Columnas

Tuesday, July 15, 2014

Historia del Si se puede, se dijo hace 20 años en Holguín









Rodobaldo Martínez Pérez


El Si se puede dicho por Raúl Castro y convertido por los cubanos en una acción de optimismo, certeza de que aún en los más duros momentos pueden alcanzarse objetivos a partir del uso de potencialidades internas, ya tiene 20 años de haberse pronunciado en  una de las primeras ocasiones en público.

Ese hecho ocurrió en Holguín el 18 de julio de 1994. El teatro Celia Sánchez Manduley, en la sede provincial del Partido, fue el escenario de desarrollo de una de las reuniones más trascendentales ocurridas en ese espacio, donde Raúl se encontró con los principales dirigentes de las provincias orientales y Camagüey,  para definir una estrategia nacional de resistencia ante  la difícil situación por la que atravesaba el país en el llamado Período Especial en tiempo de paz.

Entre los participantes estaba el Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosques, 10 miembros del Buró Político,  dirigentes del Partido hasta de los municipios de las seis provincias,  del Gobierno, jefes y oficiales de las FAR, directivos de la UJC, de organizaciones de masas, la Asociación de Combatientes de la Revolución  y de la Unión de Periodistas de Cuba.

Raúl entró al teatro a las 9 y 30 de la mañana y sin protocolo fue directo al podio saludó a los presentes y jocosamente preguntó ¿Cómo quieren esta reunión a calzón quitado o diplomáticamente? Se respondió:”A calzón quitado, pero con moderación”.

Debe recordarse que ya la URSS y el campo socialista  no existían, Cuba había perdido a su mejor aliado en comercio exterior, tuvo un efecto devastador y coexistía una ola de incertidumbre en buena parte de las fuerzas progresistas de la humanidad. La situación cubana era dramática y la dirección del país acudía a incentivar su capacidad de resistencia.

Los enemigos preparaban ya las maletas entusiasmados por la caída del Muro de Berlín, mientras el pueblo cubano,  en un estoicismo sin par,  resistía apagones por más de 18 horas y todo tipo de escasez. Muchos del exterior creían que a la Revolución Cubana le quedaban horas.

Por su vigencia reproduzco las principales ideas de aquel 18 de julio,  no tanto por la aguda crisis de entonces, sino porque a la frase de Raúl Si, se puede debe recurrirse, cada vez, que pensemos en imposibilidades en los nuevos retos de hoy.

En ese encuentro de 12 horas se habló de alejar la apología del trabajo, de la peligrosa autocomplacencia y la preferencia a equivocarse ante la inacción. Se necesita acometimiento, porque hay problemas que no dependen del bloqueo ni del desmerengamiento del los países socialistas de Europa.

La unanimidad es un peligro, por eso debemos acostumbrarnos a la divergencia de criterios, “discrepar en el tiempo, forma y lugar  y decir la verdad mirando a los ojos sin importar la jerarquía”.

El factor estratégico de la unidad del pueblo, los cuadros ineficientes que no se sacan oportunamente, evitar el autoengaño, fomentar la audacia y contrarrestar la subversión yanqui,” no permitir que el enemigo nos arranque la espada, ni dejarla  caer nosotros mismos por ineficacia.”

A los directivos les aconsejaron supieran diferenciar lo primero de lo secundario y no dejarse aplastar por las dificultades.

Otra sentencia acompañó los debates de ese día: “Los frijoles valen más que los cañones”, cuya traducción acentuaba la primera categoría a la necesidad de explotar al máximo las posibilidades en la búsqueda de comida para el pueblo.

El periódico ¡ahora!, que había  sustituido su habitual salida diaria por una semanal (los sábados) y sus páginas eran cuatro, calificó a la reunión de distinta, revolucionadora de tiempos difíciles, e insistía en la importancia de incrementar el optimismo, la creatividad, audacia y la confianza en el Si se puede para salir adelante, a pesar de la distancia de la  lucecita en el largo y aciago túnel por el que transitaba el país.

En el titulo de su portada se sintetizó la naturaleza del  histórico encuentro, donde Raúl Castro pronunció su famosa frase como única alternativa de salir del bache: ¡Al combate, carajo!




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