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#Holguín: nuestro padre Joseito siempre vivirá entre nosotros |
Rodobaldo Martínez Pérez
rodo@enet.cu
Cuando quería ponerle nombre y apellidos a la honradez y al
respeto pensaba en mi padre, u honesto y respetuoso hasta la saciedad, dos
valores a los cuales, siempre, vi unido a su figura.
Tal vez por eso no quiero aceptar el epíteto de cualquiera,
cuando lo mencionan. Mi padre nunca podía tener esa posición ambigua. Él, junto
a mi madre, fueron la pareja perfecta en la educación de los hijos.
Gracias a ellos, las puertas de mi hogar se mantuvieron abiertas
en una constante bienvenida a alguien necesitado, gesto que aprendí a valorar
desde pequeño: la familia, no importa el grado de parentesco, jamás se le niega
ayuda.
La unión de ese núcleo, hermanado por lazos de sangre, se
aprende en la casa y no se pretenda adquirir virtudes si falta el ejemplo.
De los padres depende la calidad de sus descendientes. Ellos
son vitales en la formación de su prole. Figura paterna desinteresada, sin importarle nada, tiene sus consecuencias negativas durante el
resto de la vida.
Alto privilegio es tener buenos progenitores, hoy, cuando la
crianza de los muchachos compite con
una difícil situación a escala planetaria. Hay pérdida de valores esenciales,
para la integralidad de los seres humanos.
En estos momentos tener no solo una buena madre, también, un
excelente padre resulta imprescindible en la conformación de la sociedad.
Dijo Frederick Douglas: “Es más fácil construir niños fuertes que reparar adultos rotos”.
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#Holguín la educación de nuestros padres, felicidades |
Gracias padre por tus constantes desvelos.
Felicidades a todos los padres.
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