Columnas

Wednesday, August 31, 2011

Con y para el pueblo


Rodobaldo Martínez Pérez.
rodo@ahora.cu
Si la estrategia para el avance nacional cubano consiste en diseñar nuestro crecimiento desde las propias capacidades, todo cuanto signifique potenciar las fuerzas valida el principio de desarrollo, y la participación del pueblo es vital en la consecución de las metas.
Cuba puede planificar un proyecto de este tipo, que convierte a su población en protagonista de su propio desenvolvimiento, porque el modelo social cubano del período revolucionario, se ha caracterizado en sus diferentes etapas por una participación popular que garantiza la existencia del mismo.
Con este antecedente, la posibilidad de hacer de cada hombre el eje fundamental de la sociedad pasa a ser de consigna revolucionaria repetida, un imperativo necesario para las nuevas circunstancias en la actualización del Modelo Económico y social Cubano.
Desde el macro espacio territorial hasta el nivel de barrio cada fuerza tiene roles asignados en estos propósito, en los cuales la masividad en los esfuerzos es definitoria.
La participación comunitaria es el eslabón primario en esta cadena concatenada de empeños. Si partimos del concepto de que “El trabajo comunitario, no es sólo un trabajo para la comunidad, ni en la comunidad, ni siquiera con la comunidad, es un proceso de transformación desde la comunidad, soñado, planificado, conducido, ejecutado y evaluado por la propia comunidad” hablamos de un mecanismo social existente para hacer realidad la responsabilidad de que cada quien llegue hasta donde sea capaz de hacerlo.
Claro, investigar las características de cada contexto, sería ideal en la intención de alcanzar lo máximo, para ello se incluye el autoanálisis “en que las comunidades se reconocen críticamente, identifican sus necesidades sentidas y reales. Partir de la gente, de la realidad; significa el abordar un esquema en espiral a partir del auto diagnóstico que marca el inicio de la participación constructiva en sus tres posibles entradas: contexto, práctica y concepción”.
Pero hay otro importante paso en este proceso: la participación, y no se entienda por esto convocar a la movilización o la presencia física del sujeto, sino su verdadero activismo, su compromiso consciente.
No es casual, que en muchos diagnósticos se refleje con fuerza el problema de “pobre participación de los vecinos en diferentes momentos de su accionar cotidiano”, y no puede obviarse entre las causas la motivación, porque ella acentúa el querer participar.
“Esto se cumple si la propuesta satisface ideales, intereses y necesidades de los individuos y coincide a la vez con sus ideales, al reconocer los objetivos y fines del proyecto como suyos propios. Todo esto se une con determinado criterio de utilidad que el individuo identifica y lo motiva para la participación”.

La creación de los primeros Consejos Populares en 1986 significó un importante paso en la democratización, ya que se creó un instrumento que facilitó la participación popular comunitaria como un proceso real en nuestra sociedad.
Del papel de los dirigentes de base, llámese delegado9 que representan al pueblo en el Gobierno del Municipio) depende el cómo una determinada comunidad utiliza sus fuerzas en la solución de sus propios problemas, aún cuando la poca asignación de recursos a veces se esgrime como pretexto para justificar la inactividad.
Un ejemplo concreto de ello es la diferencia en el desarrollo entre las comunidades con la misma concesiones materiales, sólo por la capacidad distinta de quien la dirige.
En nuestro país la existencia de una estructura de gobierno que por su esencia descansa en la progresiva participación popular en su gestión, hace que se vayan borrando las estructuras verticalistas que marcaban el camino a seguir y limitaban el desarrollo de iniciativas populares al acostumbrarnos a “hacer lo que venía de arriba”.
Pero, vivimos otros tiempos, el poder del pueblo se ha ido consolidando en todos estos años y en la frase de Raúl de no podernos dar el lujo de equivocarnos en nuestro accionar, también, cabe saber explotar las potencialidades de la comunidad y la capacidad de cada una de nuestra gente, sólo así podemos hablar de productividad, eficiencia y de “dar pasos firmes”, en las propuestas de proyectos locales, como estimula la actualización del Modelo Económico Cubano

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