Columnas

Saturday, October 12, 2013

Huellas del terrorismo: Boca de Samá, Cabo Lucrecia con su siglo y medio, hallazgo arqueológico, las noticias desde Holguín




Alberto Santiesteban Leyva
Hace 42 años una lluvia de proyectiles impactaba despiadadamente contra las viviendas ubicadas en la pequeña ensenada. Balas que rompieron el silencio de la madrugada de aquel 12 de octubre de 1971 caían sobre el humilde y apacible poblado de pescadores de Boca de Samá, al norte de la antigua provincia de Oriente, Cuba. Nadie sabía lo que pasaba.
Dos muertos, cuatro heridos graves y grandes destrozos fue el saldo de aquel artero ataque terrorista. Se había producido otra agresión al pueblo cubano. Prácticamente en dos horas el territorio oriental estaba en pie de guerra, armado hasta los dientes, para enfrentar un posible desembarco enemigo.
“Sentimos un ruido extraño en la tienda del poblado, y pensamos que la estaban robando, y cuando nos dirigimos al lugar para comprobar lo que pasaba, disparos traicioneros cegaban la vida de Ramón Siam y Lidio Rivaflecha” –ha contado  cientos de veces  Carlos Escalante Gómez, entonces jefe de Unidad de Tropas Guardafronteras y quien recibió ocho heridas en sus piernas.
“Jamás olvidaré los sucedido aquella noche cuando al despertar por los estampidos de las balas me vi sangrando e impedida de valerme por mis propios medios” –señala Nancy  Pavón Pavón, quien tenía 15 años y uno de los proyectiles le había cercenado un pie, y como Nemesia ya no podría ponerse zapaticos blancos.
  Ha pasado algo más de cuatro décadas del ataque extremista que segó la vida de humildes cubanos y ocasionó heridas a otro grupo de personas, y el dolor de los familiares y amigos de las víctimas se multiplica cada año transcurrido.
 
Un nuevo hallazgo arqueológico que  presume  ser un mortero utilizado por nuestros aborígenes, fue encontrado  en las postrimerías de la loma de La Bartola al sur de este  holguinero municipio de Calixto García.
El objeto de piedra natural con un orificio en el interior, de considerable tamaño, fue hallado por excursionistas  que recorrían esta zona y ha sido donado al museo municipal  para que sea estudiado por especialistas en arqueología,  los que determinarán  la autenticidad del mismo, así  como  su valor histórico y otros datos de interés.

Hasta la fecha  no se ha podido conocer  de la presencia aborigen en esta parte de la geografía holguinera, pues son muy pocas las evidencias  que lo prueben,  además de  no existir todas las condiciones naturales que eran escogidas por   estos, como grandes ríos que  los pertrechaban de agua  y otros alimentos para su subsistencia.

En el museo de esta localidad se exhiben dos hachas  petaloides encontradas en diferentes sitios, hallazgos  que presumen que este territorio  fuera utilizado por comunidades cercanas como las existentes en Majibacoa, en la actual provincia de las Tunas a unos veinte kilómetros  de la zona donde fue encontrado el nuevo artefacto aborigen.

Otras hipótesis plantean que  oleadas de  aborígenes  que huían de los cabildos, debido a las  duras crueldades a que eran sometidos por los conquistadores,  pudieron adentrarse en regiones céntricas y alejadas  de las costas como las existentes en esta geografía, y   aquí aclimatarse hasta su total desaparición por otras causas que recoge la  historia.

De confirmarse su autenticidad, este mortero aborigen encontrado  aquí sería el objeto de mayor valor  histórico relacionado  con la vida y costumbres de quienes habitaban nuestra isla a la llegada de los conquistadores europeos a finales del siglo quince.
Casi siglo y medio al servicio de la navegación internacional
Alberto Santiesteban Leyva
El Faro de Lucrecia fue inaugurado el 10 de octubre de l868, el mismo día que Carlos Manuel de Céspedes daba la libertad a sus esclavos en La Demajagua, su luz prodigiosamente derrama su alegría y sus beneficios sobre la mar por espacio de 145 años.
Punta Lucrecia es un lugar verdaderamente hermoso, cuyo paisaje natural, que ha sido modificado muy levemente por la mano del hombre, es capaz de impresionar gratamente a los visitantes que arriban a esta intrincada zona de la provincia holguinera.
Ubicada en la costa norte del municipio Banes, Punta Lucrecia es aún más famosa porque precisamente allí,  se yergue altanero como nuestras palmas reales el Faro de Lucrecia.
Al cumplir el Faro de Lucrecia 145 años de construido, sigue siendo un enigma para los especialistas la mezcla utilizada para pegar los enormes bloques de piedras, que pesan varias toneladas, y los medios utilizados para elevarlos a lo último de su cúspide.
Lo cierto es que la enorme mole de piedra que se levanta hacia lo alto ha permanecido impasible a la furia de la naturaleza y a la corrosión del salitre. Su luz, que tan prodigiosamente derrama su alegría y sus beneficios sobre la mar, continúa prestando sus servicios a la navegación mundial.
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