Columnas

Wednesday, March 28, 2018

¿Qué representantes necesita el poder del pueblo?


#DemocraciaCuba 2018

 Rodobaldo Martínez Pérez

rodo@enet.cu

La constitución de las Asambleas provinciales  del Poder Popular y del Parlamento imponen  una interrogante: ¿Qué representantes  necesitamos en la Cuba de hoy?
No puede ser otra la respuesta: mucha idoneidad, fidelidad a los ideales, sabiduría y la necesaria flexibilidad, para adecuarse a las actuales circunstancias. Los delegados y diputados deben tener una agenda que responda a las preocupaciones cotidianas del pueblo.
Nunca puede suceder un divorcio entre las masas y sus representantes, porque extermina la credibilidad de quienes elegimos. Si a quienes dimos el voto no los caracteriza el ejemplo y no lo vemos defender nuestros intereses a  brazo partido, con total dedicación, comienzan a defraudarnos.
Vivimos momentos complejos y esos méritos y capacidades, por los cuales abogamos al depositar las boletas  requiere demostrarse con el valor al desplegar sus tareas y las virtudes al resolver tantas dificultades. Ya lo dijo Martí “la mejor manera de decir es hacer”.

El diálogo reflexivo y saber encausar las preocupaciones de la población son requisitos imprescindibles, para hablar de democracia,  llevar implícito el ejercicio del criterio y la libertad de expresión. Son más válidas las opiniones entre más respetuosas sean, sin  la agresividad verbal que no cabe aquí, en ningún momento.
Al calificar el órgano de Gobierno el intelectual cubano Alfredo Guevara expresa: “Una de las deficiencia del Poder Popular es que a veces resulta más popular que poder”. Allí  no se va a ser bueno, sino a hacer políticas  y trazar estrategias, a ejercer la fuerza de este poder.
El destino del país depende, en un alto porcentaje, de los miembros de las Asambleas y el Parlamento,  en sus condiciones de las voces de la genuina democracia cubana. El acierto, entre una pluralidad de criterios en los debates, por tanto, la preparación y el conocimiento con el oído bien pegado a la tierra nunca deben faltar.
Esos representantes no solo son valiosos por su hoja de servicio, sino por su emprendimiento y la comprensión de que vale mucho la conveniencia en el momento de planificar algo, sin renunciar a ningún principio.
 Raúl Castro,  más de una vez,  demanda de los dirigentes, de cualquier sector e instancia,  ser autocríticos y oír las reclamaciones de la gente, "aunque no agrade lo que nos digan".
 El Presidente Cubano  ratifica que, para estar a la altura de los tiempos que corren,  a los cuadros les corresponde desbrozar de burocracia y formalismos lo hecho, eliminar lo superfluo y concentrarse en lo realmente decisivo, porque es totalmente negativo hacer perder tiempo a la gente y  no criticar siempre "cara a cara las actitudes incorrectas".
  La principal responsabilidad de los electos es ser fieles servidores del pueblo y establecer la correspondencia entre lo dicho y lo hecho. Estos momentos son muy complejos para el país y la defensa de la Revolución es prioridad en todos los campos, sin desaprovechar un segundo para hacerlo.
En este mandato se impone la responsabilidad de conducir, controlar y exigir que continúe el avance en la construcción de una sociedad mejor, prospera y sostenible, siempre, por los caminos del socialismo cubano.
Miguel Díaz-Canel, primero vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros expresa: “Esta etapa resulta sumamente retadora para las nuevas asambleas y para el pueblo cubano, a partir de la compleja coyuntura internacional que vivimos, la cual tiene una fuerte incidencia en la vida del país; y ante cuyos retos debemos convocarnos todos y dar el aporte que podamos”.
Reiteramos que para merecer la confianza de la población, es fundamental el ejemplo, porque eso de “haz lo que digo, no lo que hago” es la primordial causa del fracaso.
La positiva actuación le da un sentido hondo a la frase de Fidel: “El poder del pueblo, ese si es poder”.  

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