente. [...]
”La Revolución no puede crear una Constitución, no puede crear instituciones, no puede crear principios que no se cumplan.

”Por eso es nuestro propósito una vez que se haya aprobado esta Constitución,
luchar consecuente y tenazmente, para que cada uno de los preceptos de esa
Constitución se cumplan; que nadie le pueda imputar a la Revolución jamás,
de que acordó leyes y principios que después no se cumplieron”


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