Rodobaldo Martínez Pérez
Un mensaje en la red social de Facebook me motivó a
hacer este comentario. El escrito en
cuestión pedía prosperidad para Cuba: La Internet para todos, viajar con
facilidad al extranjero, elevar los sueldos, sin alterar las conquistas en la Educación,
Salud Pública y Seguridad Social.
Para que la mayoría de la población lograra
conectarse al ciberespacio habría que cambiar la situación actual. El soporte
tecnológico existente hoy en Cuba impide una masificación a escala de la
sociedad de los servicios de la Red de Redes en el sector residencial, porque
ello implicaría la adquisición de tecnología de punta y el Bloqueo yanqui no lo
permite.
Eso sería un país perfecto y aspiraciones justas,
¿Porque quien no lo desearía para su nación?, pero la diferencia está en querer
y poder. Los tres primeros pedidos dependen
de condiciones no de voluntades.
El Bloqueo no es una invención de nosotros para justificar las escaseces,
es un cerco comercial, económico y financiero
impuesto por Estados
Unidos a Cuba
desde el 7 de febrero de 1962, convertido en ley en 1992 y 1995, Es uno de los más
duraderos de la historia, condenado 23 veces por las Naciones Unidas.
Este castigo, inmoral e injustificado, viola la propia Carta de la ONU, la
legislación internacional y los derechos humanos. Ahora, por la resolución 68/8, recibió la condena de 188 votos a favor, 2 en contra
(Estados Unidos e Israel) y tres abstenciones (Palau, Micronesia e Islas
Marshal).
El cerco eleva
las perdidas en un billón 112.534
millones de dólares, de acuerdo con el valor del oro». Cuba no puede realiza sus transacciones
internacionales en el dólar estadounidense, sin acceso a créditos de bancos en
los EEUU, ni de sus filiales, ni de las
instituciones financieras internacionales.
Esas son parte de las crueldades del Bloqueo,
independientemente de nuestras insuficiencias reconocidas y hechas públicas por
Fidel y Raúl, en múltiples momentos de
la historia de la Revolución y a veces calificadas por diversas voces como “bloqueo
interno.”
La ignorancia causa risas, porque quienes critican al Gobierno Cubano
por “negarle” al pueblo esas facilidades,
no saben o no quieren conocer el papel de Estados Unidos en este asunto.
Nuestro ancho de banda y conexiones son muy limitadas y eso hace de la Isla
uno de los lugares del mundo de más lento tráfico. Por culpa del Imperio no podemos acceder a tecnología
de avanzada en igualdad de condiciones que otras naciones.
Por eso, nuestra política en la
Internet está condicionada con la permisibilidad impuesta. El acceso a la
Red es únicamente por vía satelital, lo
cual equivale a costos muy elevados y la premisa es asegurar el uso local de
este recurso, con la conexión de los joven clubs de computación y
electrónica, existentes en todos los municipios del país y que dan cobertura al
ciento por ciento de la población.
También, la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba (ETECSA),
como una forma de crecer creó las salas
de navegación (lugares donde se
encuentran instaladas una o varias computadoras para ofrecer los servicios de
correo electrónico y navegación en Internet). Estas están ubicadas en aeropuertos, hoteles e
instalaciones turísticas, así como en algunas unidades comerciales de ETECSA.
Por otra
parte, la subida de salario, más que
merecida, no depende de una voluntad
gubernamental en estos momentos, porque si ocurre sin elevar la productividad en el
trabajo, engendra la inflación (mucho dinero en los bolsillos y nada que
comprar). Los viajes están muy relacionados con el poder monetario.
Nosotros
debemos establecer un orden de prioridades en la vida. Es cierto que no todos
tenemos acceso a la Internet, ni podemos viajar con facilidad o faltan mejores salarios, pero poseemos méritos que otros no disfrutan.
Es muy
reconfortante saber de la existencia de miles de instalaciones hospitalarias
que te atenderán gratuitamente en caso de enfermedad. La pregunta es la
sensación sentida de tener un hijo enfermo sin asistencia médica, como ocurre
en otras partes.
Es
inigualable el paisaje de millones de niños y jóvenes en camino hacia la
escuela, sin la preocupación de cuánto cuestan los estudios o un anciano en
casa sujeto a un programa de atención.
Somos un
país subdesarrollado, con carencias y limitantes, nadie lo olvide, pero ninguna
persona con un mínimo de raciocinio puede dejarle de reconocer su carácter
humanitario y a pesar de todo, la preocupación del gobierno de pensar en el
pueblo.
Si no se
puede ofrecer más, no es falta de deseo, sino coyunturas adversas. Es lastimoso
escuchar a quienes exigen y culpan por las faltas y no tienen la más mínima idea de los porqué.
Apoyo el
mensaje de prosperidad para la Patria, pero desde un avance materializable,
como aspira la actualización del Modelo Económico y Social cubano.
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