“A los niños no se les ha decir más que la verdad, y
nadie ha decirle lo que no sepa que es
como se lo está diciendo, porque luego los niños viven creyendo lo que le dijo
el libro o el profesor, y trabajan y piensan como si eso fuera verdad, de modo
que si era falso lo que les decían, ya les sale la vida equivocada….”
Así dijo José Martí en la Edad de Oro, se basaba en la creencia de estar
bien preparado en la educación de los infantes, por lo perjudicial de transmitirles
cualquier idea, tal vez, con la opinión que son niños y aceptan todo, sin
pensar cuánto daño hacemos en las mentes de los pequeños si le decimos algo
tergiversado, según comenta la colega Hilda PupoSalazar
Una prueba de lo antes expuesto se ve en la vida diaria,
cuando en la casa le dicen algo al menor, distinto a como se lo comunicaron en
la escuela enseguida replican: “Es así, porque me lo dijo la maestra. Ellos sienten seguridad en las palabras de
los mayores, por eso tratan de imitarlo
De ahí la importancia de saberle expresar cualquier
criterio, sobretodo con veracidad. Cuando los niños descubren algo incierto en
un mensaje dado, pierden la confianza.
De quienes educan, ya sea padres o maestros, dependen el
futuro de esa personita. La honestidad, el respeto, la honradez… se cultivan
desde las primeras edades, pero se parte del ejemplo personal.
Los adultos pueden intentar infundir ciertos valores con
discursos, pero si sus hechos no son consecuentes con sus palabras, el menor
escuchará y aprenderá algo distinto a lo que pretendieron enseñarle. Decía Einstein: “Dar ejemplo no es la principal
manera de influir sobre los demás, es la única”.
¿Habrá alguna manera de lograr la sinceridad en los niños si
le decimos mentiras? Claro que no, lo único logrado será tener adultos
embusteros, esos que siempre inventan un cuento, cuando cometen una falta.
Cuando Martí refería que los niños son la esperanza del
mundo, incluía su correcta formación. Una sociedad llena de mal educados le
funciona todo con dificultad, no habrá disciplina, orden y mucho menos hombres
íntegros y los culpables serán
quienes los formaron con patrones equivocados.
En la basta obra martiana dedicada a la infancia hay este
pensamiento: “! Tiene el mundo quien tiene el poder de poner sobre los niños
las primeras manos! Esa es la razón del
porqué la Revolución
cubana presta tanta atención en la preparación correcta de las nuevas
generaciones.
Es de trascendental
importancia prestarle especial cuidado a su educación, porque se está moldeando
el futuro de la Patria
y es cosa muy seria hacerlo con el esmero que otorga la garantía.
Si existe un texto que ha influido en la formación de la
niñez de los cubanos durante años ese es La Edad de Oro de José Martí, una revista cuyo
primer número apareció en julio de 1889, con el principal interés de colaborar en la formación
del relevo.” A nuestros niños los hemos de criar para hombres de su tiempo, y
hombres de América”.
Una idea muy hermanada a otra del Maestro: “Hombre recogerá
quien siembre escuelas”.
No comments:
Post a Comment