Rodobaldo Martínez Pérez
El Si se puede
dicho por Raúl Castro y convertido por los cubanos en una acción de optimismo,
certeza de que aún en los más duros momentos pueden alcanzarse objetivos a
partir del uso de potencialidades internas, ya tiene 20 años de haberse
pronunciado en una de las primeras
ocasiones en público.
Ese hecho ocurrió en Holguín el 18 de julio de 1994. El
teatro Celia Sánchez Manduley, en la sede provincial del Partido, fue el
escenario de desarrollo de una de las reuniones más trascendentales ocurridas
en ese espacio, donde Raúl se encontró con los principales dirigentes de las
provincias orientales y Camagüey, para
definir una estrategia nacional de resistencia ante la difícil situación por la que atravesaba el
país en el llamado Período Especial en tiempo de paz.
Entre los participantes estaba el Comandante de la Revolución Juan
Almeida Bosques, 10 miembros del Buró Político,
dirigentes del Partido hasta de los municipios de las seis provincias, del Gobierno, jefes y oficiales de las FAR,
directivos de la UJC,
de organizaciones de masas, la
Asociación de Combatientes de la Revolución y de la Unión de Periodistas de Cuba.
Raúl entró al teatro a las 9 y 30 de la mañana y sin
protocolo fue directo al podio saludó a los presentes y jocosamente preguntó
¿Cómo quieren esta reunión a calzón quitado o diplomáticamente? Se respondió:”A
calzón quitado, pero con moderación”.
Debe recordarse que ya la URSS y el campo socialista no existían, Cuba había perdido a su mejor
aliado en comercio exterior, tuvo un efecto devastador y coexistía una ola de
incertidumbre en buena parte de las fuerzas progresistas de la humanidad. La
situación cubana era dramática y la dirección del país acudía a incentivar su
capacidad de resistencia.
Los enemigos preparaban ya las maletas entusiasmados por la
caída del Muro de Berlín, mientras el pueblo cubano, en un estoicismo sin par, resistía apagones por más de 18 horas y todo
tipo de escasez. Muchos del exterior creían que a la Revolución Cubana
le quedaban horas.
Por su vigencia reproduzco las principales ideas de aquel 18
de julio, no tanto por la aguda crisis
de entonces, sino porque a la frase de Raúl Si, se puede debe recurrirse, cada
vez, que pensemos en imposibilidades en los nuevos retos de hoy.
En ese encuentro de 12 horas se habló de alejar la apología
del trabajo, de la peligrosa autocomplacencia y la preferencia a equivocarse
ante la inacción. Se necesita acometimiento, porque hay problemas que no
dependen del bloqueo ni del desmerengamiento del los países socialistas de
Europa.
La unanimidad es un peligro, por eso debemos acostumbrarnos
a la divergencia de criterios, “discrepar en el tiempo, forma y lugar y decir la verdad mirando a los ojos sin
importar la jerarquía”.
El factor estratégico de la unidad del pueblo, los cuadros
ineficientes que no se sacan oportunamente, evitar el autoengaño, fomentar la
audacia y contrarrestar la subversión yanqui,” no permitir que el enemigo nos
arranque la espada, ni dejarla caer
nosotros mismos por ineficacia.”
A los directivos les aconsejaron supieran diferenciar lo
primero de lo secundario y no dejarse aplastar por las dificultades.
Otra sentencia acompañó los debates de ese día: “Los
frijoles valen más que los cañones”, cuya traducción acentuaba la primera
categoría a la necesidad de explotar al máximo las posibilidades en la búsqueda
de comida para el pueblo.
El periódico ¡ahora!, que había sustituido su habitual salida diaria por una
semanal (los sábados) y sus páginas eran cuatro, calificó a la reunión de
distinta, revolucionadora de tiempos difíciles, e insistía en la importancia de
incrementar el optimismo, la creatividad, audacia y la confianza en el Si se puede para salir adelante, a
pesar de la distancia de la lucecita en
el largo y aciago túnel por el que transitaba el país.
En el titulo de su portada se sintetizó la naturaleza
del histórico encuentro, donde Raúl
Castro pronunció su famosa frase como única alternativa de salir del bache: ¡Al
combate, carajo!
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