En el mismo mes (enero) que Rita Amelia cumplió sus 20 años, recibió una carta de su hermano José Martí. La misiva constituye una enorme lección, acerca del verdadero amor y los peligros si llegara a confundirse, afirma la colega e investigadora martiana Hilda Pupo Salazar
Martí le dice: “Toda la felicidad de la vida, Amelia, está en no confundir el ansia de amor que se siente a tus años con ese amor soberano, hondo y dominador que no florece en el alma sino después del largo examen, detenidísimo conocimiento, y fiel y prolongada compañía de la criatura en quien el amor ha de ponerse”.
Y en tono coloquial le expresa: “Hay en nuestra tierra una desastrosa costumbre de confundir la simpatía amorosa con el cariño decisivo e incambiable que lleva a un matrimonio”. El Maestro era partidario del tiempo en cuestiones del amor y establece muy bien las diferencias entre este y el pasajero.
Como si fuera escrita para estos tiempos sentencia:”Empiezan las relaciones de amor en nuestra tierra por donde debieran terminar”. Martí proclama el amor como único sostén de la unión de un hombre y una mujer, muy lejano a quienes ven en las relaciones de pareja meros intereses materiales.
Otro magnifico consejo está relacionado por quienes buscan solo los goces en la unión: “Una mujer de alma severa e inteligencia justa debe distinguir entre el placer íntimo y vivo que asemeja el amor sin serlo, sentido al ver a un hombre que es en apariencia digno de ser estimado, - y ese otro amor definitivo y grandioso, que como es el apegamiento inefable de un espíritu a otro, no puede nacer sino de la seguridad de que el espíritu al que el nuestro se une tiene derecho por su fidelidad.
“Por eso quiero yo que te guardes de vientos violentos y traidores, y te escondas en ti al verlos pasar: que como las aves de rapiña por los aires, andan los vientos en busca de la esencia de las flores”.
.Rita Amelia es una de las siete
hermanas de José Martí y nació el 10 de enero de 1864. Fue la última en morir, a los 82 años, de la prole de Mariano y doña
Leonor. Se casó con José García y tuvo 7
hijos.
Como parte
de la responsabilidad como hermano mayor, Martí la aconseja. Su madre, educada
en las costumbres de la época, le reclama en varias oportunidades su deber
familiar. En una de ellas (1882,) le plantea: “... ya el apoyo de su padre es
muy débil y necesitan alguno...las muchachas esperan tu respuesta, exígele a
Amelia que te diga algo de su prometido”.
En l883, Amelia se casa. De febrero, de ese año, es otra carta de Martí: “Tú no me lo
querrás creer, por estos odios míos, siempre crecientes, a poner en el papel
las cosas íntimas del alma; pero el día en que supe tus bodas, como te creí
dichosa, me sentí de fiesta. Hice visitas, cante un poco, y hable algo más
(que) de ordinario. -Porque me estoy volviendo silencioso. -Tu marido me parece
noble persona, y me inspira confianza. -Y tú tienes tantas y tan sólidas
virtudes, y has salido de tal escuela de abnegación, y recibiste de la
naturaleza tales prendas de calor de corazón y de bondad que, de seguro,
cualesquiera que sean tus dolores naturales, serás dichosa.
“Hacerte
sufrir, sería como estrujar con manos brutales un lirio. ¿Serás dichosa?
-Porque para serlo es sólo necesario -aun en medio de los tormentas más recias
de la fortuna- sentirse amado, encalorado, acompañado, bien cuidado, bien
envuelto por alguien”.
Y más adelante escribe: “-Pero así como
el alma se aparta con disgusto de los de corazón frío, y mente calculadora y
reservada, así se entrega con júbilo y sin rebozo a los de espíritu sencillo y
ardiente, mano acariciadora, y pensamiento abierto”.
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