Columnas

Thursday, November 15, 2012

Sus locuras



Rodobaldo  Martínez Pérez
rodo@enet.cu
Siempre imagino aquel lunes  19 de noviembre de 1962,  como un día  de  demasiada excitación, de ese desorden propio de las normas habituales de la profesión que paría tantas letras de molde juntas, sin calmas para esperar, ni  la más mínima justificación por salir, desde el plomo, envueltas en tintas con un nuevo nombre: ¡ahora!.
Los holguineros de entonces conocieron del concurso para el nombre de un periódico por el diario Surco, llegado desde Santiago de Cuba en julio de 1960, con residencia en Frexes y Rastro. Más de 90 personas hicieron propuestas.
El jurado escogió a un retador adverbio de tiempo, que propuso el doctor Zúñiga: ¡ahora! Ese lunes  era el cabezal del naciente diario, que este otro lunes 19 de noviembre de 2012 festeja sus 50 años, sin defraudar jamás a quienes lo bautizaron, porque nunca ha dejado nada para después.
Conocí a ¡ahora! por dentro cuando  cumplió 11 años. Penetré en su colectivo, como corrector de prueba. La jornada de lunes a sábado iniciaba a las 6 y 45 de la tardes hasta ver rodar su primer ejemplar por la rotativa, a punto de romper el nuevo día. Pero era una fiesta para todos.
Cómo podría desnudar la cotidianidad de la vida tan agitada de una redacción, de las locuras constantes para honrar la palabra y cumplir con ese legado martiano de que: El periódico es una espada y su empuñadura la razón. Así crecí en ¡ahora! a la sombra de buenos colegas, de la mano de magníficos consejos y regaños oportunos.
Aprendí, desde el primer momento, que hacer periódico es un oficio difícil, cuando la prisa casi apunta a errar, sin esperar por nadie y asustan tantas letras sin marcha atrás,  cuando comienzan a rodar por la silenciosa rotativa e inmediatamente traerán alegrías o llantos por el más mínimo gazapo, propio del mejor escribano.
No hay cetro mejor que un buen periódico, dijo Martí,   y por mi experiencia en ¡ahora! puedo decir que no hay cetro que se ame más que a un periódico, con sus goces y sus amarguras.
Para nosotros ¿qué es el ¡ahora!?: La locura de la mayor locura; la pesadilla de todos los días que me convoca todo el tiempo; una exigencia de superación cotidiana; mi obsesión diaria; mi escuela, mi casa, todo  más excitante que el fósforo y más cautivante que el AMOR.
 Una forma de enseñanza diaria. Muchas preocupación por trabajar bien y bastante. Descontento cuando no me publican o algo sale equivocado. La imagen de Holguín. La casa donde a veces me quedo para aprender un poco de todo. Sitio donde se recoge lo más inmediato por saber. El corcel de batalla que me conduce en cada combate. Motivaciones y siempre perspectivas.

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