Columnas

Thursday, July 21, 2016

40 años del regreso de Angola: Nuestras verdades



#Cuba Más de 300 mil combatientes y unos 50 mil colaboradores cubanos en Angola (vídeo)





Rodobaldo Martínez Pérez
rodo@enet.cu

En la guerra de Angola estuve solo siete meses.  Salí de Holguín como liniero en un batallón de tanques. Llegué un 23 de  diciembre de 1975 en un viejo avión britannia de cubana  y pasé allá uno de los momentos más trascendentales de toda mi existencia.Vídeo

Hoy refiero el viaje de regreso a Cuba y no solo por los 40 años del hecho ( 31 de julio de 1976), sino, también,  por el significado para un muchacho de 22 años volver a pisar su tierra y ver de nuevo a seres queridos a quienes deseaba con pasión abrazarlos de nuevo. (Audio)

Todo comenzó a principio de julio. Mi nombre en la lista de quienes regresaban tuvo una connotación especial. Nos reunieron en un centro en Luanda, para alistar la partida. La comitiva cubana, en un convoy de varios barcos,  salió, oficialmente, desde el puerto de Lobito, al sur de Angola  el martes 13 de julio, al filo del mediodía.

 El nuestro era el insigne,  con el nombre de XX Aniversario. Su categoría de buque escuela, no aguantó tanta masividad (cerca de mil pasajeros), los camarotes no  alcanzaron,    habilitaron hasta las bodegas e improvisaron baños sanitarios en popa. Situación muy especial que influyó en  todo el trayecto.

El mareo fue el primer obstáculo a vencer, luego la escasez de agua al tener problema la potabilizadora, que convierte el líquido salado en dulce.

Otro inconveniente fue el comedor, cuya pequeña dimensión no compitió con la alta demanda a que fue sometido. Largas colas diarias junto a disminuir una hora, para ajustar el horario al de Cuba,  se convirtieron en verdugos de nuestros estómagos.

El derrotar cada jornada diurna fue convertido en priorizada misión.  Iniciaron campeonatos de damas, parchy, dominó,  pasión por contar historias de guerra, el asunto era ocupar las horas y vencer el tedio, pero todo cuento terminaba en el anhelo de llegar a la tierra amada.

Surgieron encuentros de esparcimientos por  escuadras y esos espacios de entretenimientos se dedicaron a conjeturar los sueños de estar en Cuba.

Cada cuatro días nos toca una botella de Havana Club. El cuarteto mío lo formaba un gordo habanero llamado Manolo,  hipertenso y con miedo a beber; Luis, apodado el miliciano, sufría de constantes mareos y eso le impedía tomar; en definitiva, entre el flaco y yo repartimos la misión, aunque siempre se acordó dejar una reserva para la última noche, cuando todos brindaríamos al bordear el Archipiélago.

No  nos cansamos de contar las estrellas y dibujar la luna en varias de sus fases. Fueron jornadas eternas en medio de tanta agua salada, entre aquel heterogéneo  conglomerado humano unido por los mismos anhelos  de ver nuevamente a la Patria.´

Llegó el tiempo en que la falta de agua obligaba casi a tocar un vaso perga por persona y la atención se concentraba en cuidarla al máximo. Vivimos días de mucho sacrificio, pues hasta costaba hacer las necesidades al aire, bañarse o lavar la ropa en el océano amarrada con una soga.

El barco era  una concentración de provincias  y regiones cubanas, cada una con sus características en la pelota, música o moda. El canje de pertenencias  fue abundante como una forma de atesorar recuerdos, relojes, gafas, equipos de músicas, pañoletas eran parte de ese botín intercambiado.

El  aniversario XXIII del 26 de Julio (discrurso de Fidel) lo celebramos con una comida mejorada y  una cerveza cubana. La mía,  al abrirla, rompió el pico de la botella,  tuve que colarla con un pañuelo, que había  perdido su color blanco y beberla como en el mejor restaurante.

Vivimos  18 días en altamar, al fin la voz estremeció a todos: ¡Cuba a la vista!  Al alcanzar a la costa sur,  dos barcos siguieron para Santiago de Cuba y el resto para La Habana.  Casi al filo del mediodía del 31 de julio entramos al puerto del Mariel.  Desde una lancha nos dieron la bienvenida por un altoparlante,  con frases patrióticas y de elogios, estremecedores de la sensibilidad.

Todos queríamos bajar primeros por la estrecha escalera. Al pisar la tierra cubana  se realizaron disímiles rituales desde besos, golpearla, cogerla en la boca, tenderse, empaparla en lagrimas…

Los ómnibus nos esperaban con la identificación por regiones, en cada asiento un refrigerio y otra bienvenida más.

Debíamos comer en Matanzas, pero pedimos llegar cuanto antes. En nuestro itinerario nos saludaban con júbilo, cariño y respeto. Al llegar a Perico festejaban su carnaval y quisimos  beber cerveza, cuando nos identificaron aquello se convirtió en un acontecimiento que costó volver al ómnibus. Acordamos no parar más hasta el destino final.

Este grupo  era el segundo en llegar a Cuba, luego de la partida masiva hacia Angola en  1975 (vídeo). Mi familia, vecinos, amigos y compañeros del periódico ¡ahora! me esperaban desde hacía varias noches, pero al final llegué en el silencio de la madrugada y los tomé por sorpresa.

Mi madre fue la primera en abrazarme y lloramos juntos, mucho padeció en  toda esta historia. Por eso,  sentí una paz infinita, porque le apartaría ese sufrimiento con mi llegada.

Empezó a esa hora la fiesta de bienvenida y duró más de un mes. El dos de agosto fuimos invitados al Día del Gráfico. ¡ahora! aportó más de 15 internacionalistas y en la primera etapa, o sea en diciembre de 1975,  se quedó casi sin reporteros, porque los hombres marchamos para África.

Luis Batles director del rotativo en aquella época,  hizo malabares, como formar un matriarcado,  para poder llenar las páginas diarias del periódico.

La UPEC nacional  organizó  un homenaje a todos los periodistas cubanos participantes como combatientes en Angola, en la operación Carlota y nos entregó un diploma de periodista internacionalista.

 Quienes hayan sentido estas emociones saben que no pueden olvidarse escenarios tan significativos en nuestras vidas, como cumplir una misión, cuyo retorno, a pesar del optimismo, siempre es incierto.

Sentimos el dolor infinito  por los horrores de laguerra, de ver morir a amigos,  familias angoleñas exterminadas, palpar de cerca los peligros, no poder evitar las nostalgias, pasar vicisitudes, saber crecerse y,  sobretodo, la conciencia de la utilidad con quienes nos pidieron ayuda.

 A partir de ese momento, Angola nunca más fue ese punto desconocido en el mapa africano, sino el bautismo de fuego para generaciones de cubanos, el lugar por el cual me otorgaron  mi primera medalla, Tierra de gente buena, de cariño y agradecimiento, un cúmulo de experiencias como internacionalista cubano y la posibilidad de poner en alto la palabra que nos identifica en el mundo: Solidaridad. (vídeo)
Parafraseando al Ché: el sitio donde ofrecimos la existencia, para demostrar nuestras verdades.

Nota:
.La Operación Carlota duró 15 y medio años, concluyó el 25 de mayo de 1991.
- Más de 300 mil combatientes y unos 50 mil colaboradores participaron.
-2 077 internacionalistas  ofrendaron sus vidas en misiones en África,
-Carlota,  junta a  otras esclavas, se rebelaron  en Matanzas en 1843.

2 comments:

  1. • 19 ·
    David Zamora López
    317 amigos en común Amigos


    • Yudmila Benitez Castello
    3 amigos en común Amigos



    Antonio González Martín
    992 amigos en común Amigos



    Alba Manon Rodriguez Pereyra
    Amigos



    Tânia Maria
    9 amigos en común Amigos



    Wilmina Chapman Peralta
    49 amigos en común Amigos



    Leonardo Torno Hidalgo
    89 amigos en común Amigos



    Yennis Guerra Rodriguez
    13 amigos en común Amigos



    Maikel Palacio
    62 amigos en común Amigos



    Ruben Guadalupe
    4 amigos en común

    • Marc Forest
    49 amigos en común Amigos


    • Caridad Miranda Martínez
    133 amigos en común Amigos



    Rafaela Cruzata Guzmán
    26 amigos en común Amigos


    • Damien Bsu
    35 amigos en común Amigos



    Carlos Alvarez Infante
    101 amigos en común Amigos



    Rodo Martínez Pérez



    Nelida Isabel Vienes
    1 amigo en común Agregar a amigos


    • Marcelo Rubèns Balboa
    20 amigos en común


    ReplyDelete
  2. Luego, el 30 de julio, publicaste en nuestro semanario A 40 años del regreso
    de Angola Nuestras verdades.

    Debo comentarte que ambos trabajos me parecieron excelentes. En cuanto al
    primero pienso que hay una visita de suma importancia de Fidel a Holguín,
    que aunque no haces referencia en tu trabajo, te la comento y te puede dar
    como resultado otro trabajo más: se trata del 26 de febrero de 1959 cuando
    habla Fidel por primera vez en Holguín, posterior al triunfo revolucionario,
    desde los balcones de La Periquera, en cuyo discurso anuncia cambios
    importantísimos para nuestra región; incluso dedica una parte a la situación
    del servicio eléctrico en Holguín y la proyección a partir de entonces.

    En el segundo trabajo vi reflejado a mi viejo. Combatiente internacionalista
    en Angola, quien marchó en el relevo del batallón en que regresaste, pues
    estuvo desde 1976 hasta 1978, en cuyas tropas tuvo amigos y compañeros como
    el inolvidable Tingo (nuestro fotógrafo Juan González). Las anécdotas de mi
    papá sobre aquellos tiempos permanecen en nuestros recuerdos. Él ya no está
    físicamente entre nosotros desde hace dos años y medio, pero me parece
    estarlo mirándolo emocionado contando sus historias. Algunas espeluznantes
    como el día de la caravana que se detuvo hasta que fuera zapada una mina en
    un puente. Mi padre era operador de la "Flecha" (Arma de defensa anti Aérea)
    y además era jefe de los suministros. Por orden del Capitán Comas, al frente
    de la caravana, llegó hasta el segundo camión donde se cocinaba el almuerzo
    y viendo que estaba casi listo, salió a cumplir la misión de ir caminando
    hasta el último camión informando que almorzarían en el próximo punto de
    descanso. Debía subirse al último camión y continuar la marcha. Mientras, en
    la vanguardia los zapadores concluyen su tarea y los primeros carros
    arrancan y mi padre sigue informando a los camiones restantes. De pronto el
    estallido: el primer camión, en el que inicialmente viajaba mi viejo, voló
    al pisar la espoleta de otra mina no detectada. Ahí perdió la vida el
    combatiente Ronald Andalia Nieves, de quien el viejo tenía el recuerdo de
    intercambiarse fotos, o sea, en maniobras cuando Ronald hacia ejercicios
    papá le tiraba fotos y viceversa, es decir que muchas de las fotos que
    conservamos de la misión de mi papá en Angola fueron hechas por Andalia.



    Hermano: Disculpa tanta palabra pero siempre es bueno compartir vivencias y
    emociones como estas que uno las hace parte de uno.



    No te escribí antes pues estuve unos cuantos días fuera y me incorporé esta
    semana a trabajar. Estuve más de dos meses sin trabajar, atendiendo a mí
    madre gravemente enferma de cáncer desde el año pasado, hasta que falleció
    el pasado sábado 23 de julio.



    Un abrazo



    Lic. Fernando Rubio Rodríguez

    Esp. Comunicación Institucional

    Empresa Eléctrica Holguín

    ReplyDelete