Columnas

Wednesday, February 19, 2014

El bárbaro del ritmo, Benny Moré




El 19 de febrero de 1963 la noticia del fallecimiento de Benny Moré conmovió a todos los cubanos y dio la vuelta al planeta. Había dejado de existir el gran artista, el músico del sombrero, el bastón y el saco largo, que tenía una manera muy peculiar de dirigir su orquesta. El intérprete de estilo único, voz de tenor y sentimientos de un hombre que amó y fue amado, dice la colega Lydia Esther Ochoa



Benny falleció sin poder cumplir una promesa hecha al pueblo holguinero en unos Carnavales, componer una pieza dedicada a esta ciudad, retratar musicalmente nuestra ciudad, donde siempre encontró cariño y admiración cuando caminaba por los corredores del parque Calixto García y una vez en la peletería Ronda compró un par de tenis de talla de gigante para unos pies que sostenían su gran estatura.

La música lo atrajo siempre hasta el punto de que, según contó su progenitora, con una tabla y un carrete de hilo fabricó el primer instrumento que tuvo en sus manos, pues no podía adquirir ni siquiera una guitarra barata por la extrema pobreza de su familia.

Esa penosa situación también hizo que tuviera que abandonar la escuela cuando era apenas un niño para ganarse el sustento en labores agrícolas, pero ello no impidió que en 1935 Bartolomé Maximiliano Moré Gutiérrez integrara a los 16 años de edad un conjunto musical.

Era el mayor de 18 hermanos de una familia de Santa Isabel de las Lajas, en la actual provincia de Cienfuegos, nunca negó su origen humilde y fue siempre el sencillo muchacho que triunfó en un entorno y tiempo difíciles y precisamente esas circunstancias determinaron la cubanía que fue para Benny Moré un sello distintivo.

Como ocurre con los artistas genuinos, la muerte ha acrecentado la admiración popular de una generación a otra del pueblo de la isla caribeña porque la evocación va más allá de fechas determinadas y siempre está presente a la hora de apreciar su talento dentro de la cultura cubana.

51 años después del fallecimiento de Benny Moré todavía sentimos su presencia como si fuera capaz de hacer que el reloj y el almanaque de su vida estuvieran en sintonía con el tiempo de ahora mismo porque está en todas partes, especialmente en la memoria del cubano.

La memoria del pueblo cubano que le dio el calificativo de "Bárbaro del ritmo" y evoca su manera única de comunicarse a través de la música, de identificarse con sencillez y cariño con todos sin que mediara un adiós porque con él lo único definitivo es la evocación en presente.

El lajero será siempre por decisión de su gente el mejor, hoy como ayer, mañana como el día siguiente, pues el Benny es la representación más genuina del músico popular que supo como nadie enriquecer esta manifestación en Cuba con naturalidad como si el tiempo no alcanzara para mostrar todo su talento y de hecho, no alcanzó.

Cuando lo escuchamos en cualquier entorno, descubrimos novedades en su voz que torna al bolero poesía musicalizada, con todos los matices de la sensibilidad y encontramos que los ritmos populares son más alegres con el Benny, acompañado de su orquesta, la famosa Banda Gigante, que hacía bailar a todos "bonito y sabroso" en cualquier rincón querido de Cuba.

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