Columnas

Thursday, March 15, 2018

La fuerza de la unidad

Rodobaldo Martínez Pérez
rodo@enet.cu
Si a este mundo caótico, lleno de injusticias, crisis y ardides, para que prevalezcan
 las fuerzas de la  derecha, se le suman las guerras, entonces, el escenario
 es más difícil.

La Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz persigue
eso: Hacer  menos problemático el ambiente. La situación del Oriente
Medio constituye un ejemplo evidente de cuanto significa el uso de las
armas, para dirimir los conflictos.

Con el desarrollo del armamentismo en nuestra región  daña la
necesaria integración, para evitar la absorción de los pueblos del
Continente por el imperialismo yanqui. La existencia de bases
militares en esta parte facilita el dominio estadounidense.

La fragmentación de la región favorece a los fines imperiales en la
búsqueda del dominio, por el probado refrán de “divide y vencerás.
Fue José Martí,  después de Bolívar, quien insiste en la obra
integradora de la América, como único freno al desborde imperialista.
En el temprano 1891, a raíz de la Conferencia Monetaria, el Maestro
alerta: “La América ha de promover todo lo que acerque a los pueblos,
y de abominar todo lo que los aparte".

El Maestro erguido, símbolo en la tribuna antiimperialista de la
Habana,  simboliza  con una de  sus  frases insignia sobre  la unidad:
“A un plan obedece nuestro enemigo: el de enconarnos, dispersarnos,
dividirnos, ahogarnos. Por eso obedecemos nosotros a otro plan:
enseñarnos en toda nuestra altura, apretarnos juntarnos, burlarlo…Plan
contra plan”.

La unidad es muy  válida en el tema de nuestra América, como
indispensable elemento de supervivencia ante la codicia del Norte,
porque la invitación de allegar los impulsos, siempre, es efectiva
ante cualquier intento de destrucción.

En la unión está la fuerza para defendernos y los enemigos son,
siempre,  quienes intentan dividirnos para derrotarnos, ahora con el
resucitar de la doctrina Monroe  enemiga de la paz para nuestra América.

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