Columnas

Wednesday, November 23, 2016

De independencias y otras santidades



 

Halle, en el blog de RafaelCruz. este interesante análisis que podría ayudar para entender el llamado cine independiente  y comprender mejor la pelicula  "Santa y André”.

A veces al creador independiente lo presentan como a un santo y a su creación como un milagro, muchas veces tienen razón porque casi merece la canonización inmediata, eso de llevar a buen término una obra que no haya nacido comprometida con el poder económico capitalista, y sea propaganda de ese poder, volviéndose mercancía, o sea la condición de un plutócrata,  o de un censor que lo representa.

Recuerdo las películas del cine independiente norteamericano, los comentaristas y críticos las presentaban con cierto fervor, se les notaba la admiración por el artista, capaz de escapar de la gravitación brutal de las compañías productoras, los poderosos gremios sindicales  y las distribuidoras. Chaplin creó su propia empresa para sacudirse de la persecución de los magnates de la producción y la distribución. Hay una película que me impresionó hace algunos años "Sex, lies and videotape" dirigida por Steven Soderbergh. Puro cine de autor, libertad creadora, absoluta lealtad a la obra, desprecio por los que, desde los despachos de mármol en los bancos, esclavizaban a los creadores imponiéndoles las reglas que producen dinero, aunque desdeñen al arte. La oligarquía solo puede ser derrotada con el talento; también por eso es justificable la devoción de los críticos y comentaristas,  aunque realmente quien se enfrenta al poder del dinero renuncia al reino de los cielos, no olvidemos que los tíos del billete han conseguido hacer que el camello sea lo bastante pequeño, o el ojo de la aguja lo bastante flexible como para que se produzca el milagro.

Con el tiempo y estimulados por los intereses morbosos, los estrategas de la manipulación se apropiaron del término "independiente", como hicieron con el de libertad y lo volvieron un eslogan en los discursos de los propagandistas y políticos defensores del mercado, en especial ante escenarios donde los públicos se habían vuelto hostiles al capital. En la promoción de la obra su condición de "independiente" sirve para venderla, como esos productos que se dicen ser “orgánicos” y llevan etiquetas verdes, o como el anuncio solemne que abre un film, una teleserie o un libro "esta es una historia real" pero no lo es.

Por ejemplo en Cuba tenemos cultura independiente, no la libertad animosa de un Llanero Solitario de la creación, que desafía a los señores del poder, sino la construcción voluntaria y popular de toda una nación alfabetizada y convertida en critica de lo que defiende y negada a someterse al poder global. Ese es el caso de obras en el cine como “Memorias del Subdesarrollo”, “La muerte de un burócrata”. Poetas y trovadores como Silvio Rodríguez o pintores como Fabelo, todos ellos son ejemplos de la prevalencia de esa cultura contra hegemónica creada por y para la gente, que se desentiende de los parámetros del mercado o de las líneas ideológicas del capitalismo.

Y no solo la creación artística, sino cómo esta llega a la gente. Ahí está el caso del Cine Móvil- que no era película en celulares- sino camiones que llevaban un proyector de cine de 16 mm y una pantalla a los más remotos lugares, o la fundación de Casas de Culturas en todos los municipios de Cuba. Todo eso es una expresión de rebeldía e independencia que contradice la lógica del productor capitalista y de los emporios como el de Hollywood por ser una transgresión del mercado, la ganancia y cometer el pecado de alfabetizar a los pobres.
Pero hoy para Cuba se premia y estimula algo que llaman "cine independiente". Un espectáculo cuyo propósito está más cerca del cine dependiente, porque coincide con la ideología global del capitalismo, en tanto busca desestimular a la sociedades que le hacen frente al Gran Capital y por tanto reclutar almas para la brillante vuelta al mundo del mercado. A ese cine lo promueven casi con altanería y le llaman, descaradamente, "independiente". Sus realizadores son premiados, y santificados, todo un San Jorge que enfrenta al dragón del comunismo.

Sera San Jorge pero no es independiente, no al menos como sí lo eran quienes se soliviantaban contra el mercado todopoderoso para producir una obra memorable, o como los chicos de las universidades cubanas que usan la cámara de un amigo, la compu de otro, la ayuda de muchos y hace una película de autor de escasísimo presupuesto, como las que se presentan en el Festival de Jóvenes realizadores, o como los chicos y chicas del Movimiento del Audiovisual de Nuevitas en Camagüey, con su proyecto "Iroscopia”.

Estos que la propaganda anticubana llama independientes, esos benditos de la “libre expresión” son falsos rebeldes  y, en la realidad, son dependientes de los productores de un mercado que vende ideologías para denigrar y recomponer la historia, son absolutamente dependientes de sus propios egos y egoísmos. Deja de ser independiente y por tanto independentista el creador en ese minuto terrible que acepta el guion mancillado por la intencionalidad malsana y el dinero de quien defiende la esclavitud de la cultura, allá en los arcaicos salones de la socialdemocracia o los encristalados edificios del neoliberalismo y, por tanto, necesitan destrozar cualquier proyecto que sean de verdad independientes y se vuelven mercenarios en pulóveres.

Quienes estimulan la existencia en Cuba de una Ley de Cine tienen razón, esa ley hace falta y por supuesto deberá defender el poder político del pueblo que la aprueba, de modo que bajo esa nueva ley no deberá florecer el cine dependiente y contrario a la nueva sociedad que se construye.  Una ley que estimule al independientes de veras, ese que no reciben dinero de los bancos, las organizaciones de inteligencia y las llamadas ONG, por el contrario a los verdaderamente independientes los bancos les escamotean el dinero; porque un creador independiente nunca será amanuenses del capital ni contrario a una Revolución que nació y vive en la independencia.

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