Columnas

Monday, December 05, 2016

De los agradecidos






Así lo escribió mi querida prima hermana María

Elena Martínez Grave de Peralta, quien, con la entereza
 aprendida, le permite sortear tantas
dificultades personales de estos tiempos.

Hija, madre, abuela, esposa, familia, trabajadora y amiga ejemplar:


Los cristianos han añorado ver a su Dios.
Yo tuve la oportunidad de ver,  a mi otro Dios en tres ocasiones.
La primera  en la inauguración de nuestra escuela vocacional
José Martí, el primero de septiembre de 1977.
La segunda,  en mi graduación  del V Contingente  del Destacamento
 Pedagógico Manuel Ascunce  Domenech, el 7 de julio de 1980, en el polígono de Ciudad Libertad, en La Habana, yo era una de los  10 mil 658 egresados.
La tercera,  en la inauguración de la escuela de trabajadores sociales,
 Celia Sánchez Manduley, el 23 de octubre del 2001, cuando se graduaba mi hija mayor, quien tuvo el honor de recibir en su hombro su mano y el abrazo de ese gigante que jamás se irá, nuestro Comandante en Jefe.
Fui bautizada en el mismo 1959, de origen campesino  y miren mi
orgullo de poder exhibir un título universitario, gracias a ese hombre que
ha hecho vibrar al Planeta.
Hoy y, por todos los siglos, será la luz de la humanidad.
Te quiero por siempre Fidel,  tu imagen siempre latente en mi memoria.

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