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#Cuba Más de 300 mil combatientes y unos 50 mil colaboradores cubanos en Angola (vídeo) |
Rodobaldo Martínez Pérez
rodo@enet.cu
En la guerra de Angola estuve solo
siete meses. Salí de Holguín como liniero
en un batallón de tanques. Llegué un 23 de
diciembre de 1975 en un viejo avión britannia de cubana y pasé allá uno de los momentos más
trascendentales de toda mi existencia.Vídeo
Hoy refiero el viaje de regreso a Cuba y no solo por los 40 años del hecho ( 31 de julio de 1976), sino, también, por el significado para un muchacho de 22 años volver a pisar su tierra y ver de nuevo a seres queridos a quienes deseaba con pasión abrazarlos de nuevo. (Audio)
Todo comenzó a principio de julio.
Mi nombre en la lista de quienes regresaban tuvo una connotación especial. Nos
reunieron en un centro en Luanda, para alistar la partida. La comitiva cubana, en un convoy de varios
barcos, salió, oficialmente, desde el
puerto de Lobito, al sur de Angola el
martes 13 de julio, al filo del mediodía.
El nuestro era el insigne, con el nombre de XX Aniversario. Su categoría
de buque escuela, no aguantó tanta masividad (cerca de mil pasajeros), los
camarotes no alcanzaron, habilitaron hasta las bodegas e improvisaron
baños sanitarios en popa. Situación muy especial que influyó en todo el trayecto.
El mareo
fue el primer obstáculo a vencer, luego la escasez de agua al tener problema la
potabilizadora, que convierte el líquido salado en dulce.
Otro
inconveniente fue el comedor, cuya pequeña dimensión no compitió con la alta
demanda a que fue sometido. Largas colas diarias junto a disminuir una hora,
para ajustar el horario al de Cuba, se convirtieron
en verdugos de nuestros estómagos.
El
derrotar cada jornada diurna fue convertido en priorizada misión. Iniciaron campeonatos de damas, parchy,
dominó, pasión por contar historias de
guerra, el asunto era ocupar las horas y vencer el tedio, pero todo cuento
terminaba en el anhelo de llegar a la tierra amada.
Surgieron
encuentros de esparcimientos por
escuadras y esos espacios de entretenimientos se dedicaron a conjeturar los
sueños de estar en Cuba.
Cada
cuatro días nos toca una botella de Havana Club. El cuarteto mío lo formaba un
gordo habanero llamado Manolo, hipertenso y con miedo a beber; Luis, apodado el
miliciano, sufría de constantes mareos y eso le impedía tomar; en definitiva,
entre el flaco y yo repartimos la misión, aunque siempre se acordó dejar una
reserva para la última noche, cuando todos brindaríamos al bordear el
Archipiélago.
No nos cansamos de contar las estrellas y
dibujar la luna en varias de sus fases. Fueron jornadas eternas en medio de
tanta agua salada, entre aquel heterogéneo
conglomerado humano unido por los mismos anhelos de ver nuevamente a la Patria.´
Llegó el
tiempo en que la falta de agua obligaba casi a tocar un vaso perga por persona
y la atención se concentraba en cuidarla al máximo. Vivimos días de mucho
sacrificio, pues hasta costaba hacer las necesidades al aire, bañarse o lavar
la ropa en el océano amarrada con una soga.
El barco
era una concentración de provincias y regiones cubanas, cada una con sus características
en la pelota, música o moda. El canje de pertenencias fue abundante como una forma de atesorar
recuerdos, relojes, gafas, equipos de músicas, pañoletas eran parte de ese
botín intercambiado.
El aniversario XXIII del 26 de Julio (discrurso de Fidel) lo
celebramos con una comida mejorada y una
cerveza cubana. La mía, al abrirla,
rompió el pico de la botella, tuve que
colarla con un pañuelo, que había perdido
su color blanco y beberla como en el mejor restaurante.
Vivimos 18 días en altamar, al fin la voz estremeció
a todos: ¡Cuba a la vista! Al alcanzar a
la costa sur, dos barcos siguieron para
Santiago de Cuba y el resto para La Habana. Casi
al filo del mediodía del 31 de julio entramos al puerto del Mariel. Desde una lancha nos dieron la bienvenida por
un altoparlante, con frases patrióticas
y de elogios, estremecedores de la sensibilidad.
Todos queríamos
bajar primeros por la estrecha escalera. Al pisar la tierra cubana se realizaron disímiles rituales desde besos,
golpearla, cogerla en la boca, tenderse, empaparla en lagrimas…
Los
ómnibus nos esperaban con la identificación por regiones, en cada asiento un
refrigerio y otra bienvenida más.
Debíamos
comer en Matanzas, pero pedimos llegar cuanto antes. En nuestro itinerario nos
saludaban con júbilo, cariño y respeto. Al llegar a Perico festejaban su
carnaval y quisimos beber cerveza, cuando
nos identificaron aquello se convirtió en un acontecimiento que costó volver al
ómnibus. Acordamos no parar más hasta el destino final.
Este
grupo era el segundo en llegar a Cuba,
luego de la partida masiva hacia Angola en
1975 (vídeo). Mi
familia, vecinos, amigos y compañeros del periódico ¡ahora! me esperaban desde hacía
varias noches, pero al final llegué en el silencio de la madrugada y los tomé por
sorpresa.
Mi madre
fue la primera en abrazarme y lloramos juntos, mucho padeció en toda esta historia. Por eso, sentí una paz infinita, porque le apartaría
ese sufrimiento con mi llegada.
Empezó a
esa hora la fiesta de bienvenida y duró más de un mes. El dos de agosto fuimos
invitados al Día del Gráfico. ¡ahora! aportó más de 15 internacionalistas y en
la primera etapa, o sea en diciembre de 1975, se quedó casi sin reporteros, porque los
hombres marchamos para África.
Luis
Batles director del rotativo en aquella época, hizo malabares, como formar un
matriarcado, para poder llenar las
páginas diarias del periódico.
La UPEC nacional organizó
un homenaje a todos los periodistas cubanos participantes como
combatientes en Angola, en la operación Carlota y nos entregó un diploma de periodista
internacionalista.
Quienes hayan sentido estas emociones saben
que no pueden olvidarse escenarios tan significativos en nuestras vidas, como
cumplir una misión, cuyo retorno, a pesar del optimismo, siempre es incierto.
Sentimos
el dolor infinito por los horrores de laguerra, de ver morir a amigos, familias
angoleñas exterminadas, palpar de cerca los peligros, no poder evitar las
nostalgias, pasar vicisitudes, saber crecerse y, sobretodo, la conciencia de la utilidad con
quienes nos pidieron ayuda.
A partir de ese momento, Angola nunca más fue
ese punto desconocido en el mapa africano, sino el bautismo de fuego para
generaciones de cubanos, el lugar por el cual me otorgaron mi primera medalla, Tierra de gente buena, de
cariño y agradecimiento, un cúmulo de experiencias como internacionalista cubano
y la posibilidad de poner en alto la palabra que nos identifica en el mundo: Solidaridad. (vídeo)
Parafraseando
al Ché: el sitio donde ofrecimos la existencia, para demostrar nuestras
verdades.
Nota:
.La Operación Carlota duró 15 y medio años, concluyó el 25 de
mayo de 1991.
- Más de 300 mil combatientes y unos 50 mil colaboradores
participaron.
-2 077 internacionalistas ofrendaron sus vidas en misiones en África,
-Carlota, junta a otras esclavas, se rebelaron en Matanzas en 1843.
• 19 ·
ReplyDeleteDavid Zamora López
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• Yudmila Benitez Castello
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•
Antonio González Martín
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•
Alba Manon Rodriguez Pereyra
Amigos
•
Tânia Maria
9 amigos en común Amigos
•
Wilmina Chapman Peralta
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Leonardo Torno Hidalgo
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•
Yennis Guerra Rodriguez
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Maikel Palacio
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Ruben Guadalupe
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• Marc Forest
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• Caridad Miranda Martínez
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Rafaela Cruzata Guzmán
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• Damien Bsu
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Carlos Alvarez Infante
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•
Rodo Martínez Pérez
•
Nelida Isabel Vienes
1 amigo en común Agregar a amigos
• Marcelo Rubèns Balboa
20 amigos en común
Luego, el 30 de julio, publicaste en nuestro semanario A 40 años del regreso
ReplyDeletede Angola Nuestras verdades.
Debo comentarte que ambos trabajos me parecieron excelentes. En cuanto al
primero pienso que hay una visita de suma importancia de Fidel a Holguín,
que aunque no haces referencia en tu trabajo, te la comento y te puede dar
como resultado otro trabajo más: se trata del 26 de febrero de 1959 cuando
habla Fidel por primera vez en Holguín, posterior al triunfo revolucionario,
desde los balcones de La Periquera, en cuyo discurso anuncia cambios
importantísimos para nuestra región; incluso dedica una parte a la situación
del servicio eléctrico en Holguín y la proyección a partir de entonces.
En el segundo trabajo vi reflejado a mi viejo. Combatiente internacionalista
en Angola, quien marchó en el relevo del batallón en que regresaste, pues
estuvo desde 1976 hasta 1978, en cuyas tropas tuvo amigos y compañeros como
el inolvidable Tingo (nuestro fotógrafo Juan González). Las anécdotas de mi
papá sobre aquellos tiempos permanecen en nuestros recuerdos. Él ya no está
físicamente entre nosotros desde hace dos años y medio, pero me parece
estarlo mirándolo emocionado contando sus historias. Algunas espeluznantes
como el día de la caravana que se detuvo hasta que fuera zapada una mina en
un puente. Mi padre era operador de la "Flecha" (Arma de defensa anti Aérea)
y además era jefe de los suministros. Por orden del Capitán Comas, al frente
de la caravana, llegó hasta el segundo camión donde se cocinaba el almuerzo
y viendo que estaba casi listo, salió a cumplir la misión de ir caminando
hasta el último camión informando que almorzarían en el próximo punto de
descanso. Debía subirse al último camión y continuar la marcha. Mientras, en
la vanguardia los zapadores concluyen su tarea y los primeros carros
arrancan y mi padre sigue informando a los camiones restantes. De pronto el
estallido: el primer camión, en el que inicialmente viajaba mi viejo, voló
al pisar la espoleta de otra mina no detectada. Ahí perdió la vida el
combatiente Ronald Andalia Nieves, de quien el viejo tenía el recuerdo de
intercambiarse fotos, o sea, en maniobras cuando Ronald hacia ejercicios
papá le tiraba fotos y viceversa, es decir que muchas de las fotos que
conservamos de la misión de mi papá en Angola fueron hechas por Andalia.
Hermano: Disculpa tanta palabra pero siempre es bueno compartir vivencias y
emociones como estas que uno las hace parte de uno.
No te escribí antes pues estuve unos cuantos días fuera y me incorporé esta
semana a trabajar. Estuve más de dos meses sin trabajar, atendiendo a mí
madre gravemente enferma de cáncer desde el año pasado, hasta que falleció
el pasado sábado 23 de julio.
Un abrazo
Lic. Fernando Rubio Rodríguez
Esp. Comunicación Institucional
Empresa Eléctrica Holguín