Columnas

Wednesday, November 14, 2012

Casa Editora ¡ahora!:Su Serranía




Rodobaldo Martínez Pérez
rodo@enet.cu
Nacimos no solo con la altura de las lomas, sino que escogimos para ver la luz,  el día histórico de Cuba que nos vistió de verde olivo para siempre.
El alumbramiento el 2 de diciembre de 1995 dejó intrínseco en Serranía, la revista del semanario ¡ahora! dedicada al Plan Turquino, la mezcla de dos incuestionables méritos: la valentía y  perseverancia de los hombres y mujeres de las montañas, más  la determinación de trastocar los áperos de labranza por  fusiles, si fuera necesario defender el   suelo patrio.
Ya  son 17 años de materialización de aquella necesaria idea de crear una publicación,  que constituyera una opción de información, conocimiento y cultura de  la región holguinera  de geografía especial, como los municipios Cueto, Frank País, Sagua de Tánamo, Mayarí y Moa, precisamente en la época en que ganó prioridad el vocablo déficit en el llamado PeríodoEspecial y se redujeron las ofertas de lectura.
Resultó un nacimiento de particular  distinción, porque supimos sumar en momentos en que en el país restaba, con la singularidad de ser la única revista con ese  tipo de formato en toda la nación ilustrativa de esos temas.
Durante estos años hemos sentido el mayúsculo privilegio de narrar la vida de los montañeses, llena de sueños, sacrificios, constancias, amabilidades y entregas sin límites.
 En nuestras páginas permanecen los rostros de  campesinos nobles en los trajines del campo, de las amas de casa en los constantes ajetreos de una cotidianidad modernizada con la Revolución Energética, de los niños de pañoletas azules y rojas en las lejanas escuelitas de las cimas descubriendo el mundo a través de  las pantallas de las computadoras, de los profesionales de batas blancas en solitarios consultorios o  de los maestros a pie por intrincados parajes en la búsqueda de pizarrones y tizas donde poder enseñar.
“Serranía” surca los amaneceres con olor a cafetos maduros y cantíos de gallos, cuando aún la hierba fresca no se despoja totalmente del rocío y  aquellos agrestes surcos reciben las manos laboriosas de los  labriegos,  en medio de un sol recién nacido.
Hemos captado con los lentes de las cámaras de Juan, J Pablo, Elder, Edgar, Yuly o  Javier  las bellezas de singulares paisajes con la floresta típica del lugar, allá donde las palmas resultan pequeñas por los  caminos de constante ascenso; en los sitios de terrenos rojos por su carga niquelífera y de ríos que riegan sus aguas cristalinas por la tierra abrupta de la Sierra.
Son momentos para recordar la historia y pensar en el distinguido Segundo Festival  Nacional de la Prensa Escrita que la coronó con el lauro de la Mejor Revista de Cuba y nos vestimos de largo.
Los recuerdos en la realización son meritorios en este recuento, principalmente, en épocas difíciles,  para que los ejemplares no faltaran por culpa de las circunstancias. 
 Aquí caben las aventuras periodísticas de Calixto, Elder y hasta la propia Eglis sustituyendo las faltas de transporte por los periplos botelleros a través de  los  “Amarillos”. Líneas para  el corrector de estilo Orlando, dándole las mejores formas a los contenidos con una dedicación meticulosa, los formatos de Tania y Annia  guiadas por lo atractivo y la siempre generosa voluntad en el Poligráfico, para seguir latiendo en las montañas.
Pero, la felicidad más grande la encontramos en las cientos de cartas de lectores agolpadas en la mesa de redacción, como muestra del agrado con que  nos reciben. En esos seguidores está nuestra razón de ser, ellos constituyen nuestra motivación principal y dan existencia  a la revista.
Felicidades en el nuevo aniversario, porque el agasajo primordial es para ustedes: los protagonistas de esta singular obra editorial responsable de haberlos conocido y que en los nombres de Agustín, María Julia  y la actual   coordinadora consagrada Eglis Ricardo descansan los certeros conductores que ha tenido.
Se llega al onomástico de una publicación, cuyo mayor logro constituye tener la  “Serranía” entre las pertenencias, por haber conquistado los corazones de nuestros montañeses.

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