Alberto Santiesteban Leyva
Hace 42 años una lluvia de proyectiles impactaba despiadadamente contra las
viviendas ubicadas en la pequeña ensenada. Balas que rompieron el silencio de
la madrugada de aquel 12 de octubre de 1971 caían sobre el humilde y apacible
poblado de pescadores de Boca de Samá, al norte de la antigua provincia de
Oriente, Cuba. Nadie sabía lo que pasaba.
Dos muertos, cuatro heridos graves y grandes destrozos fue el saldo de aquel
artero ataque terrorista. Se había producido otra agresión al pueblo cubano.
Prácticamente en dos horas el territorio oriental estaba en pie de guerra,
armado hasta los dientes, para enfrentar un posible desembarco enemigo.
“Sentimos un ruido extraño en la tienda del poblado, y pensamos que la
estaban robando, y cuando nos dirigimos al lugar para comprobar lo que pasaba,
disparos traicioneros cegaban la vida de Ramón Siam y Lidio Rivaflecha” –ha
contado cientos de veces Carlos Escalante Gómez, entonces jefe de
Unidad de Tropas Guardafronteras y quien recibió ocho heridas en sus piernas.
“Jamás olvidaré los sucedido aquella noche cuando al despertar por los
estampidos de las balas me vi sangrando e impedida de valerme por mis propios
medios” –señala Nancy Pavón Pavón, quien
tenía 15 años y uno de los proyectiles le había cercenado un pie, y como
Nemesia ya no podría ponerse zapaticos blancos.
Ha pasado algo más de cuatro décadas del ataque extremista que segó la vida
de humildes cubanos y ocasionó heridas a otro grupo de personas, y el dolor de
los familiares y amigos de las víctimas se multiplica cada año transcurrido.
Un nuevo hallazgo arqueológico que presume ser un mortero utilizado
por nuestros aborígenes, fue encontrado en las postrimerías de la loma de
La Bartola al sur de este holguinero municipio de Calixto García.El objeto de piedra natural con un orificio en el interior, de considerable tamaño, fue hallado por excursionistas que recorrían esta zona y ha sido donado al museo municipal para que sea estudiado por especialistas en arqueología, los que determinarán la autenticidad del mismo, así como su valor histórico y otros datos de interés.
Hasta la fecha no se ha podido conocer de la presencia aborigen en esta parte de la geografía holguinera, pues son muy pocas las evidencias que lo prueben, además de no existir todas las condiciones naturales que eran escogidas por estos, como grandes ríos que los pertrechaban de agua y otros alimentos para su subsistencia.
En el museo de esta localidad se exhiben dos hachas petaloides encontradas en diferentes sitios, hallazgos que presumen que este territorio fuera utilizado por comunidades cercanas como las existentes en Majibacoa, en la actual provincia de las Tunas a unos veinte kilómetros de la zona donde fue encontrado el nuevo artefacto aborigen.
Otras hipótesis plantean que oleadas de aborígenes que huían de los cabildos, debido a las duras crueldades a que eran sometidos por los conquistadores, pudieron adentrarse en regiones céntricas y alejadas de las costas como las existentes en esta geografía, y aquí aclimatarse hasta su total desaparición por otras causas que recoge la historia.
De confirmarse su autenticidad, este mortero aborigen encontrado aquí sería el objeto de mayor valor histórico relacionado con la vida y costumbres de quienes habitaban nuestra isla a la llegada de los conquistadores europeos a finales del siglo quince.
Casi siglo y medio al servicio de la navegación internacional
Alberto Santiesteban Leyva
El Faro de Lucrecia fue inaugurado el 10 de
octubre de l868, el mismo día que Carlos Manuel de Céspedes daba la libertad a
sus esclavos en La Demajagua, su luz prodigiosamente derrama su alegría y sus
beneficios sobre la mar por espacio de 145 años.
Punta Lucrecia es un lugar verdaderamente
hermoso, cuyo paisaje natural, que ha sido modificado muy levemente por la mano
del hombre, es capaz de impresionar gratamente a los visitantes que arriban a
esta intrincada zona de la provincia holguinera.
Ubicada en la costa norte del municipio Banes,
Punta Lucrecia es aún más famosa porque precisamente allí, se yergue altanero como nuestras palmas
reales el Faro de Lucrecia.
Al cumplir el Faro de Lucrecia 145 años de
construido, sigue siendo un enigma para los especialistas la mezcla utilizada
para pegar los enormes bloques de piedras, que pesan varias toneladas, y los
medios utilizados para elevarlos a lo último de su cúspide.
Lo cierto es que la enorme mole de piedra que
se levanta hacia lo alto ha permanecido impasible a la furia de la naturaleza y
a la corrosión del salitre. Su luz, que tan prodigiosamente derrama su alegría
y sus beneficios sobre la mar, continúa prestando sus servicios a la navegación
mundial.
Denuncia
Cuba afectaciones del bloqueo estadounidense en la saludTrabajar con los niños autistas para ampliar su mundo
En Calixto García el ajedrez busca espacios
Con la participación de decenas de niñas y niños de la enseñanza primaria de Buenaventura, capital de este holguinero municipio de Calixto García, fue desarrollada una simultanea de ajedrez, en...
Leer más.
Periodistas cubanos intercambian en Pleno Extraordinario
No comments:
Post a Comment