Columnas

Friday, August 21, 2015

Cumpleños y sueños







Cuenta con la experiencia y el prestigio de haber dirigido el Partido en la provincia Las Tunas. Le gusta conversar con las mujeres y se reúne con ellas en una cuadra, un batey o un centro de investigaciones. Ha convertido el recibidor de la antigua casona de El Vedado, donde está la sede nacional de la Federación de Mujeres Cubanas, en espacio para intercambiar con artistas, deportistas, ministras y cubanas de los más diversos sectores. La pasión por Cuba se adueña de su voz cuando representa a la organización en eventos internacionales.
. En este cumpleaños 55 de la Federación de Mujeres Cubanas, se impone un diálogo con Teresa Amarelle  Boué,  miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y del Consejo de Estado y secretaria general de la FMC desde hace poco más de dos años. 
Más de medio siglo después de constituida la FMC, el 23 de agosto de 1960, hay quienes opinan que todo ya está logrado y no es necesaria su existencia; otras personas afirman que la organización no ha cumplido con las expectativas; en cambio, un grupo importante de federadas, académicas y pueblo en general señalan que la organización mantiene plena vigencia,  pero debe asumir el reto de  estos tiempos. ¿Cuál es su criterio al respecto? 
«Hemos avanzado en la consecución de la igualdad. Es una afirmación en la que no cabe ninguna duda, sin embargo, pensar que 56 años de Revolución y 55 de creada nuestra organización son suficientes para borrar totalmente los patrones e influencia de una cultura milenaria patriarcal, es un error. En  la subjetividad de las personas se manifiestan concepciones discriminatorias en todos los sentidos que requieren acciones que van desde las políticas públicas hasta la atención personalizada. De ahí la vigencia que mantiene la FMC. 
«Por otra parte, los retos que significan las nuevas condiciones económicas y sociales del país demandan la existencia de una poderosa organización de masas capaz de involucrar a las mujeres en todas las transformaciones en condiciones de igualdad. 
«Su condición de mecanismo nacional para el empoderamiento de las mujeres y el logro de la igualdad de oportunidades hacen también de nuestra organización un factor importante para el desarrollo del socialismo próspero y sostenible que estamos construyendo. 
«La Federación de Mujeres Cubanas no solo ha cumplido las expectativas para la que fue creada, sino que el propio desarrollo alcanzado por las mujeres ha impuesto nuevos desafíos que se enfrentan con la impronta de estos tiempos. Nadie puede asumir que la FMC de hoy tiene que actuar como hace 55 años, cuando las mujeres éramos mayoría entre los analfabetos que tenía el país y gran parte de las que laboraban lo hacían como trabajadoras domésticas. 
«Se impone continuar trabajando con las mujeres en la sensibilización sobre temas que abordan asuntos relacionados con el desempeño adecuado de la familia como pilar fundamental de la sociedad que queremos, con sus derechos, la salud, la educación, la formación de valores, la lucha contra la violencia hacia las mujeres y las niñas y la violencia que, en sentido general, se aprecia en la actuación de algunas personas y que se reproduce en materiales audiovisuales, a los que estamos expuestos en la cotidianidad y requieren un enfrentamiento enérgico por todas y todos.
 «Hoy, además, debemos garantizar que en las condiciones actuales no se produzcan retrocesos en lo logrado y que continuemos avanzando de manera progresiva». 
El proceso aniversario55 ha trascendido las meras reuniones formales para proyectarse como nuevo estilo de trabajo. ¿Cuáles son, en su opinión, los principales resultados? 
«No queremos que se asocie el funcionamiento de nuestra organización solo con la realización de reuniones. Tal pareciera que, si no convocamos reuniones en la delegación, no funcionamos, y se desconocen muchas de las acciones que realizamos en la comunidad y que requieren más el trabajo individualizado con personas o con familias, por ejemplo, cuando identificamos a una muchacha con riesgo de prostituirse y nos acercamos, conversamos, tratamos de persuadirla y la orientamos sobre las oportunidades que tiene desde el empleo, el estudio, en las Casas de Orientación a la Mujer y la Familia (COMF).
 «De conjunto con el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social son muchas las acciones que realizamos para que no quede ninguna mujer desempleada, atendemos también a las trabajadoras por cuenta propia y a quienes se han incorporado a la modalidad de cooperativas no agropecuarias. Es tradicional nuestra vinculación con las campesinas y las mujeres rurales en general. 
 «La prevención social, que siempre ha sido la esencia de nuestro quehacer, en los momentos actuales se ha hecho imprescindible. Contamos con equipos multidisciplinarios de procedimiento de familia que, junto con el Tribunal Supremo Popular, trabajamos de manera diferenciada conflictos que ocurren al interior del hogar. 
«Las alianzas con la Fiscalía General, los ministerios de Educación, Educación Superior, Justicia, Salud y con algunos de los grupos de la Comisión de Implementación de los lineamientos son cada vez más necesarias. 
«Las reuniones hacen falta, pero sobre todo para orientar, y estamos potenciando más la realización de talleres sobre diferentes temas que tienen que ver con la igualdad de género, la protección de los derechos de las mujeres y otros según sus intereses. Insistimos en que nuestras dirigentes sean capaces de darse cuenta de qué es lo que hace falta hacer para que las mujeres se sientan identificadas con la organización, aunque para ello necesitan orientaciones, también hace falta iniciativa y creatividad de quienes  conviven en cada comunidad y la conocen bien. 
«Si bien estos propósitos todavía no se materializan en todas las organizaciones de base, este proceso ha contribuido a su implementación.
 «La manera de atender las organizaciones de base ha cambiado, no se trata de cuántas son, sino de cuántas necesitan atención  y, a la vez, potenciamos el papel del activismo, tenemos más de cuatrocientas mil en el país, pueden ser mujeres y hombres, y estamos pensando, a partir del propio debate que se está produciendo en el proceso de fortalecimiento por el 55 aniversario, incorporar algunas tareas a las que ya tenemos ahora. Contamos con trabajadoras sociales, brigadistas sanitarias, de crecimiento, las y los colaboradores de las COMF y otros, pero el propio envejecimiento poblacional, la cantidad de personas de la tercera edad que viven solas impone que pensemos qué más podemos hacer, desde el voluntariado, para su atención en la comunidad.
«Las propias Casas han adecuado su trabajo al contexto actual y ya existen más de 40 programas de adiestramiento, no es solo corte y costura, se incluyen temas como las TICs, idiomas y otros. Se imparten según las necesidades de los territorios y esta manera de funcionar la aplicamos en todo lo que hacemos. Queremos que cada delegación y bloque funcionen como más les interese  a las mujeres que la integran, se discutan los temas que ellas proponen». 
La presencia de mujeres jóvenes en los secretariados forma parte de la continuidad y renovación de la organización. ¿Cómo valora usted esta presencia? 
«Es un proceso positivo de renovación y fortalecimiento, que va mucho más allá del tránsito, sobre todo a nivel de las comunidades de la conducción de la organización a las nuevas generaciones. Hoy, en muchos secretariados de las delegaciones y bloques dirigen compañeras de mucha experiencia y muchachas de diferentes edades. El 36,2 % son muchachas. De igual forma ocurre con los cuadros; ya contamos con un 43 % de jóvenes y queremos promoverlo aún más para aprovechar toda la riqueza de la convivencia de experiencia y juventud en el perfeccionamiento de nuestra organización. 
«Pero también representa esta articulación con la continuidad de los objetivos para los que fue creada la  FMC: la defensa de la Revolución y la igualdad de los derechos de la mujer.  Con métodos de convocatoria que atraigan a las mujeres jóvenes que asumen como ‘natural’ todos los derechos de que gozan hoy y que son el resultado de la labor de la FMC». 
Ya la FMC había comenzado a labrar su histórica trayectoria cuando usted nació. ¿Qué representa para usted estar al frente de una organización en la que están integradas el 90 % de las mujeres a partir de los 14 años de edad? 
«Sin dudas, un gran compromiso. Precisamente una de las fortalezas de la organización es su membresía, con una composición heterogénea, sin discriminación de ningún tipo, organizada en todas las regiones del país.  Ello impone la necesidad de un intercambio permanente para nunca apartarnos de sus intereses. Estar constantemente dialogando, escuchando propuestas, para que la frescura y la creatividad de la organización no se pierdan nunca.  Y considero que  lo más hermoso que tiene la organización es el vínculo permanente con las mujeres. De ellas se aprende todos los días, es un reto que implica sacrificios, estudio constante del pensamiento y la vida de la compañera Vilma Espín, que siempre será paradigma para las cubanas y las mujeres del mundo que luchan por la justicia social.  Por suerte, de niña siempre me inculcaron el amor a la Patria, recuerdo a mi madre laborando en las movilizaciones, y mi padre es un revolucionario incansable que ha sido muy exigente conmigo. 
«Nunca olvidaré a las dirigentes de la FMC del municipio donde he vivido siempre, Amancio, en Las Tunas. Todas ejercieron una gran influencia en mí, incluso aquellas que eran compañeras de mi misma edad y que les correspondió primero que a mí asumir esta tarea. Puedo asegurarte que de todas aprendí. Es algo que ha tenido la Federación de Mujeres Cubanas: valiosas compañeras que han desarrollado el trabajo con mucha responsabilidad y compromiso». 
¿Cómo es la Cuba que sueña para sus nietos José Carlos y Karla? 
«Quiero la Cuba que siempre enarbolará los principios de justicia social que hasta hoy ha defendido. Una sociedad que se identifique por su cultura de igualdad, donde se continúen promoviendo los valores humanos y donde el egoísmo y el individualismo no tengan cabida. 
 «Una Cuba que se perfeccione constantemente por su propia gente, con dignidad, con respeto. Una Cuba que sea consecuente con el legado de su dirección histórica y que sus cualidades sigan siendo inspiración para cada generación que continúe y, sobre todo, que esos valores sobresalgan en la manera de actuar de sus conciudadanos».



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