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#CubaEsNuestra |
Rodobaldo Martínez Pérez
rodo@enet.cu
“Cambiar todo lo que deba ser cambiado”, dijo Fidel
en su último concepto de Revolución, el Primero de Mayo del 2000 y es
necesario, porque a la altura de más de medio siglo del Triunfo las
modificaciones a nuestro proceso es lo único capaz de atemperarlo a la realidad
de hoy.
Requerimos, más que nunca, de esa actualización del
modelo económico y social, porque ello nos rejuvenece y borra lo obsoleto que
puede significar pérdida de vigencia. A casi 6 décadas, la Revolución en
Cuba demuestra ser el camino exclusivo
de beneficio de las mayorías, la nobleza de pensar en los hombres y el
humanismo de un proyecto.
El imperialismo, por naturaleza, jamás perjudicaría obtener dinero para
favorecer a los más pobres, ni renunciaría a seguir aumentando las riquezas por
ayudar al pueblo.
Pero, la
propaganda enemiga es mucha, para sembrar en la mente de los incautos las
maravillas de su sociedad y las posibilidades tenidas, para vencer. Ya lo dijo
Martí, en su discurso Con todos y para el bien de todos: “El peligro grave de
seguir a ciegas, en nombre de la libertad, los que se valen del anhelo de ella
para desviarla en beneficio propio”.
Esa es a la
guerra de ideas a la cual se nos someten: capitalismo contra socialismo, por
tanto, entre más a tono estemos con el contexto, menos oportunidades existen de
una crítica por desfasaje.
Para quienes hablan de cambios en Cuba y se saborean
imaginándola apéndice del Norte es bueno reiterar que nunca hemos pensado en
transformarnos tanto como para destruir a la Revolución, sino perfeccionarla y
hacerla más parecida a estos tiempos.
La
prosperidad y sostenibilidad anunciadas prosperan
si somos capaces de introducirles aspectos nuevos, acorde con las maneras de
hacer y pensar. No vamos a caer en el absurdo del
retroceso y la involución.
Entre los combates de pensamientos están contra las
tendencias reaparecidas de la anexión y el colonialismo. Ya sea por ingenuidad
o no, algunos sueñan con perder la soberanía y ser una estrella del conglomerado
yanqui para ganar en desarrollo, incluso pertenecer a España, otros consideran
posible independencia sin la Obra de Enero.
Son muchos los retos de ahora, pero la inteligencia vive,
también, en la concretización de lo planificado. Sabemos el qué hacer,
aceleremos el cómo, para no repetir tanto la necesidad de rescatar valores,
buenas prácticas, saberes, oficios, habilidades, estilos, actitudes, conductas
y unas cuantas cosas perdidas o deterioradas.
De esa forma caemos en un consignismo estéril muy equivalente
a la inacción. La consolidación de lo hecho evita el círculo vicioso de tener
que combatir actos o hechos vueltos a surgir.
En esas trincheras para la permanente defensa deben
estar, con primordial sitio, dominar la historia Patria, nunca perder la
memoria, para no olvidar a quienes sacrificaron sus vidas por salvaguardar la
estrella solitaria, conocer el destino
del pueblo antes del 59 y el diferendo Cuba- Estados Unidos.
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