Llegó Raúl a Isla Margarita para participar en Cumbre de los No Alineados
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Rodobaldo Martínez Pérez
rodo@enet.cu
Como un trago bastante amargo para quienes fomentan las injusticias, violencias y desunión resulta la XVII Cumbre de los Países No Alineados, con sede por estos días en Isla Margarita, una cita que, desde su lema: “Unidos por el camino de la paz”, defiende los intereses del mundo mejor por el cual se lucha.
Con este desarrollo, Venezuela asumirá la presidencia del bloque, conformado por 120 naciones y creado en 1961. Solo Colombia y Cuba, en Latinoamérica, tuvieron esas responsabilidades.
Actualmente Venezuela integra el Consejo de Seguridad de la ONU, el Consejo de Derechos Humanos, el Consejo Económico y Social de Naciones Unidas y, preside, de Mercosur y Unasur, reconocimientos a todas las escalas para la Revolución Bolivariana.
Los asuntos de la agenda, discutidos en esta ocasión, incluyen la alianza con otros mecanismos de integración, nuevo orden económico internacional e informativo, seguridad mundial, derechos humanos, situación en Oriente Medio y adoptarán una posición respecto a la injerencia de Estados Unidos en los asuntos internos de las naciones progresistas de América Latina.
En la reunión persistirán en promover una reforma del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y el establecimiento de un instrumento legal para evitar ataques contra instalaciones dedicadas al uso pacífico de la energía nuclear.
Cuba lleva en la voz de su presidente, el General de Ejército Raúl Castro Ruz, una firme posición en defensa de la paz, la seguridad internacional, la promoción del desarme nuclear, el desarrollo económico, el rechazo a las medidas unilaterales coercitivas, el bloqueo económico, comercial y financiero impuesto a nuestro país, por tanto, el lenguaje hablado allí sintoniza con el reclamo actual de los pueblos.
El movimiento ha pasado por diversas etapas, como a finales de los 80, cuando enfrentó el gran reto del derrumbe del campo socialista. El fin del enfrentamiento entre los dos bloques antagónicos fue visto como el inicio del fin del MNOAL.
Los primeros años de la década del 90’ fueron tremendamente difíciles. EL MNOAL no pudo escapar de las dificultades para accionar con efectividad en una adversa situación política internacional, marcada por el hegemonismo y el unipolarismo. Además, atentaron contra su evolución los conflictos internos que tuvieron lugar dentro de su membresía y la visible diversidad de intereses
También hubo
cambios importantes en los países africanos, provocados por la imposición de la
democracia liberal burguesa que frenó proyectos nacionalistas importantes en
esa parte del mundo y, en América Latina, ocurrió un desmantelamiento de muchos
grupos de izquierda.
En esa etapa
en la que se cuestionaba la existencia misma del Movimiento, Cuba, junto a un
grupo importante de países asiáticos entre los que destacaron: Malasia e
Indonesia, se dio a la tarea de mantener viva la llama del MNOAL.
Resistir era
lo fundamental. Los países en desarrollo se percatarían que el nuevo orden
mundial propuesto por Estados Unidos, era únicamente un proyecto sobre la base
de sus intereses. Las fuerzas progresistas entenderían que esos cantos de
sirenas no iban dirigidos a resolver los graves problemas del Sur.
La receta
económica del neoliberalismo, la llamada
intervención humanitaria y otras acciones
de la administración de Gorge H. W. Bush acabaron de convencer al Tercer Mundo
de la importancia de unir fuerzas para proteger la soberanía y los intereses.
El MNOAL era
la forma de enfrentar, unidos, la avalancha imperialista y, aunque la situación
internacional es diferente, se impuso la rehabilitación para evitar ser
tragados.
Desde
su génesis la mayor ofensiva del movimiento ha sido contra el imperialismo en
todas sus formas y manifestaciones, razón por la cual se mantiene como una
fuerza política independiente y como un obstáculo a la política agresiva de
Washington.
Todas esas razones justifican porqué el MNOAL no debe morir. Si desde 1961
lucha por preservar las independencias nacionales, rechazar el establecimiento
de bases militares extranjeras, defender el derecho de los pueblos a la autodeterminación
y no cejar en un desarme completo y general, entonces, significa una voz
necesaria y opuesta a los intereses de quienes quieren destruir el mundo e
imponer su mandato destructivo.
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