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#Holguín Segundo Proceso de Rendición de Cuentas del
Delegado a sus Electores del XVI Periodo de Mandato del Poder Popular Foto William Parrao |
Rodobaldo Martínez Pérez
rodo@enet.cu
Preguntas utilitarias en medio del Segundo Proceso de Rendición de Cuentas del
Delegado a sus Electores del XVI Periodo de Mandato del Poder Popular, previsto
desde el 20 de abril hasta finales de junio, serían: ¿está este acto atemperado
a la situación actual de Cuba? ¿Ese es el delegado de Circunscripción
requerido, para estos momentos?
Dichas interrogantes hablan de la necesidad de no ver divorciadas nunca el
método escogido de una intervención más directa de los ciudadanos en la
dirección de los asuntos del Estado y, de todas las actividades de la sociedad,
en el llamado poder proletario en los nuevos tiempos.
Como diría Fidel en el Primer Congreso del Partido: “No se trataba simplemente
de cubrir un expediente, sino de crear instituciones sólidas, bien meditadas y
duraderas que respondieran a las realidades del país."
Y de eso de trata, ir perfeccionando nuestro modelo de democracia a los
requerimientos de hoy, en franca correspondencia con las situaciones, para no
hablar de cosas obsoletas y no factibles.
El Delegado: “Es el representante de los electores, no es el dirigente de
estos, ni de las unidades de producción o servicios existentes en sus
circunscripciones, debe mantener un contacto directo, cercano y constante con
el pueblo, ofrecerle explicación a sus inquietudes, atender sus quejas,
sugerencias y críticas y, a partir de ellos, su tarea más importante debe ser
la de aportar iniciativas que ayuden a solucionar los problemas que plantean
las masas que representa”.
Si tenemos claridad en ese concepto no podemos desvirtuarlo y convertir al
representante elegido en un “lleva y trae” de problemas, ni a la persona
responsable de la entrega de recursos, como durante el llamado periodo
especial, en la década del 90, práctica cotidiana que introdujo cambios en sus
atribuciones, al mezclar responsabilidades. Es un representante del pueblo; no
administran ni distribuyen nada.
A tenor con esas misiones, los delegados son guías,
coordinadores de los esfuerzos de la comunidad para solucionar sus
dificultades, que no son solo los viales, la vivienda en mal estado y el pobre
abastecimiento del mercado, sino capaces de llevar a cabo las responsabilidades
que el pueblo depositó sobre sus hombros, desde su valentía, sin mentir jamás
para que la gente lo distinga como su más altos representantes, quererlos,
admirarlos, seguirlos siempre.
Sus reuniones deben ser espacios atractivos, de diálogos
entre ciudadanos, donde discutan inquietudes comunes, como la higienización del
barrio, indisciplinas, rescate de valores, el delito, corrupción, la diversión,
el deporte, todo lo que preocupen a los vecinos.
Algo primordial es la atención a los planteamientos, de ahí
una irrevocable fórmula: su respuesta es directamente proporcional a la
confianza sobre el Delegado, porque no solo vale que sea el mejor y más capaz,
sino de pensar bien cuál es la misión de la persona que vamos a proponer y si
realmente está en condiciones de enfrentarse a ella.
En ocasiones, cuando su gestión es limitada por la escasa
atención brindada por algunos funcionarios administrativos y la solución a un
problema demora en resolverse; repiten los planteamientos y, aunque el delegado
los tramita, no existe una respuesta convincente, ocurre un vacío, con
malestar, desmotivación y disminuye su autoridad.
Los electores, casi siempre, comprenden explicaciones
argumentadas, pero no entiende que, más allá de la escasez de recursos, ocurra
la falta de sensibilidad, de gestión o por cansancio de quienes están para
representar al pueblo y algunos asuntos escurran ante las narices de los
responsables.
Por eso reiteramos la importancia de hacer encuentro de
nuevo tipo, donde haya motivaciones, agrados y el pueblo participe activamente
en las tomas de decisiones.
Cómo defiende un hermano, con muchas experiencias en estos
asuntos: “el delegado necesita parecerse al barrio que lo eligió, tener las
mismas aspiraciones, sueños, estar al lado e la gente lo mismo el día de la
fiesta o el de la tristeza.”
Holguín, como toda Cuba, pronostica 5 mil 664 reuniones y
caracteriza el proceso la selección de más de mil 600 jóvenes de diferentes
Enseñanzas para realizar la función de observadores, durante el más importante
ejercicio de la democracia.
Ante los desafíos actuales, desde el barrio, cimiento de la sociedad y, donde
aspiramos a la prosperidad; la unidad, solidaridad y ayuda mutua son imprescindibles
para una mejor convivencia.