Columnas

Wednesday, July 22, 2020

 Henry Reeve:

Honor de Cuba


Rodobaldo Martínez Pérez

rodobaldo@ahora.cip.cu

Tenía 19  años Henry Reeve, cuando llega, procedente de Estados Unidos, a la lucha independentista en Cuba durante la Guerra Grande. Por su idioma lo nombran  el Inglesito.

Nace en Brooklyn, el 4 de abril de 1850, hijo de Alexander y Maddie y, al momento de su muerte el 4 de agosto de 1876, ya era brigadier. Participa en unas 400 acciones combativas y en 10 resulta herido, derrocha heroísmo  y   valentía en cada enfrentamiento contra los españoles.

Tuvo una modesta participación en la Guerra de Secesión  en su país, en contra de la esclavitud.

 En su país entra en contacto con la propaganda revolucionaria de los emigrados cubanos y, atraído por esas ideas  decide apoyarlas de manera solidaria al incorporarse a las fuerzas insurgentes que aquí luchan contra el colonialismo Español.

Abandona, secretamente, el hogar e ingresa en la expedición del Vapor Perrit, al mando del general norteamericano Thomas Jordan, muy identificado con los anhelos de emancipación de los cubanos.

Cae prisionero el 27 de mayo de 1869, junto a otros combatientes y es condenado  a la pena de fusilamiento en masa. Los cuatro impactos de bala que recibe, durante la ejecución, no fueron mortales, por lo que logra escapar.

El 16 de abril de 1870 lo nombran jefe de la sección de exploración. Participa en los combates de Tana, Imías y La Jagua.  En marzo de 1871 pasa a subordinarse, directamente, al mayor general Ignacio Agramonte, en la legendaria caballería camagüeyana.

 El 28 de mayo de 1871, después de ser herido en Hato Potrero y de combatir en La Entrada y El Mulato, participa en el rescate del entonces general de brigada Julio Sanguily. Estuvo en los combates de "El Plátano", La Redonda, "San Ramón de Pacheco", "San Tadeo", "La Matilde" y "Sitio Potrero", donde fue herido nuevamente.

 Ya en 1873 se destaca en los combates de "Ciego de Najasa", "Soledad de Pacheco" y "Cocal del Olimpo". Acompaña a Ignacio Agramonte en el combate de "Jimaguayú", donde é cae el Mayor el 11 de mayo de 1873. En esa ocasión toma el mando de la división para entregarlo, ocho días después, a Manuel Sanguily. Posteriormente libra la acción de Yucatán. En julio de 1873 se subordina al nuevo jefe de Camagüey, mayor general Máximo Gómez, quien el 27 de julio lo nombra jefe de la caballería de la primera división.

Estuvo en los combates de "Las Yeguas", "La luz y Atadero". En el combate de "Santa Cruz del Sur" del 28 de septiembre de 1873, cuando se enfrenta a un cañón español, recibe heridas graves en una pierna, por lo que lo trasladaron al hospital de sangre de Ciego de Najasa. Un artillero español le dispara (a Reeve) su carabina a quemarropa, hiriéndolo gravemente, lo cual no impide que dirigiera una carga sobre un grupo enemigo.

La herida le inutiliza la pierna derecha para siempre y lo envía al hospital por el resto de 1873 y parte de 1874.  Luego de unos   seis meses de convalecencia, vuelve a filas. Le adaptan una prótesis metálica a la extremidad dañada, que  queda más corta. También logran un dispositivo que lo mantuviera firme sobre su cabalgadura.

El 20 de junio de 1874 recibió el mando de la primera división y el 4 de julio resulta herido en la mano y en el pecho durante el combate de "San Antonio de Camujiro", cerca de Puerto Príncipe. El 6 de enero de 1875 apoya, con fuego, la trocha de Júcaro a Morón para facilitar el paso del contingente invasor, con Máximo Gómez al frente hacia Las Villas.

Cuando Reeve despliega una importante campaña entre los territorios de Colón y Cienfuegos, en agosto de 1876, supo que en las cercanías del poblado de Yaguaramas estaba el enemigo.

 Con la impetuosidad que lo distinguía  sale a su encuentro y carga al frente de su tropa. Era 4 de agosto y en desigual combate, ordena la retirada y mientras cubre a su tropa recibe primero una herida en el pecho y después otra en la ingle que lo derriba del caballo,  otra en el hombro y, cuando el enemigo mata su caballo, sin el cual no podía valerse, su ayudante le ofrece otra bestia pero la rechaza, ordenándole retirada porque sabía que lo iban a matar.

 Con su característico arrojo y bravura sigue defendiéndose con un machete en la mano y en la otra un revólver hasta que, agotadas las fuerzas y las municiones, decide darse un tiro en la sien para no caer vivo en manos de los españoles.

Cuando en  agosto de 2005, el huracán Katrina azota a Nueva Orleans, Estados Unidos, nuestro país, con extrema solidaridad, crea   el ContingenteInternacional de Médicos Especializados en Situaciones de Desastre y Graves Epidemias, con el nombre de Henry Reeve, en memoria de aquel excepcional joven combatiente norteamericano, quien cae, heroicamente, en la lucha por la independencia de Cuba.  El gobierno del imperio rechaza la ayuda.

Sobre esta solidaria fuerza dijo  Fidel: “Ni una sola vez, a lo largo de su abnegada historia revolucionaria, nuestro pueblo dejó de ofrecer su ayuda médica solidaria en caso de catástrofes a otros pueblos que la requirieran, sin importar cuán abismales eran las diferencias ideológicas y políticas, o las graves ofensas recibidas de los gobiernos de cualquier país”.




 

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