Columnas

Tuesday, December 10, 2013

Cómo quedará en la historia W. Bush contra la Revolución Cubana



Hilda Pupo Salazar
      Las medidas establecidas por W. Bush contra la Revolución  asesinan nuevamente a Carlos Muñiz Varela, emigrado cubano  defensor del diálogo y el establecimiento de las relaciones normales entre los dos países, que fuera ultimado a balazos en 1979 por terroristas de la mafia cubano-americana.
     Una política tan hostil, que niega cualquier acercamiento a la Isla bajo el principio de respeto a su soberanía  como la preconizada por el emperador del Norte, constituye un mensaje inaceptable para una mayoría de cubanos residentes en Estados Unidos a favor de la unificación familiar.
     En la Tercera Conferencia Nación y Emigración, concluida recientemente en Ciudad de la Habana, Carlos Muñiz fue un nombre repetido, porque las ideas de quien fuera fundador de la brigada Antonio Maceo,  alimenta el sentir de  los hijos de esta tierra deseosos de mantener los vínculos con la Patria, lejos de los intereses políticos yanquis.
      A esa negativa  de mencionar  cualquier entendimiento con la Isla, se suma  la postura inflexible de no perdonar a quienes piensan diferente,  por eso lo que fuera un tema normal en las relaciones entre la nación y su emigración se ha convertido en el problema Cuba, cargado de odio, rencores, frustraciones y terrorismo durante 45 años.
    Muñiz Varela fue uno más de la larga lista de más de 3 mil víctimas de esa obcecada tendencia de resolver los asuntos relacionados con este país sujeto a gatillos y bombas, razón más que suficiente para avalar la legitimidad del acto de defendernos.
      Fernando González Llort, uno de los cinco prisioneros políticos del Imperio, tenía como misión infiltrarse en la organización de Orlando Bosch, considerado el mayor criminal de la historia de Estados Unidos en el siglo XX. A riesgo de sus vidas, esos heroicos jóvenes, adentro de los grupos terroristas,  alertaban a Cuba de los planes de sabotaje organizados y financiados desde Miami.
 Pero, hoy, en  cinco alejados sitios de la geografía estadounidense, están castigados por el “líder” mundial del antiterrorismo, después de haber vivido el más asqueante show de la justicia norteña.
     Sucede  la segunda etapa de este retorcido proceso jurídico. La mirada está puesta en los resultados de la apelación ante el Onceno Circuito de Atlanta, donde se expusieron 24 motivos o causales de casación, ilustrativos de la infamia cometida en Miami.
   Los especialistas opinan que la conclusión de los jueces depende,  ahora, de la política, la ley,  el presupuesto y cómo ellos quisieran entrar a la historia: si guardianes de la justicia o plegados a sórdidos intereses mafiosos.

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