Por Hilda Pupo
Salazar
La Tecla Ocurrente, de Juventud Rebelde, publicó,
una vez, la anécdota propicia para ilustrar el fanatismo enfermizo con que
Estados Unidos actúa, para condenar a
Cuba en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, en Ginebra.
La serpiente y la luciérnaga (Fabulas de
Esopo) son las protagonistas. Narra que la primera persiguió a la segunda
para comérsela, un día, dos y nada. La
luciérnaga paró y le dijo: ¿puedo
hacerte tres preguntas?, la devoradora
accedió. -¿Pertenezco a tu cadena alimenticia?
- No, ¿Te hice algún mal? –
No. ¿Entonces, por qué quieres
matarme? – Porque no soporto verte
brillar.
Y, precisamente, ha sido la innegable posición descollante
de la Isla en el mundo, en materia de
justicia social, de ejemplo de sociedad equitativa y humana, atención priorizada a la dignidad plena del hombre, como ley primera de su Constitución, la que
alimenta hasta el paroxismo la postura desequilibrada del Norte para desaparecernos de la faz de la tierra, por
la sencilla razón que la luz de Cuba niega por sí sola su carcomido modelo de
sociedad.
Por estos días, se ha hablado mucho de
derechos. Las imágenes de las televisoras y los periódicos son elocuentes testimonios, que en un
mundo plagado de violaciones mantener en la agenda de la Comisión, para su
condena, al país que más ha hecho por el bienestar de su
pueblo, es una aberrante actitud de
fuerza imperial, cuyo único fin es justificar
un objetivo político.
Por eso, sin otra lectura, la Junta
Directiva Nacional de la Asociación de Amistad
Honduras- Cuba acusó a su
gobierno de cómplice de las agresiones y el bloqueo contra nuestra patria, por
la anuencia lacayuna de su presidente Ricardo Maduro de presentar el texto
condenatorio de factura yanqui.
Maduro se acabó de podrir ante su pueblo
con ese miserable consentimiento. Como el gato, que cierra los ojos para no agradecer, se vira
de espalda al gesto de los cubanos, cuando su país desbastado por los huracanes
Fifi, en 1974 y Mitch en 1998, recibió su
carga solidaria. Puso al mezquino interés de la ayuda financiera estadounidense,
por encima de la generosa contribución de la
Brigada Médica cubana formada por 281
médicos, a la desinteresada ayuda de formarle cientos de médicos, de ellos 240 que
se titularán este año; a la colaboración científica, al apoyo en el deporte…
¿Y cuál fue la victoria del Imperio para
tanto desatino?. Un voto. Vergüenza debía darle por la farsa. Cuba continúa su lucha por la verdad y por
los derechos humanos para todos.
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