Rodobaldo Martínez Pérez
Estados Unidos, el principal
violador de los Derechos Humanos, acusa a Cuba de no respetarlos.
Esa sucia política yanqui no
es nueva, porque sus ardides buscan, siempre, formas que oculten sus historias
y enmascaren los verdaderos propósitos hegemonistas.
Muy mal parado quedaría el Imperio, paladín de
los Derechos Humanos, si la humanidad,
testigo de su sucio proceder, comenzara
a pedirle cuentas de su gruesa lista de violaciones.
Si, por ejemplo, tuvieran que
responder sobre las atrocidades cometidas en el centro de tortura internacional
de la Base Navalde Guantánamo, las detenciones arbitrarias, ejecuciones sumarias, el trato racista y selectivo con los
inmigrantes, los vuelos secretos para el secuestro y traslados de prisioneros a través de Europa o la
situación con los cubanos presos en sus
cárceles, por enfrentar las actividades
terroristas fabricadas en Miami contra la Isla.
Es cada vez más difícil
aceptar y creer la posición de Estados
Unidos, con la violación de los Derechos Humanos en Cuba y esa persecución por
condenarnos, mientras ellos tienen su inocultable rosario.
Mientras que los términos
Derechos Humanos tenga para los yanquis una interpretación acomodada a sus
intereses y una aplicación discriminatoria,
sucederá esa cínica postura
de reclamar decencia siendo tan inmorales.
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