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Cuando se llama a una actitud proactiva, inteligente
y concreta de los dirigentes se refiere,
también, a la resiliencia, es decir, no solo al desafío de actuar con
eficiencia en condiciones difíciles,
utilizar el talento y la concreción de lo ansiado, sino a la capacidad de
afrontar las adversidades con éxitos y transformar los malestares en fuerza
motora para la acción vigorosa.
Es, realmente, lo más necesitado para la Cuba actual,
cuando las complejidades son evidentes y, los requerimientos, pasan por los comportamientos
particulares, para traducirlos en desarrollo, con personas comprometidas con su país y dispuestas a
sacrificarse para el bien de los demás.
Los desafíos cotidianos son, cada vez, superiores,
muy difíciles y no es correcto desconocer la economía, como ciencia, porque
sino ella desacredita para el importante ejercicio de desplegar las políticas
en aras de fortalecer nuestra ideología.
El Presidentecubano dijo: “Economistas del pueblo, y hoy para ser
economistas del pueblo deben ser economistas políticos; y los políticos deben
ser políticos, con un mínimo de conocimientos económicos y si es posible con un
máximo de conocimientos en ese campo”
Añadió: “Se realmente sobre la cual se
está jugando el destino la humanidad, la base sobre la cual se desarrollan
nuestras luchas. Y los políticos que no entiendan, o no quieran entender, o que
no se esmeren en conocer la economía, no son dignos de ejercer las funciones
que ejerzan como tales políticos”.
Son conceptos definitorios en momentos determinantes por los que pasamos, con
el recrudecimiento del bloqueo yanqui y el acoso a la Revolución impone un gran
desafío, porque se trata de avanzar y cuidar la soberanía al mismo tiempo con
una actitud proactiva.
No es una palabra para ponerla de moda, ni hacer
consignas, sino un sentido para en cada acción a ejecutar priorizar la eficiencia y velar,
constantemente, por la cultura del detalle como prácticas de vida que favorezcan
despojarnos de la inercia, indolencia,
trabas, burocracia, falta de sensibilidad y enriquecer la inquietud revolucionarias.
Nos esperan tiempos de lucha, pero también de
esperanzas y de conquistas, de victorias, sin
chapucerías, ni demoras en las repuestas y las acciones, venciendo la inercia de los cansados, parásitos
y contagiando de entusiasmo a los comprometidos.
Cuando
decimos comportamientos proactivo y reactivo, nos referimos a
actitudes contrarias, que pueden marcar
la diferencia entre el éxito y el fracaso personal y profesional. El
primer es positivo, responde a la responsabilidad de acuerdo a nuestros valores.
Por el contrario, la reactividad conlleva al conformismo ante las situaciones, una reacción que lleva a las personas a seguir las pautas de otros, el contexto o que la sociedad le imponen, sin anticiparse a los problemas, todo lo contrario a lo que necesitamos.
Mientras el espíritu proactivo permite al individuo aprovechar
cualquier dificultad y convertirla en una oportunidad, sin esperar que
el viento sople a favor, sino que adaptará las velas para sacar partido a la
corriente.
En el maniobrar proactivo se analizan las alternativas, buscar enfoques
diferentes, aportar argumentos convincentes, ser perseverante y ver los cambios como oportunidades, lo contrario es asumir nuestra inutilidad, el
conformismo, ideas inamovibles, obligatorias y ver las transformaciones como
problemas.
El llamado de hoy es a ser proactivo
con más innovación, sacrificio, entrega de uno mismo para, de esta forma, pensar como país, sin detenernos en la
grandeza de los obstáculos.
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