Rodobaldo Martínez Pérez
rodo@enet.cu

Ese trayecto significa la postura de resistencia de los
cubanos ante el criminal bloqueo económico, financiero y extraterritorial impuesto por los Estados Unidos, en febrero
de 1962, engendro creado para destruir la
Obra de enero de 1959 a partir del hambre y las enfermedades.
Más de cinco
décadas validan el proyecto emancipador a los ojos del mundo y la Revolución
Cubana exhibe el protagonismo de su pueblo, con resultados concretos en la
realidad de un país con oportunidades e intereses al alcance de todos.
La Revolución Cubana es hoy la certeza de poder realizar
nobles propósitos para el bien de mayorías con esfuerzos propios, es el
acercamiento al humanismo y a la virtud de los hombres, es tenacidad, esfuerzo
y conquista.
Holguín y su pueblo es una suma a la epopeya de
transformación nacional vivida desde el propio inicio, cuando sólo se contaba
con un puñado de sueños libertarios de modificación social.
Ahí comenzaron los aportes con la Primera Ley de
Reforma Agraria, una concreta reivindicación a las masas campesinas desposeídas
y la gigantesca batalla de Alfabetización que, en 1961, sacudió con luces de faroles y
cartillas a todo el territorio y creó las primeras bases del desarrollo
cultural, ya comenzado con la apertura de la biblioteca Alex Urquiola.
Holguín no fue excepción en esta convulsión
revolucionaria estremecedora de los cimientos de una sociedad carcomida. Su
cuartel general fue convertido en
escuela como acto primigenio de generalizar la enseñanza.
Le nació la red de Salud Pública hasta en los
recónditos rincones de la montaña y el deporte, como actividad masiva, adquirió
categoría de derecho popular.
Añadió al país su despunte industrial, que hizo de
Moa lugar de prominencia económica,
y adquirió fama en el turismo
hasta los límites de alcanzar un tercer puesto entre los Polos del país y de
ser en un futuro no muy lejano el primero.
Lo más
notorio de la obra en esta tierra es su ascenso en la marcha es la dedicación
de su gente. Se crece por la fuerza del empeño y el poder de perseverancia.
Durante estos años de lucha y éxitos, los
holguineros estimulan el valor del civismo, el buen trato y la cordialidad de
sus gentes, tanto para el convivir diario como para ser acogedores a los
actuales y futuros visitantes en un entorno cada vez más favorable.
Juntos hemos enfrentados adversidades
climatológicas, unas por las tierras sedientas de agua y otras por la sacudida
de intensos huracanes, que tienen al Flora, Ike y Sandy en los extremos de esta historia meteorológica de esfuerzos.
No tendría el verdadero significado la victoria,
sino colocáramos en el sitio más alto a su principal artífice, porque Cuba se hizo Fidel y supo vestirse para siempre de sus sueños de Moncada, Granma
y Sierra Maestra.
A los holguineros y, en especial a esa parte
abnegada y aguerrida de su pueblo,
insustituible, artista en el arte
de moldear la obra cotidiana.
Ahora, cuando
queda cerca la posibilidad de eliminar el bloqueo, no solo por acabar con una política exterior obsoleta e improductiva
como la del gobierno norteamericano, sino por los beneficios que ello le
traería a Washington, iniciará una etapa
nueva de intransigencia requerida de mucha agudeza.
Los beneficios económicos serán para ambas partes,
pero en el orden político ganará más Estados Unidos, porque crecerá la
influencia del Imperio en la región latinoamericana, cuestión perdida en los
últimos años por los auges de las fuerzas de izquierda, y habrá mayor apoyo de la comunidad
internacional.
De todos es conocido el aislamiento del gobierno
yanqui por la mayoría de los países a la hora de tratar en la ONU su bloqueo impuesto a Cuba. Los votos
conquistados es la mayor evidencia de ese sentimiento solidario.
Estamos ante un novedoso período, con este acercamiento. No bajemos del tapete
la prudencia, la mesura y la inteligencia,
tres vocablos claves a la hora de medir los aciertos en nuestro comportamiento.
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