Columnas

Saturday, November 26, 2016

Fidel es Cuba




 
                                                                                    
Rodobaldo Martínez Pérez
rodo@enet.cu
Desde niño oía una exclamación generalizada: “Fidel,Fidel, que tiene Fidel que los imperialistas no pueden con él”. Esa fue la frase que me hizo asociar el nombre del Jefe de la Revolución Cubana con un halo de invencibilidad y grandeza tal, que los enemigos nunca pudieron vencerlo.
Siempre lo relacioné con palabras inmensas. Fidel fue para mí un gigante, a alguien que no le cupo la derrota, al hombre al cual debíamos acudir cuando teníamos duda de algún camino, la justicia personificada, el humanismo y la certeza de equivocarnos poco y hacer las cosas bien.
 No por casualidad, ante actos criticables, siempre, se decía: “Deja que se entere Fidel” y, es que el Líder, llegó a ser los ojos atentos de una Cuba contraria a lo mal hecho. Fidel defendió a su obra del desorden y la chapucería, no admitió el fracaso y la renuncia a los deberes, proclamó la equidad y tuvo al optimismo y la resistencia como principios irrenunciables.
Bajo su égida aprendimos de solidaridad, entrega, bondad y un internacionalismo en el cual no se daba lo que sobraba,   sino se compartía lo tenido. Fidel dio lecciones de austeridad desde el ejemplo personal; de respeto al ser humano, dignidad y justeza.
En el año 2000 conceptualizó en síntesis a la Revolución, para no olvidar la esencia de un nacimiento que tuvo lugar el Primero de Enero de 1959. Si aquí supimos enfrentar las dificultades con gran estoicismo y no renunciar al perfeccionamiento en aras del mejoramiento fue por la dimensión del estadista llamado Fidel.
Por él se supo la importancia de luchar sin desmayo, para preservar las conquistas y llegar, entrar y triunfar, como aquel 25 de noviembre de 1956, cuando el Granma se convirtió en la esperanza para un país dispuesto a tener un destino diferente.
Se convirtió en grito de multitudes, en ideas necesarias en un mundo caótico, en inteligencia, en Cuba. Para la humanidad entera, esta Isla irredenta no quiere otro paralelo, quiere, para su orgullo, asumir  un nombre de  grandeza, quiere que, siempre, la nombren Fidel.  

  ¡El gigante de la historia siempre nos guiará!.










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