Columnas

Tuesday, February 07, 2006

OTRO COMBATE

Nuestros muertos son sagrados
Por Rodobaldo Martínez Pérez
rodo@ahora.cu
http://www.ahora.cu/
Cada día, acá en Cuba, tenemos que librar un nuevo combate. Ahora frente a las oficinas de desintereses – prefiero llamarla así- de los Estados Unidos en La Habana ondean banderas de dolor, sembrado por el Imperio a lo largo de casi cinco décadas.
Es su plaga de muertes. Nuestros mejores hijos, víctimas del terrorismo desatado por la Roma de hoy contra mi país. Familiares que lloran por siempre a sus seres queridos, que jamás han vuelto a tener paz, desde el primer momento de la tragedia.
Lloran las almas ante los afiches con los rostros de 138 compatriotas. Cualquiera de nosotros pudimos haber corrido la misma suerte, y con hidalguía hubiéramos dado lo más preciado que tiene un ser humana: La vida, como lo han hecho a lo largo de estos años más de tres mil 400 hermanos nuestros víctimas del terrorismo.
Es el precio que tenemos que pagar por ser libres. Por ser rebeldes, para no doblegar la frente ante la bota asesina del Emperador. Son vidas arrebatas, que vuelven como banderas de combate, para hacer invencible nuestra propia voz.
La idea, casi en secreto, nació el ya histórico pasado 24 de enero, cuando desfilamos más de un millón 400 mil cubanos frente a la Oficina de Intereses de los Estados Unidos en La Habana. Entonces ellos osaron exhibir unos cartelitos, unos lumínicos, que en buena lid entre las relaciones internacionales, ofenden a cualquier país anfitrión. Pero como se creen dueños del mundo, eso no les importa.
De inmediato se cerró la Avenida del Malecón y comenzaron los enigmas. Hasta Fidel la visitó la noche del 25, al día siguiente de nuestra protesta antiterrorista, para como es su costumbre visitar a los combatientes en la misma trinchera.
Se trabajó duro, sin descanso para ampliar la Tribuna Antiimperialista José Martí. Quedó como sorpresa lo que se iría a levantar.
Y en este glorioso 6 de febrero se izaron las 138 banderas negras, con su estrella solitaria. Es una nueva respuesta a las provocaciones del Imperio, y una muestra más de nuestra elevada cultura. Es otro combate de nuestro aguerrido y glorioso pueblo, que virilmente volvió a llorar para que la injusticia tiemble.

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