Columnas

Thursday, February 19, 2015

La sencillez del Héroe Gerardo





Me hablaron de Rey (Reynaldo Cruz Díaz) por los primeros meses del 2009, como un posible traductor, del español al inglés, para nuestro sitio Web, realmente teníamos a la profe Amarilis, con una alta profesionalidad en esa labor.
Nelson Rodríguez Roque, uno de nuestros jóvenes periodistas, quien entró con un grupo de cuatro alegres muchachos graduados en Socioculturales en la Universidad de Holguín en el 2006, me presentó a Rey y de inmediato (el siete de septiembre del 2009) ingresó al equipo de ¡ahora! con varios roles, como deben caracterizar a los periodistas en los tiempos de corren.
Los organizadores de los Coloquios en Holguín, por la Libertad de Cinco Héroes cubanos, para cada edición, solicitaban, a la dirección del periódico ¡ahora!, su colaboración como traductor. Así penetra en la historia de los Héroes Cubanos.
Por eso sentí orgullo al conocer su conversación con Gerardo Hernández Nordelo.

¡Coño, mi hermano!
En muchas ocasiones uno se “planifica” sobre lo que va a decirle a una persona importante si alguna vez en la vida lo encuentra, piensa las palabras y puede llegar hasta tenerlas por escrito y ensayarlas. Pero cuando una de estas personas nos llama por sorpresa, como me sucedió con Gerardo Hernández Nordelo el miércoles, 18 de febrero, en la noche, nos quedamos mudos, o paralizados, o terminamos después de tanta “preparación”, haciendo el ridículo.
Cuando se identificó, solamente atiné a decirle: “¡Coño, mi hermano! ¿Qué cuentas?”, como si fuese una de esas personas a quien conocía de toda la vida. Sin embargo, el trato que recibí fue exactamente el mismo: afable, relajado y con mucha más confianza y seguridad, después de todo, el sorprendido era yo.
Hablamos de béisbol (al final lo que nos puso al uno en el camino del otro), la Serie del Caribe, su proyecto de bates CubaCan, los bates que quería mandar para el equipo de Holguín, en especial para Yunior  Paumier, por aquel jonrón con bases llenas que dejó al campo a los Industriales que tanto él adora.
Aprovechó para agradecerme unas fotos que le hice llegar cuando aún estaba en prisión en las que aparecían algunos peloteros blandiendo las “armas” hechas por la incesante mano de Bill Ryan, a quien una vez catalogó como un “fuera de serie con la madera”; y también me agradeció un artículo sobre el proyecto CubaCan publicado en el anuario en inglés de Universo Béisbol en el año 2013. Yo, entre un tartamudeo y otro, logré agradecerle el CubaCan que guardo como un trofeo, enviado por él y por Ryan.
En poco tiempo, y sonando como un experto fabricante de bates o entrenador de bateo, explicó sobre sus próximos a entregar, que están hechos de fresno en vez de arce (las dos maderas más utilizadas en la fabricación de los lumbers de las ligas profesionales), y habló de la necesidad de que fueran utilizados, que los peloteros hagan críticas sobre las propiedades de los implementos: el peso, las dimensiones, su incidencia sobre la aceleración de su swing, y sobre todo la durabilidad y el tiempo que demoran en partirse.
Apenas pude preguntarle por su esposa Adriana y la pequeña Gema, su voz irradiaba felicidad cuando habló de ellas. Me disculpé por no haber podido verlos debido a una gripe que me aquejaba durante mi última visita a La Habana y me dijo haber estado al tanto de mi conversación telefónica con Adriana al respecto.
Cuando terminó la llamada fue que hizo efecto en mí la familiaridad y la confianza con la que me trató. Confirmé una teoría que tengo desde hace mucho tiempo: las personas, mientras más grandes, más sencillas… mientras más grandes, más nos hacen sentir como si estuviésemos a la misma altura. En cierto modo, tratan de recordarnos que todos somos iguales.

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