
Esteban Morales
UNEAC
MONCADA
Cuando nos encontrábamos apenas a cuatro meses de
celebrarse la VII Cumbre de las Américas, el presidente Obama declaró como
fracasada la política seguida hacia Cuba durante los últimos más de cincuenta
años y aceptó que en definitiva, con tal política, el aislado había resultado
ser Estados Unidos.
Decidía, después de dieciocho meses de
negociaciones secretas con Cuba y de mutuo acuerdo con Raúl Castro, comenzar a
trabajar para restablecer las relaciones entre ambos países.
Finalmente decidía negociar con la Isla, pero le
había tomado administración y media hacerlo. Si son reales sus intenciones y
piensa en la irreversibilidad de la agenda, debe apresurarse.
Se trata de una declaración que conmocionó las
relaciones internacionales y le granjeó las simpatías en el hemisferio y del
mundo. Solo con declaraciones como esa, el Presidente, habría podido hace
algunos años, cancelar la deuda que le creó recibir el Premio Nobel sin haber
hecho nada aun.
Se ponía en evidencia lo que ya la historia se
había encargado de demostrar. Estados Unidos perdía con Cuba una batalla, que
en su última etapa había durado más de cincuenta años.
Obama decidía además, participar en la VII Cumbre, en medio de la nueva
situación creada respecto a Cuba.
Finalmente en la Cumbre de Mar del Plata, una
verdadera rebelión hemisférica había conminado a liberar a Cuba de la
prohibición que desde la Primera Cumbre de las Américas, celebrada en Miami en
1994, le impedía, por voluntad de Estados Unidos, participar a la Isla.
Pero si bien es cierto que ambas decisiones
respecto a Cuba, fueron inteligentes y hasta podríamos decir valientes por
parte de Obama, se sumaba otra que no resultaría tal. Y mucho menos bienvenida.
El presidente decidía emitir una directiva por medio de la cual, meses antes de
la VII Cumbre a celebrarse en Panamá, atacaba a Venezuela, considerándola como
un peligro para la seguridad nacional de Estados Unidos.
He aquí los dos acontecimientos principales,
claves, que conformarían el contexto en que después se celebró esta última
cumbre. Ambas decisiones de Obama, sobre Cuba primero y Venezuela después,
levantaron muchas, preguntas, especulaciones y hasta expectativas, entre las
cuales podemos mencionar las siguientes:
– ¿Por qué Obama decidía utilizar con Cuba la
“zanahoria” y con Venezuela el garrote?
– ¿Buscaba Obama producir un contexto de contradicciones entre estos dos aliados?
– ¿Quería Obama dar una señal de fuerza para atender hacia el futuro sus relaciones con otros países del hemisferio, que le resultaban tan incómodos como Venezuela?
– ¿Estaba Obama, sintiéndose en desventaja, evitando asistir a la cumbre sobre la base de sabotearla?
– ¿Respondía Obama de ese modo a las críticas internas que lo señalaban como un flojo con Cuba y en otros asuntos de su política interna y exterior?
– ¿Trataba Obama de cumplir su promesa de campaña con Cuba, en lo cual creía desde sus días de senador?
– ¿Buscaba Obama producir un contexto de contradicciones entre estos dos aliados?
– ¿Quería Obama dar una señal de fuerza para atender hacia el futuro sus relaciones con otros países del hemisferio, que le resultaban tan incómodos como Venezuela?
– ¿Estaba Obama, sintiéndose en desventaja, evitando asistir a la cumbre sobre la base de sabotearla?
– ¿Respondía Obama de ese modo a las críticas internas que lo señalaban como un flojo con Cuba y en otros asuntos de su política interna y exterior?
– ¿Trataba Obama de cumplir su promesa de campaña con Cuba, en lo cual creía desde sus días de senador?
Lo cierto es que la actitud de Obama se prestaba
a múltiples especulaciones, que solo la cumbre misma, podría ayudarnos a
esclarecer.
Por fin, llegó la VII Cumbre y las preguntas
comenzaron, paulatinamente, a ser respondidas. En lo cual, la firmeza de Cuba y
la actitud combativa de Venezuela desempeñaron un papel de primera línea.
Venezuela desplegó, junto al concurso de otros
países del hemisferio y fuera del mismo, una fuerte campaña contra el ataque de
Obama y casi por unanimidad se producía la crítica a la orden ejecutiva dictada
por el Presidente. Cuba, por su parte, dejaba más que esclarecida su posición
contraria a la actitud de Estados Unidos hacia Venezuela. Así se rompía el
primer nudo. Estados Unidos no podría esperar una posición contemporizadora de
Cuba con respecto a la agresión que Obama le hacia Venezuela, e incluso,
asomaba el peligro de que el proceso de negociación iniciado con la Isla
quedara bloqueado como resultado del ataque norteamericano contra Venezuela.
Estados Unidos, había comenzado a tratar de
arreglar el asunto, primero, cuando su representante en la reunión de la OEA,
previa a la Cumbre, decía que se trataba de “un mal entendido”. “Que la
decisión del Presidente había sido mal interpretada”. Casi a punto de comenzar
la VII Cumbre, Obama enviaba a un emisario, para conversar con la Secretaria de
Relaciones Exteriores y el Presidente Maduro, tratando de suavizar las
consecuencias del error cometido.
Sin embargo, no fue posible evitar que en la
Cumbre llovieran las críticas sobre Obama y particularmente los presidentes
Correa, Evo Morales, Cristina Kirchner, Daniel Ortega y Raúl Castro, harían
mención explícita de su desagrado con la medida adoptada por Obama contra
Venezuela.
Obama resistió la andanada hasta el discurso de
Raúl Castro, después se retiró, para reaparecer más tarde en la foto de
familia, con “cara de pocos amigos”. En realidad, no recuerdo cuántas veces
hemos visto a un presidente norteamericano recibiendo una “paliza” como la que
Obama tuvo que soportar en la Cumbre.
Finalmente el Presidente norteamericano diría
explícitamente que “Venezuela no representaba ningún peligro para la seguridad
nacional de Estados Unidos, como tampoco Estados Unidos lo representaba para
Venezuela”. Zanjado el incidente, la Cumbre continuó desenvolviéndose dentro de
un ambiente que en general resultó favorable. Al final , la reunión de Obama
con Raúl Castro y posteriormente con Nicolás Maduro, servirían para reafirmar
el espíritu pacífico y de cierta conciliación que primo en la Cumbre. No sé
cuántas veces Estados Unidos ha dado un ejemplo de diplomacia conciliatoria
como el que dio en la Cumbre. No recuerdo ninguno. Creo que se trata de un
síntoma de los tiempos que corren. En los que Estados Unidos no podía sentirse
cómodo. Porque en realidad, nunca este país ha tenido que negociar en igualdad
de condiciones ni con respeto para la soberanía de nadie.
Solo ello quedó manchado por el incidente con la
delegación cubana en el Foro de la Sociedad civil.
En medio de algunas dificultades organizativas
reales, pero manipuladas por determinados elementos de derecha dentro del
cuerpo organizativo de la Cumbre, parte de la delegación cubana al Foro de la
Sociedad Civil, enfrentó serios problemas con las credenciales que le
permitirían su participación. Esas dificultades no se solucionaron y buena
parte de la delegación quedó fuera de ese evento.
Mientras, un grupo de derecha, que había viajado
desde Miami y que pretendía usurpar la real representación de la sociedad civil
cubana, ocupaba asientos en el fórum.
Como resultado de todo ello, hubo fuertes
protestas por parte de la verdadera representación cubana, que al final decidió
retirarse del Foro de la Sociedad Civil, para evitar incidentes mayores a la
dirección panameña de la Cumbre.
Tanto por lo ocurrido, como por la forma en que
parte de la prensa reflejó el incidente, (sobre todo el de la extraña prisión
del “disidente” Antúnez) no cabe dudas de que elementos de derecha infiltrados
en la organización de la cumbre, tenían las cosas preparadas para tratar de
impedir la participación de la delegación venida desde Cuba al Foro de la
Sociedad Civil y para que los que tomaran asiento en el mencionado foro fueran
los elementos venidos de Miami.
¿A quiénes representaron estos elementos, que se
fotografían con criminales como Posada Carriles, connotado terrorista y confeso
autor intelectual de la bomba que hizo explotar un avión civil cubano en 1976 y
con Félix Rodríguez, participante activo por encargo de la CIA en el asesinato
de Ernesto Guevara en 1967?
Cuando Obama hizo su intervención en el Foro de
la Sociedad Civil, solo se estaba dirigiendo, en lo referente a Cuba, a los que
no son parte realmente de la sociedad civil cubana. Allí estaban sentados
supuestamente como sociedad civil cubana, parte de los representantes del
fracaso al que se refirió Obama el 17 de diciembre y de los que habían
resultado aislados con la política seguida por Estados Unidos. Hasta hoy,
Estados Unidos le continúa pagando para representar semejante papel. Al
terminar la cumbre, todos regresaron a Miami, su cuartel general.
Ello puede querer decir, que la llamada
disidencia ya no resulta una pieza funcional en la política de Estados Unidos
hacia Cuba. Porque por demás, la mayoría de ellos, no comparte la actitud
negociadora de Obama con la Isla.
En realidad, la contrarrevolución cubana no
existe ni nunca ha existido, la política seguida por Estados Unidos la ahogo en
la cuna, al nacer, por eso es que no tienen programa, masa, lideres, ni
legitimidad, no pueden representar a nadie, mucho menos a la sociedad cubana,
civil, cultural ni política. Deviniendo en simples mercenarios al servicio de
una potencia extranjera. Serian muchos los muertos con lo que estos se tendrían
que sentarse a tratar de dialogar; pero para responder de sus crímenes.
Por tanto, no se trataba en la cumbre de
conversar con gentes de ideas diferentes a las nuestras, eso se hizo con creces
en todos los foros en que la delegación salida de Cuba participo; sino de
ocupar el mismo techo con criminales o gente que no tiene el menor pudor en
fotografiarse junto a criminales y hacerse acompañar por ellos.
Porque tendría que la delegación cubana caer en
la trampa de preguntarnos si eran sociedad civil o no los que allí estaban
representando a Cuba. Porque hablar con un lenguaje que nunca hemos necesitado
para ser legítimos, ni es expresión de las características de nuestro sistema
político, logrado y defendido con éxito por más de 50 años.
No se trata de lo mismo cuando Raúl y Obama se
sentaron a dialogar, pues se trataba de dos enemigos conversando para buscar
entenderse. Representantes de dos entidades no inventadas sino legítimas: Cuba
y Estados Unidos.
Sin dudas, aun antes de comenzar, ya se avizoraba
claramente que la Cumbre sería un éxito para los países del ALBA, para la
CELAC, en particular para Cuba y Venezuela y un fracaso para Estados Unidos.
Dentro del conclave, el papel más destacado para
un jefe de estado lo tuvo Raúl Castro, cuyo discurso movió al auditorio y a la
prensa, hizo honor al conclave y resarció a Cuba por todo lo que no le habían
permitido decir en estos años, en que contra su voluntad, estuvo ausente.
Además, porque Cuba resultó ser la clave del proceso de cierta “reconciliación”
que se dio en la Cumbre. Para Cuba el salto resultaba inmenso, desde su
expulsión de la OEA en 1962, a su participación en la VII Cumbre en el 2015.
Aunque siendo objetivo, hay que decir que también
Estados Unidos extrajo provechos de la cumbre. Ojalá los sepa utilizar para
mejorar sus relaciones en el hemisferio.
Primero, porque con posterioridad al error
cometido con Venezuela, Obama trató de trasmitir una visión positiva sobre cómo
debe arreglar sus asuntos con el hemisferio y dar atención a sus relaciones
dentro del mismo. En realidad, Obama lució mucho menos arrogante que otras
veces. Aunque si siempre como si tuviese la clave de la salvación y del éxito.
Segundo, porque América Latina y El Caribe,
sintieron la importancia que tiene actuar cohesionados frente a la política
norteamericana. Señal que no deja de tener importancia también para este
último, que puede sopesar esa capacidad.
En tercer lugar, porque tanto el prestigio de
Cuba, como el de Venezuela se vieron incrementados dentro del hemisferio y
frente a la política norteamericana en general.
En cuarto lugar, porque es de esperar que Estados
Unidos, haya extraído la experiencia de que ya no está en condiciones de
considerar al hemisferio como su traspatio seguro.
En quinto lugar, creo que la Cumbre, trasmitió la
impresión de que a los que se mueven en el hemisferio, aún a los propios
aliados de Estados Unidos, de que pueden disfrutar de unos espacios de poder
que antes les estaban solo reservados a ese país. Contando con más
oportunidades, pues el bloqueo les afecta a todos y las tormentas que crea
Estados Unidos con sus políticas también.
En sexto lugar, porque la percepción de la
afectación a la hegemonía de Estados Unidos puede ocupar un espacio en el
debate político interno y dentro del mismo, puede haber fuerzas que estén de
acuerdo en contemporizar con una política más aceptable y menos egoísta por la
parte estadounidense.
No obstante, se pudo observar, en los propios
discursos de Obama, que los peligros para la hegemonía de Estados Unidos, no
provienen solo de las pérdidas de espacio que este va teniendo de manera
creciente en el ámbito internacional, sino también desde dentro y no son solo
económicos o políticos, sino también culturales e ideológicos, aspectos estos
últimos, en que se puso de manifiesto que han entrado en una crisis que se
proyecta con varias manifestaciones.
Un ejemplo muy claro, está en el hecho en que
desde principios del siglo XIX , parecía que la sola cercanía de Cuba a sus
costas, daban lugar a un sin número de metáforas, por medio de las cuales se
hacía evidente, por el principio de vecindad, que Cuba les pertenecía. La
“doctrina de la fruta madura” y la del “destino manifiesto” ponían
prácticamente a Cuba dentro del territorio del naciente imperio.
No pensamos que esa ideología y concepción
geopolítica haya sido superada aun, pero parece que los líderes políticos
norteamericanos se verán cada día más obligados a variar las filosofías y
concepciones que han informado la política exterior norteamericana por casi
trescientos años.
Las metáforas, el pragmatismo excesivo, el
ahistoricismo, las prepotentes concepciones geopolíticas, que han informado
siempre el proceso de formulación de política en Estados Unidos, le están
creando ya problemas a la política estadounidense.
Como se puso de manifiesto en la VII Cumbre, las
concepciones a que nos hemos referido ya están desfasadas de la realidad. Lo
cual se expresa en algunos asuntos muy importantes:
– Los fracasos que ya acumula la política
exterior norteamericana.
– Como la academia y la ciencia tienden a separarse de las concepciones políticas de la burocracia gubernamental.
– La resistencia que ya enfrentan las argumentaciones y justificaciones de la política gubernamental.
– La inutilidad creciente de ver al mundo real a través del prisma de los intereses geopolíticos elaborados por la burocracia y no al mundo como es en realidad.
– La resistencia, contradicciones y divisiones que ya provoca de manera creciente, en el debate interno, la imposición de políticas que no se justifican. Reflejo de la contradicción entre cómo la sociedad tiende a verse a sí misma y cómo quieren verla los intereses políticos y de poder.
– Lo relativamente inestables que se comportan las políticas adoptadas, las que tienden a ser ajustadas continuamente a un ritmo hasta ahora desconocido.
– La pérdida de credibilidad creciente en las políticas de Estados Unidos a nivel internacional.
– Como la academia y la ciencia tienden a separarse de las concepciones políticas de la burocracia gubernamental.
– La resistencia que ya enfrentan las argumentaciones y justificaciones de la política gubernamental.
– La inutilidad creciente de ver al mundo real a través del prisma de los intereses geopolíticos elaborados por la burocracia y no al mundo como es en realidad.
– La resistencia, contradicciones y divisiones que ya provoca de manera creciente, en el debate interno, la imposición de políticas que no se justifican. Reflejo de la contradicción entre cómo la sociedad tiende a verse a sí misma y cómo quieren verla los intereses políticos y de poder.
– Lo relativamente inestables que se comportan las políticas adoptadas, las que tienden a ser ajustadas continuamente a un ritmo hasta ahora desconocido.
– La pérdida de credibilidad creciente en las políticas de Estados Unidos a nivel internacional.
Hacia el futuro, ninguna política, como la
desplegada hacia Cuba, volverá a permanecer sin cambio por más de cincuenta
años y la del tipo de declarar a Venezuela como un peligro a la seguridad
nacional de Estados Unidos, no volverá a durar más que unos meses.
Ahí están las consecuencias de los casos de
Saddam Hussein en Irak y la declarada contra Khadafi en Libia.
La demonización de Fidel Castro, que no se logró
y la de Nicolás Maduro que ha comenzado a desmoronarse. Las consecuencias de la
lucha contra el terrorismo, que lejos de ser una solución, ha traído más
terrorismo y una aguda sofisticación del mismo.
Es decir, Estados Unidos se encuentra dentro de
una situación que va mucho más allá de tener que variar o no una política
exterior. Tropieza con un problema de concepción filosófica al formular sus
políticas exteriores.
Lo cual quiere decir, que más allá de las
políticas concretas, su efectividad o no, Estados Unidos, particularmente en su
llamado histórico traspatio, tropieza con problemas que tienen que ver con las
bases filosóficas e ideológicas con que formula su política exterior y la VII
Cumbre de las Américas ha puesto de manifiesto esto también. No se trata solo
de un fracaso de las políticas, sino de la obsolescencia de las bases teóricas
con que estas han sido formuladas históricamente. Razón por la cual la
credibilidad de las políticas de Estados Unidos, han sufrido también un
deterioro creciente.
Lo que acontece hoy con la política exterior de Estados Unidos, no es solo
un problema para la sociedad norteamericana y sus políticos sino también para
sus aliados, interlocutores potenciales y para el mundo en general.
Porque si un imperio, como lo es aún Estados
Unidos, se encuentra atravesando por una crisis de sus concepciones políticas,
ello encierra un gran peligro que implica potenciales consecuencias que aún no
se definen ni se sabe a dónde pueden llegar. Por lo pronto el fenómeno esbozado
más arriba, ya tiene consecuencias del tipo siguiente:
– Una división dentro de la sociedad
norteamericana que es cada día mayor, en que un cierto debate entre nación e
imperio se está abriendo paso.
– El temor de las derechas políticas y sus clases subalternas, que cada día se complejiza, llevándolas a rebelarse contra cualquier intento de apreciar más objetivamente la realidad del mundo y de ajustarse a los cambios que van teniendo lugar.
– Un debate ideológico que se agudiza y adopta formas y derroteros cada vez más caóticos, reaccionarios y peligrosos.
– El peligro que un ambiente político como el esbozado encierra en contra de una potencial convivencia pacífica mundial.
De modo que se trata de una crisis que puede arrastrarnos a todos y a la
cual debemos hacerle tenaz resistencia.– El temor de las derechas políticas y sus clases subalternas, que cada día se complejiza, llevándolas a rebelarse contra cualquier intento de apreciar más objetivamente la realidad del mundo y de ajustarse a los cambios que van teniendo lugar.
– Un debate ideológico que se agudiza y adopta formas y derroteros cada vez más caóticos, reaccionarios y peligrosos.
– El peligro que un ambiente político como el esbozado encierra en contra de una potencial convivencia pacífica mundial.
Esa concepción desplegada por Obama en sus
discursos, que concibe la historia como una simple justificación para quejarse,
para justificar los males y las deficiencias del presente y que llama a mirar
hacia adelante, sin desear explorar el pasado, es de una peligrosidad extrema.
Es cierto que no se debe utilizar la historia
como única causa de lo no alcanzado, pero tampoco es posible ignorarla. Por
supuesto, no quisiera Obama que le recuerden los crímenes, los genocidios y los
errores abismales de la política norteamericana; pero si bien es cierto que no
son de su responsabilidad personal, Obama representa al imperio y ello tiene
que asumirlo en toda su magnitud. Pues no pocas veces los presidentes
norteamericanos se comportan solo como si su responsabilidad, con lo que hace
Estados Unidos, comenzara el día que lo eligieron, lo cual los sitúa siempre en
una posición muy cómoda para no tener que rendir cuentas por lo pasado.
La VII Cumbre de las Américas, recién concluida,
aportó la fórmula para reaccionar ante esos fenómenos .Puede que no sea la
única forma, pero ya dentro de la propia Cumbre probo su efectividad y le
mostró a Obama, que no es con presiones, prepotencia, amenazas ni intentos de
hegemoniza ion, como debe enfocar la política norteamericana hacia el
hemisferio.
Para los pueblos del hemisferio, le mostró la
necesidad de actuar unidos, de manera coherente y con la mira puesta en la
integración económica verdadera, que tan vital resulta, para obligar a Estados
Unidos a rectificar en los intentos imponer sus políticas.
Es muy pronto para conocer si Estados Unidos
aceptaría el embate de los países de América y el Caribe, solo para tomar impulso,
ganar tiempo y salir de los malos momentos -que considera como simples
coyunturas y por tanto superables- o si realmente se propone rectificar.
Si tal estrategia mencionada surtió efectos en la
Cumbre, habría que continuar con ella, pues al menos, hasta ahora, ha permitido
a Cuba y los demás procesos sobrevivir, porque no hay nada más cierto de que
“con muertos no se negocia”.
No obstante, hay que reforzar sobremanera la
soberanía política lograda, con orientaciones económicas fuertes, cohesionadas
y progresivas, que terminen de dar al traste con el neoliberalismo, aun
fuertemente presente en la realidad hemisférica, de lo contrario el retroceso
continua siendo un peligro inminente para todos aquellos que se han atrevido a
cuestionar la hegemonía de Estados Unidos en el hemisferio.
La Habana, Abril 17 del 2015
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