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Saturday, July 11, 2015

Entrevista a Enrique Ubieta Gómez, Director de la Cinemateca de Cuba Por: Kaisa Rosa Saarinen



                                                          
 Fecha: 2003-08-28 Fuente: CUBARTE
(Cubarte).- "Estamos viviendo una época en la que tiene que primar la lucha de ideas, el cambio de conciencia en las personas"
A principios de Junio de 2003 se realizó en Finlandia un encuentro mundial de Cinematecas. De los países latinoamericanos sólo asistieron representantes de México, Brasil y Cuba. Kaisa Rosa Saarinen realizó la entrevista para la revista "Cuba Sí" de la Asociación de Amistad Finlandia-Cuba y fué transmitida en uno de los programas de la radio que trasmite en español en Helsinki.
¿Tienemuchos años la Cinemateca de Cuba?
Sí, el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos, se creó en La Habana prácticamente unos meses después del triunfo de la Revolución de 1959 y la Cinemateca se fundó un tiempo después como parte de la institución. Es decir que nosotros tenemos ya 44 años de existencia. Por ley es la encargada de conservar el patrimonio fílmico de la Nación. En esos 44 años se ha mantenido en Cuba una política de exhibición muy variada del cine internacional, tratando un poco de complementar y de ampliar el horizonte del cine y de la cultura cinematográfica de los cubanos, que antes de la Revolución se centraba casi únicamente en el cine norteamericano y en la época de oro del cine mexicano y argentino. En estas cuatro décadas se trajo a La Habana prácticamente lo mejor del cine mundial y todo ese material se conserva en la Cinemateca. Por otra parte, con la Revolución se logró una industria cinematográfica, antes existían algunos directores aislados que producían sus películas de forma independiente o en co-producción con México o Argentina. Nosotros conservamos también esas películas del período prerrevolucionario. Incluso tenemos una película cubana silente.
¿De qué año es esa película?
De 1920. Pero es la Revolución la que crea una industria y una tradición de cine como tal. A partir del 59 comienza una producción estable de cine de altos valores artísticos financiada por el ICAIC, es decir por el estadocubano, que llegó a ser en un momento de alrededor de 15 películas deficción por año y decenas de documentales. Todo ese patrimonio es parte de los fondos de la Cinemateca de Cuba, que ya hoy alcanzan la cifra de 35.000 títulos.
¿Con todos los problemas económicos por los que ha pasado Cuba, cómo hacen para conservar 35.000 títulos?
Bueno, no es fácil. La conservación de películas exige muchos recursos. En estos días transcurre aquí en Helsinki la reunión anual de la Federación Internacional de Archivos Fílmicos, de la que la Cinemateca de Cuba es miembro pleno y a la que están adscritas la mayoría de las cinematecas latinoamericanas. Sin embargo, sólo hemos asistido delegados de México, Brasil y Cuba. Los demás no han podido venir. Esta es una Federación de países ricos, los pobres estamos luchando por conservar lo que tenemos, pero realmente la conservación de películas es muy cara. El Estado cubano ha invertido muchos recursos en la producción y conservación del cine, pero a partir de 1989 cuando se produjo el rompimiento de las relaciones comerciales nuestras con los países del este de Europa, con lo que fue la Unión Soviética, y se intensificó el bloqueo económico estadounidense, la disponibilidad financiera del país se hizo mínima, y nosotros enfrentamos ahora grandes dificultades para la conservación de ese patrimonio valiosísimo, que no es solamente de Cuba, sino del mundo entero. Ahora acabamos de inaugurar en La Habana dos nuevas bóvedas, pero seguimos necesitando de la ayuda y la colaboración de muchas entidades internacionales a las cuales a veces acudimos porque es un patrimonio cultural que no nos pertenece sólo a nosotros y nos asiste la moral. Cuba es un país que ha hecho mucho por la cultura.
Enrique, aparte de tu trabajo en la Cinemateca, tienes también otras cosas entre manos, como la Revista "Contracorriente" o tu propia formación académica, ¿quieres hablarme de eso?
Yo soy unensayista y un investigador de temas culturales. Estudié filosofía. Mi relación con el cine es afectiva. Durante algunos años fui director del Centro de Estudios Martianos, que se dedica al estudio y a la difusión de la obra política, filosófica y literaria de José Martí. Tengo tres libros publicados sobre temas históricos y sociales y un cuarto que está por aparecer ahora. En 1995 fundamos la revista Contracorriente, en el peor momento de la crisis de papel que vivía el país. No había manera de publicar libros, y las revistas permitieron la continuidad de los debates políticos culturales. Contracorriente se propuso también darle voz a mi generación de ensayistas y participar en la discusión de los problemas que se habían planteado con la caída del Socialismo en Europa del Este. Planteamos nuestros puntos de vista desde la Revolución, sin arrear banderas, porque en ese momento la corriente era totalmente desesperanzadora, una corriente de pensamiento que cerraba todos los caminos. Nosotros nos propusimos promover una especie de contracorriente.
Estábamos convencidos de que en los océanos no son las corrientes superficiales las que mueven las aguas, sino otras más profundas e invisibles. A eso nos atenemos con la revista.
Sí, en esos años todo se discutía en Cuba...
Sí, los cubanos nos pasamos todo el tiempo discutiendo.
Yo me pregunto a veces, con este gran movimiento que significó la desaparición de la Unión Soviética, si los cubanos no se sienten demasiado solos en el mundo..
Te voy a contar la experiencia de mi generación que es la que nació con la Revolución, en esos primeros años en que se produjo un "boom" de la natalidad en Cuba. Mi generación es muy numerosa, cuando nos graduamos en los 80 se produjo un estremecimiento a lo largo del país, éramos miles de graduados universitarios: ingenieros, filósofos, artistas, en fin, de todas las disciplinas. Teníamos la convicción de que íbamos a cambiar el mundo, que todo estaba mal hecho y que nosotros lo íbamos a hacer perfecto, queríamos tomar las riendas de todo. La sociedad nos asimiló de una manera bastante rápida (hoy ya existen figuras públicas de mi generación en campos muy diversos, ministros, intelectuales, científicos) para la cantidad de personas que éramos. Nosotros estábamos parados sobre los logros de nuestros padres, cuyas metas se habían cumplido y traíamos las propias. A finales de los 80, ése ímpetu transformador y crítico se cruzó con otro fenómeno crítico de signo inverso: en ese momento comienza a producirse la llamada perestroika en la Unión Soviética que de cierta forma distorsiona nuestro proceso, y crea confusión. Nosotros estábamos tratando de establecer nuevas metas dentro de la Revolución, totalmente identificadas con ella y nos llega este aire de cambio que Gorbachov preconiza y no cumple, con el cual muchos simpatizamos al inicio. Comprendimos de pronto que la llamada perestroika no conducía al perfeccionamiento del socialismo, sino a su desmantelamiento. El nuestro y el soviético eran dos procesos críticos que coexistieron en el tiempo, sin que fuesen realmente coetáneos desde el punto de vista lógico, porque eran absolutamente distintos, como distintas eran nuestras respectivas historias.
La caída del socialismo este europeo y soviético fue una gran conmoción para nosotros y nos obligó a un replanteo y a unas definiciones mayores. Las revistas cubanas de los noventa (Contracorriente entre ellas) recogen ese proceso. Algunos no entendieron, no pudieron readaptarse, pero la mayoría sí lo hizo y ha continuado el proceso de transformaciones en Cuba, que es el que le da sentido a la Revolución. La Revolución cubana nunca ha sido un proceso estático, siempre hemos vivido en tránsito, para usar la palabra de moda, no en el sentido que quieren imponernos, sino en el que hemos querido, para bien o para mal, los cubanos.
No nos sentimos solos. Con el tiempo también hemos entendido que hay otras formas de compañía. Porque sentirnos solos o acompañados es algo que no siempre tiene que ver con las declaraciones explícitas o el apoyo de otros gobiernos. Nosotros siempre supimos que los únicos responsables y los únicos comprometidos hasta el final con la defensa de Cuba éramos nosotros, aún cuando existía la Unión Soviética. Sabíamos que el apoyo soviético llegaría siempre hasta un límite, eso siempre lo supimos. Sin embargo, no es posible para un cubano viajar al extranjero y pasar inadvertido. Porque un cubano en el extranjero deja de tener nombre y apellidos, deja de ser un individuo y carga sobre sus hombros la responsabilidad de todo un país, de todo un sueño histórico, de un país distinto, de un país disidente, un país que es odiado o admirado, que es un horizonte, un punto de mira. Eso nos hace comprender siempre que viajamos que Cuba no está sola, Cuba está aparentemente sola, pero todos los ojos están puestos sobre ella...
Y con un lente de aumento...
¡Y con un lente de aumento!. Quizás ojos solidarios, ojos codiciosos, o agresivos, pero están los ojos sobre ella, y esa solidaridad o esa animadversión la sentimos siempre y sabemos que Cuba nunca está sola...
Bueno, Enrique, mi pregunta era en realidad un poco de "doble filo", porque en estos tiempos ha habido esa ola de rechazo acerca de la interpretación o la caracterización de la Justicia Cubana, ¿querrías hablar un poco de ese tema?
Lo que ha pasado hay que explicarlo en el contexto de lo que ha venido preparándose en la mente y en la conciencia de las personas en los últimos diez años. Quizás desde antes, desde los ochenta. Eric Hosbawn afirmaba que existen siglos cortos y siglos largos, y que el siglo XX había comenzado en el 14 con la primera guerra mundial y terminado en el 91 con la caída del muro de Berlín. Claro, terminaban los acontecimientos más importantes que provocaran el siglo, pero no las causas, las causas continuaban. Ahora, desde el 91 hasta el 2001, es decir, hasta la caída de las Torres Gemelas, transcurren diez años de transición, no ya a un nuevo siglo, porque esto el hombre lo establece de un modo arbitrario, para dividir y medir de algún modo el tiempo, sino a una nueva época, a un nuevo orden político-militar. Esos diez años también incluyen un trabajo muy tenaz de lavado de conciencias, una siembra de ideas en la conciencia de las personas, de "verdades" entre comillas. Se estableció una especie de "aduana intelectual" para que no pasaran al nuevo siglo una serie de conceptos, de palabras,
de nombres propios incluso que se asociaran a la Revolución: decir "Lenin" por ejemplo, resulta anacrónico en el ámbito intelectual. La gente se le queda a uno mirando, como diciéndose: éste está fuera de moda, no sabe, no conoce los últimos libros.
La palabra Imperialismo casi desaparece, aunque ya vuelve a retomarse. Y esa "aduana intelectual" fue creando una "nueva intelectualidad de izquierda", que se ha aferrado vergonzantemente a un denominado punto medio; sólo se puede ser de izquierda y con un cierto aval de presentación de hombre inteligente si se es moderado, porque las posiciones radicales han sido calificadas de fundamentalistas. Aunque yo me acojo a lo que decía Martí: que ser radical es ir a la raíz. Ir a la raíz es la única manera de ir al fondo de las cosas. Pero en esta acepción el radicalismo aparecía como fundamentalismo. Y mientras que la izquierda se aferró a esa concepción moderada y en el fondo vergonzante, la derecha por el contrario fue cada vez más fundamentalista, cada vez más extremista y más agresiva. Entonces esta izquierda ha llegado al convencimiento íntimo, de que siempre que se dice algo de una parte, hay que decir también algo de otra, que hay que estar en el medio y que no se puede ir a los extremos.
Y eso implica también la adopción de conceptos abstractos. Decir: "yo estoy en contra de la violencia, de todo tipo de violencia", ése es un concepto abstracto, porque no diferencia entre la violencia del que arremete y la violencia del que se está defendiendo. Y entonces este hombre o esta mujer de izquierda, que en Europa estuvo protestando contra la guerra en Irak, de pronto le dicen: pasó esto en Cuba, ¡ah no!, es igual y no hace ninguna diferenciación, porque está abrazada a un concepto abstracto por una parte y por otra, es muy manipulable desde el poder para la acusación. Hemos perdido
la noción de la verdad histórica, que la verdad histórica es concreta, no puede verse de una manera abstracta. Y hay que entender las motivaciones. No es lo mismo, no puede ser lo mismo bajo ningún concepto. Fíjate, para mí la violencia es contrarrevolucionaria, intrínsecamente contrarrevolucionaria.
La violencia es el recurso de los que no pueden defenderse con ideas. Pero el caso es que hay quienes tienen ideas y son agredidos; Cuba es un país agredido, está en el listado que ha hecho el imperio. El "emperador" ha determinado que Cuba es el eje del mal y nosotros estamos realmente en una situación muy peligrosa, extraordinariamente peligrosa y tenemos el derecho de tomar medidas de autodefensa. Esa es la realidad concreta. Lo que a mí me duele no es que un grupo de intelectuales de derecha nos haya acusado, eso es natural, nos han acusado siempre, sino que estas personas que en el
mundo han ido transitando hacia posiciones de una izquierda abstracta moderada, de pronto nos acusan. Eso nos revela cuan lejos están ya de sus posiciones revolucionarias iniciales. Me entristece que los norteamericanos hayan logrado, después de haber condenado a muerte sin juicio, y haber ejecutado, no por fusilamiento, sino por cohetes teledirigidos, a miles de personas, a mujeres, niños y hombres, que el ojo crítico se haya desplazado hacia Cuba porque tres personas han sido fusiladas de acuerdo al veredicto de un juicio, según leyes previas aprobadas por un Parlamento. Es extraordinario eso, es inverosímil, y evidencia el poder que tiene el mundo mediático.
Un poder que tampoco hay que sobreestimar, porque ya vimos dos cosas: en Venezuela hubo un "golpe virtual", un "golpe mediático" de estado y el pueblo saltó por encima de toda la información distorsionada; y en Argentina, después de toda esta gran ola propagandística contra la Revolución cubana llega Fidel y una muchedumbre de gente lo escucha durante casi tres horas al descubierto, en una noche muy fría y se produce una conmoción allí. La gente no se deja del todo confundir, ese poder mediático tiene sus límites también y de alguna manera se va imponiendo la verdad.
Lo que quisiéramos es que no se imponga demasiado tarde. Porque una guerra si sería desastrosa para nosotros, para nuestras familias, para todos.
Volviendo al tema, ¿no bastaba con encarcelarlos para toda la vida?
Esa pregunta todos nos la hemos hecho en algún momento. No puedo hablar como juez, ni como abogado. Se estaba instrumentando un plan. Ya se habían secuestrado dos aviones anteriormente, y hubo un intento frustado con un tercero, que se pudo detener; y el secuestro de la lancha. Esto iba apuntando a un proceso que iba a crecer. Hay que decir que los dos secuestradores de los aviones llegan a los Estados Unidos, el gobierno norteamericano los detiene, inicia el proceso y los libera bajo fianza.
Lo cual era un estímulo, un mensaje subliminal que se daba de que no se iba a castigar severamente ese tipo de delitos. Por otra parte, paradójicamente, se difundió un comunicado del gobierno norteamericano en el que este advertía que una escalada de secuestros de embarcaciones o de aviones desde Cuba sería considerada como peligrosa para la defensa nacional de Estados Unidos, lo que justificaría de hecho un estado de guerra.
Había que parar "en seco" esas acciones. Los secuestradores no eran disidentes, esto también hay que tenerlo en cuenta. La propaganda dice "fusilaron a tres disidentes". No eran disidentes, sino delincuentes, es decir, personas con antecedentes penales, que son utilizadas para ese fin. Era una situación de emergencia que pudo haber traído hasta una guerra. Por otra parte, tampoco Cuba ha actuado nunca en virtud de lo que pueda hablarse a favor o en contra de ella. Tenemos la certeza de que aunque no se hubiera fusilado a nadie, se hubiera desatado una campaña similar, ahora o después, bien con los que ya estaban presos por colaborar con la Sección de Intereses de Estados Unidos (es decir, con un país declaradamente enemigo), bien por cualquier otro pretexto. Hubiese habido una campaña en contra de Cuba de cualquier manera. Esa fue la idea que sostuvo la decisión.
En el debate que se abrió entre los intelectuales, Dietrich, un intelectual alemán que vive en México, decía en uno de sus artículos algo que me hizo reflexionar: Fidel no es un novato en política, no es un político poco hábil, es una persona con una experiencia y una capacidad extraordinarias, entonces si las consecuencias de ese acto fueron negativas, habría que pensar cuáles hubiesen sido las consecuencias de no haberse realizado, según el balance y la información que tenía el gobierno cubano y que no lo teníamos ninguno de nosotros. En lo personal, yo estoy como cualquier cubano en contra de la pena de muerte...pero no me aferro a verdades abstractas.
Pero no se ha abolido en Cuba...
No se ha abolido en Cuba. Como no se ha abolido en muchos lugares del mundo, y en los propios Estados Unidos. No se ha abolido y votamos por abolirla.
Pero entiéndase, Cuba es un país en guerra. Yo entiendo y respeto a cualquiera que esté en desacuerdo con la pena de muerte y a cualquiera que esté en desacuerdo con que hayamos aplicado la pena de muerte, y que nos lo exprese. Lo que pasa que eso es algo diferente a tomar partido, en este momento en que nos están situando en el supuesto "eje del mal", en una campaña contra Cuba que puede justificar una agresión. Hay que diferenciar también esto.
¿Justificaría que Estados Unidos haya puesto a Cuba en el "eje del mal" el supuesto de que Cuba ayudaría a movimientos insurgentes, o cosas por el estilo?
Mira, hace muchos años que Cuba no tiene vínculos de ese tipo con ningún movimiento en el mundo. Yo diría que los Estados Unidos han tenido y tienen vínculos con los movimientos contra-insurgentes y con los movimientos de desestabilización de gobiernos democráticamente elegidos, o contra gobiernos revolucionarios, en muchísimos lugares del mundo, y hasta ahora nadie los ha llamado terroristas, aunque lo son. Cuba sí apoyó a los movimientos revolucionarios en los años 60 y 70. No eran terroristas, luchaban por reivindicaciones sociales impostergables en sus países, no eran movimientos inventados, "fabricados" desde Cuba. Cuba los apoyó moral y materialmente. No nos avergonzamos de ello. Los gobiernos de esos países albergaban y apoyaban abiertamente a los grupos terroristas que operaban contra la Revolución cubana. Hace muchos años que Cuba no mantiene esos vínculos, aunque simpatice con alguno de esos movimientos. Los pueblos siempre tendrán la simpatía y el apoyo moral de Cuba. El mayor apoyo que podemos darle es nuestra resistencia, nuestro ejemplo.
Sabemos qué es lo que realmente motiva que en otros países existan revolucionarios y que existan personas que piensen que realmente hay que cambiar el sistema, pero no nos inmiscuimos en los asuntos internos de otros países, es más, Fidel Castro ha dicho expresamente que no es ya época de revoluciones armadas, las condiciones del unipolarismo son otras. Estamos viviendo una época en la que tiene que primar la lucha de ideas, el cambio de conciencia en las personas, de lo contrario la humanidad podría suicidarse. En este caso lo ético no es lo que se opone a lo pragmático: lo más pragmático que puede hacer la humanidad ahora, es ser ética, para salvarse de un suicidio colectivo.
Pero somos y seremos internacionalistas. ¿Acaso la alianza Washington - Londres - Madrid no expresa el internacionalismo del capital? Hemos enviado contingentes de médicos y enfermeros a más de cincuenta países del mundo. Es un verdadero ejército de "salvación". Tenemos un arma de destrucción masiva: nuestro ejemplo.
¿Las leyes cubanas hoy en día condenan los secuestros de aviones, por ejemplo?. ¿Hay alguna posición tomada?
No sé si ustedes saben una cosa: los secuestros de aviones comenzaron desde Estados Unidos hacia Cuba, a principios de la Revolución y nosotros le pusimos freno a eso con largas condenas a los secuestradores y dejamos en claro que no íbamos a permitirlos. Eso les permitió a los norteamericanos el control de los potenciales secuestradores en su territorio.
Las leyes cubanas tienen entonces medidas antiterroristas...
Siempre las tuvo. El punto que se desconoce también es que nosotros hemos propuesto desde hace años la firma de un acuerdo antiterrorista con Estados Unidos. Pero es que en territorio norteamericano viven terroristas de origen cubano, es decir no hablo de personas que estén en contra del gobierno de Fidel Castro, hablo de personas que han puesto bombas en aviones civiles.
Habría que dilucidar qué es ser opositor y qué es ser terrorista. Personas que han financiado y organizado la colocación de bombas en aviones civiles, en hoteles, viven tranquilamente en Estados Unidos sin ser juzgados. Entonces hacer un convenio de colaboración antiterrorista, les resulta un poco difícil.
Volviendo a la Cinemateca, ¿qué puede hacer el público finlandés para colaborar y contactarse con Uds.?
Nosotros tenemos muchas películas de cineastas de países que vivieron cruentas dictaduras, que las han dejado en resguardo en Cuba, imágenes que no existen en esos propios países. Tenemos testimonios políticos de muchos países, de muchos acontecimientos históricos del tercer mundo, imágenes de los líderes africanos, por ejemplo. Esa es una memoria que no puede, no debe perderse. Y enfrentamos grandes dificultades financieras para poder sostener la conservación de esos materiales.

Cualquier clase de ayuda que podamos recibir es importante para nosotros. No se trata de dinero, puede ser un deshumificador para el archivo fílmico, puede ser una computadora, pueden ser cassettes vírgenes en VHS, cinta vírgen para poder reparar una película, es decir, todas ésas serían ayudas que agradeceríamos mucho. Desde el punto de vista cultural, institucional, nosotros organizamos "semanas de cine" de distintos países. Ya lo hemos hecho con el cine sueco, por ejemplo, nos gustaría hacer una de cine finlandés. Y organizar semanas de cine cubano aquí en Helsinki. El intercambio cultural es la mejor manera que tienen los pueblos para entenderse.
* la autora es miembro de la Comisión Directiva de la Asociación de Amistad Finlandia-Cuba y una de las productoras del programa de radio en español "Moliendo Café" de Helsinki
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